La primera pequeña mentira que se contó en nombre de la verdad, la primera pequeña injusticia que se cometió en nombre de la justicia, la primera minúscula inmoralidad en nombre de la moral, siempre significarán el seguro camino del fin - Vaclav Havel
El palabrerío inútil suele saturarnos. Tiende a
confundirnos cuando se divulgan desde una pseudo autoridad autoproclamada,
cargada de repeticiones, evidencias infundadas, y, por sobre todo,
autoreferencias. Lamentablemente la invasión verbal (o escrita) no siempre se
percibe como tal. Evita censura y se cuela libremente en nuestro subconsciente.
Ni la ciencia puede escaparse. Leo algunas
propuestas de prestigiosos profesores y me asombro ante el desparpajo de
sustentar una evidencia sobre la base de sus propios postulados teóricos. O, peor
aún, respaldar sus prácticas y pensamiento descalificando los demás.
Circulan entre nosotros pedagogos, filósofos,
médicos alópatas y alternativos, charlatanes científicos, teólogos y pseudo políticos
mercenarios que obtienen importantes beneficios de la confusión que generan
entre los iletrados; el desesperado intento de ocultar su propia ignorancia.
Como hechos aislados, no tienen mayor
importancia. La historia del mundo se vio plagada de charlatanes anónimos y
verborrágicos agoreros que no trascendieron más allá del ámbito donde
discurrían sus horas. Pero cuando adquieren relevancia, aunque mas no sea como
un chisme de boca en boca, dejan de ser supersticiones y se convierten en mitos
urbanos que logran invadir el ámbito serio. Suele concedérsele el valor de
evidencia por el simple hecho de circular anónima, pero popularmente; el peso
de la masa, el volumen como evidencia. Como dijo Paul Joseph Goebbels: “Una mentira
repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”. En algún momento de la historia se
pierde el origen, porque en realidad no se busca la verdad cuando el axioma
conviene, el fin justifica los medios o se oyen cantos de sirenas.
En las últimas elecciones se plantearon duras
críticas a quienes representábamos movimientos políticos populares; la mayoría
sin fundamento. Un colega del MIA me decía que su mayor preocupación era que,
si ganaba el peronismo, estaríamos obligados a acomodar gente y fabricar puestos,
pagar salarios exorbitantes y perderíamos el control ante el “aparato peronista”.
Sin tener datos concretos, ofrecía como evidencia lo que había sucedido en su
pueblo.
En general antes de juzgar la gestión de un
gobierno se suelen conceder los primeros 100 días para ver hacia dónde va. Sin
embargo, en menos de treinta tenemos suficiente evidencia para ver el rumbo. En
pocos días creció la lista de acomodos, salarios exorbitantes, imprudencia e
impericias, amenazas, hermetismo, pagos de deudas políticas, concesiones irregulares
en perjuicio de los vecinos según sea el ejecutante. Lo que era una amenaza en
los demás partidos se ignora obscenamente a la hora de gobernar.
Ahora es tarde para volver atrás, pero podemos aprender la lección. Sentencia un proverbio Chino: “La primera vez que me engañes la culpa será tuya, la segunda, será mía”. Antes de creer un argumento, es bueno informarse, recurrir a fuentes fidedignas, plantearse con autocritica la validez del mismo, tomarse tiempo para reflexionar; dejar de creer, de una vez por todas, los augurios tenebrosos de quienes utilizan la siembra del miedo y la mentira para cosechar beneficios personales. (Sueño que el pueblo tenga un solo partido)
Ahora es tarde para volver atrás, pero podemos aprender la lección. Sentencia un proverbio Chino: “La primera vez que me engañes la culpa será tuya, la segunda, será mía”. Antes de creer un argumento, es bueno informarse, recurrir a fuentes fidedignas, plantearse con autocritica la validez del mismo, tomarse tiempo para reflexionar; dejar de creer, de una vez por todas, los augurios tenebrosos de quienes utilizan la siembra del miedo y la mentira para cosechar beneficios personales. (Sueño que el pueblo tenga un solo partido)
Cuando escuches algunos comentarios trata de identificar el grado de proyección que tienen. Frecuentemente el vacío que producen la ignorancia y el fanatismo se llena en función del contenido del propio pensamiento. “De la abundancia del corazón habla la boca”, una ordenanza irrevocable.