lunes, 27 de septiembre de 2010

Bestiario

En los circos romanos, bestiario era el hombre que luchaba con las fieras. En la literatura medieval era un compendio de bestias, un catálogo que describía animales, plantas e incluso rocas. La historia natural y la ilustración de cada una de estas bestias se solía acompañar con una lección moralizante.

Mientras veía la noticia, traté de figurar la escena. El cuerpo de Jonathan semienterrado en una zanja, sangrando por las múltiples heridas, con el rostro desfigurado por la tortura. La providencia del vecino que alcanzó a escuchar los quejidos agónicos y apresuró la ayuda insuficiente para evitar la muerte. Un corazón que se negó a seguir latiendo partido de dolor y miedo.
Tenía 18 años. Era el gordito bueno del barrio. Salió a festejar el día de la primavera como tantos otros, como también lo hice a su edad. Quería estar con amigos, tal vez encontrarse con ese amor que parecía posible ayudado por la fecha y la ilusión…
Imaginé el momento de la noticia. Percibí el escalofrío inicial. La negación primera y la recurrente pregunta sobre la certeza, mientras los minutos se hacían horas en el camino hacia la confirmación contundente. Escuché el grito de dolor rasgando el silencio, estrujando el alma de esa madre desconsolada y atónita. Después la vi, con la mirada perdida y las manos temblorosas, recorriendo cada una de las múltiples heridas, los tajos, las puntadas, los desgarros; regando con sus lágrimas la sangre seca, para limpiar la tierra y los cascotes.
La noticia en los diarios era sucinta, insuficiente para ocultar el horror y la rabia, inútil para mitigar la impotencia o rescatar la vida. “Fue una muerte espantosa, estaba muy golpeado, ">le han hecho una tortura”, dijo la madre, pidiendo que “la Policía encuentre a los que han hecho esto”. La nota concluía: “En Mercedes ya había un antecedente de un joven muerto a golpes. En abril pasado, una patota de un colegio mató a golpes a un joven de 26 años que fue atacado a la salida de un boliche. Por el hecho habían sido detenidos cinco jóvenes. Esta "cultura de las banditas" es conocida en esa localidad ubicada a 100 kilómetros de la Capital Federal. Allí, todos saben que los grupos esperan el Día de la Primavera para enfrentar a los rivales.” (Clarin.com 23/9/10)

¿Qué está sucediendo? Si bien existe una percepción global del incremento de la violencia, hay suficiente evidencia sugiriendo que la misma habita en el ser humano desde el estreno de la historia. Como un Caín resentido se oculta en los genes de cada célula y se expresa brutalmente eliminando al diferente, aquel que sea distinto de formas y de ideas. Violencia que aparece en las guerras de conquista y la opresión del empleado, en los escenarios del circo romano y en las pantallas del living, en la garra fratricida del estado y la miopía de la justicia, en el mercantilismo despiadado y el individualismo feroz.

Sin embargo hay una violencia infame. Una que nos lleva a no interesarnos, a no sorprendernos a acostumbrarnos. Aquella que anestesia el alma y adormece los sentidos, convirtiéndonos en espectadores inmóviles. 
Esa es la peor de todas.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Acordes

Se cuenta que tras el estreno de El rapto del serrallo, el 16 de julio de 1782, en el Burgtheater de Viena, el emperador Francisco José II le espetó a Mozart: "Demasiadas notas". Imperturbable el genial compositor le respondió: “Su Majestad ¿cuáles sacaría?”.
El pasado jueves partió la Banda de la UAP en gira al sur argentino. El ómnibus en el que se embarcaron parecía no tener suficiente espacio para contener a los músicos, sus equipajes y sus instrumentos. Al ver la situación me pregunté: ¿qué instrumentos descartarían si no pudiesen cargar todos? ¿Cómo quedaría compuesta una banda sin percusión o sin metales? ¿Qué pasaría si desecháramos los instrumentos tan solo por la incomodidad que generan o por el tamaño que ocupan? No me quedé a ver como se resolvía el dilema del espacio, pero sé que a la mañana siguiente la banda presentó dos conciertos con todos sus integrantes.
El sonido de una orquesta depende de varios factores: la capacidad de sus músicos, la calidad de los instrumentos, la destreza del director, las condiciones acústicas del lugar, entre otros. Aunque un instrumento desafinado puede arruinar una presentación, también lo hace su ausencia. Imagínense un concierto para piano y orquesta sin piano. Por eso los ensayos establecen progresivamente una manera de integrar cada instrumento al sonido global, corrigiendo las imperfecciones, interpretando la concepción que el director tiene de la obra. Cada músico se apoya en el otro, acompaña los pasajes solistas y se vincula con el sonido de la orquesta en forma coherente.
Una vez asistí a un concierto didáctico, donde el director presentaba los instrumentos de su orquesta. Mostraba las características sonoras y las dificultades técnicas de cada uno y como variaba el sonido global según la forma de ejecutarlos. Al final invitaba a una persona del público a dirigir. Los músicos seguían fielmente las instrucciones de estos directores improvisados con resultados desastrosos.
La historia local tiene registros de profundas divisiones y dolorosas rupturas. Muchas personas fueron separadas de sus funciones por cuestiones administrativas, frecuentemente  personales. Algunos llegaron a pensar que la “orquesta” podría sonar igual disminuyendo la cantidad de integrantes o descartando las pretensiones que la calidad exige. La restricción desplazó a la calidad, la potencia sofocó a lo sutil. A nivel político las ambiciones personales prevalecieron sobre los ideales comunes obligando a la disolución o al éxodo. Las que comenzaron como divergencias ideológicas o estrategias políticas, terminaron formando las enemistades irreconciliables que peligran el futuro del vecinalismo como partido gobernante.
El llamado al diálogo político terminó en una serie de sonidos desafinados y la desintegración de la orquesta. Como si no importara la música o el público, la cuestión gira en torno a la batuta, anticipando el modelo de gobierno que ejecutarán de llegar al poder. La exclusión social y política, que al final es la exclusión de las ideas, desemboca en la ruptura y la discordia y siempre cobra su factura.
La música de Mozart es fascinante. La extraordinaria riqueza armónica, la fluidez de sus notas, deleita y sorprende a eruditos y aficionados por generaciones. Cuando pienso en la sinfonía de la vida y en la partitura de las ideas, suelo sospechar de la lucidez de quienes se proclaman soberanos para sacar las notas que sobran o prescindir de ciertos instrumentos.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Diferencias

Tengo discrepancias filosóficas profundas con Sarmiento. Hasta me produce indignación su odio y saña contra los paraguayos. En una carta a Mitre en 1872 escribió: “Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto a falta de razón. En ellos se perpetúa la barbarie primitiva y colonial. Son unos perros ignorantes de los cuales ya han muerto ciento cincuenta mil. Su avance, capitaneados por descendientes degenerados de españoles, traería la detención de todo progreso y un retroceso a la barbarie... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que le obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana: raza perdida de cuyo contagio hay que librarse". Pese a su rencor, Paraguay fue el país que le dio cobijo en sus últimos días.
De los huérfanos dijo en su discurso en el Senado de la Provincia de Buenos Aires, el 13 de setiembre de 1859: "Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos? Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer".

Perdonen que evoque el día del maestro marcando diferencias.
Tuve la suerte de tener maestros que no se parecieron en nada al “padre del aula”. Si bien coincidían en que “es la educación primaria la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos” y que “son las escuelas la base de la civilización”, nunca vi en ellos un ápice de discriminación, exclusión o racismo.
Mis maestros vieron más allá de sus ojos; anticiparon el potencial de cada uno de sus alumnos, cuando no éramos más que inquietos montaraces “gurises” desprolijos y sudados. Unos verdaderos “indios” de ojos enormes y cuerpo escuálido perdido en el guardapolvo que parecía flotar alrededor de la silueta.
Seres omnipresentes que sabían todo de nosotros. Intuyo que hasta nos leían el pensamiento, llevando un registro individual, puntilloso, perfecto. ¿Cómo hicieron para darnos las herramientas de aprendizaje que utilizamos en la construcción de nuestro camino, de lo que somos? ¿Con que secreta pócima despertaron la curiosidad infinita? ¿Desde qué fuente vital activaron nuestra capacidad de asombro? ¡Con cuánta paciencia nos dieron las palabras para construir nuestra biografía!
Con fuerzas propias y a veces prestadas, nos levantaban al caer, empujándonos a seguir. Donde veíamos espinas, anticiparon rosas, llevándose las marcas de algunas cicatrices que hoy lucen como trofeos.

Ojalá la pasión y la fe de mis maestros sea la epidemia más contagiosa e incurable del planeta. Que festejemos su día cada día, que las calles evoquen su memoria, que las plazas inmortalicen su figura, que la ciudad se detenga a su paso, que nunca se apague su llama encendida en cada uno.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Uniformes

“El hombre ha olvidado el ser para entregarse al dominio de los entes” Heidegger

El presidente de EEUU, Barack Obama expresó en su discurso a los egresados de la Universidad de Michigan (Mayo 2010): “La práctica de escuchar puntos de vista opuestos es esencial para una ciudadanía efectiva. Es esencial para la democracia. Si optamos por buscar activamente la información que desafía nuestras suposiciones y nuestras creencias, tal vez podamos empezar a entender cuál es la motivación de las personas que no están de acuerdo con nosotros. No podemos esperar resolver nuestros problemas si lo que hacemos es desgarrar unos a otros. Es nuestra cultura la que se embrutece al peor nivel, y puede enviar señales a los elementos más extremos de nuestra sociedad que tal vez la violencia es una respuesta justificable.”
Me llamó la atención la reacción de algunos vecinos que condenaron el concierto protagonizado por jóvenes de nuestra comunidad en el anfiteatro. El argumento de la censura fue que la propuesta musical no “representa nuestra identidad”.
¿Cuál es nuestra identidad en materia de música o cultura? ¿Hasta dónde los gustos personales pueden definir una cultura representativa? ¿Cuál es la oferta cultural de la Municipalidad, de las Instituciones insignes o de los mismos residentes de nuestra ciudad? Es claro que para un grupo importante de jóvenes, ciudadanos para quienes rigen los mismos derechos que nos benefician a todos, la identidad fue claramente demostrada. Siendo vecinos, representan su porción de la identidad del lugar, aunque muchos puedan discrepar en gustos personales.
Me preocupa que haya voceros que esgrimiendo voluntades divinas no tienen ningún reparo en cambiar la historia o las evidencias para generar un mensaje dogmático. Cuando la sociedad calla, por temor o por ignorancia, el eco de sus discursos se transforma en verdades incuestionables frecuentemente utilizadas para sancionar, limitar o excluir. Pregunto otra vez: sostener aberrantes interpretaciones históricas o fundamentos tendenciosos de quienes se autodenominan autoridad en la materia ¿representa la identidad de toda una comunidad? Ese tipo de identidad se denomina intolerancia y afecta peligrosamente las libertades individuales.
Quienes defendemos a ultranza la separación de iglesia y estado consideramos como osada la hipótesis sostenida por muchos que el gobierno local debe ejercer su poder para censurar aquellas acciones que no coinciden con las opiniones religiosas particulares, específicamente en un tema tan subjetivo como los estilos musicales y su adecuación a la presunta identidad local. Me preocupa que se condene a un grupo de jóvenes que están haciendo algo, que están produciendo arte, que ocupan su tiempo para crear en beneficio de todos, aunque no comparta sus gustos.
Ojala Libertador se identifique con más y mejores expresiones culturales, que no se excluyan de las actividades a quienes desean aportar desde lo personal o colectivo en un marco de respeto.
Aplastar las iniciativas de los jóvenes simplemente los invita a cambiar de escenario o a la holganza. Parafraseando las palabras del presidente Obama: “Eligen no hacer que sus opiniones sean escuchadas, entonces es cuando la democracia se desploma. Entonces es cuando se abusa del poder. Entonces es cuando las voces más extremas de nuestra sociedad llenan el hueco dejado por ellos.”