domingo, 27 de diciembre de 2009

Deseos

Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos, sin destruir la tiranía.” M. Moreno

Las fiestas de fin de año me generan una serie de sentimientos contradictorios. La locura que imprime la actividad lucrativa de la Navidad me produce un fuerte sentimiento negativo. Considero este “maratón comercial” como una subversión del sentido original. Por otra parte, el año nuevo estimula al balance y propuesta; a renovar promesas e ideales y a reflexionar sobre lo vivido desde lo personal y desde la visión global. Y en eso estamos…
El 2009 puede definirse como el año mediático. Nada se salvó: arrancamos con una epidemia mediática y transcurrimos entre muertes, trasplantes, desaparecidos, rastrillajes, líderes latinoamericanos, clima, cholulismo y etcéteras mediáticos. Las pantallas intentan persuadirnos de una realidad virtual para confundir la percepción de la virtual realidad. Acorde a los tiempos inauguramos en el ingreso al pueblo un emblema para proclamar que nos identifica la esperanza; esto es el estado de ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos.
En materia de concreciones el balance local se presenta negativo. En materia de salud infantil fuimos para atrás. Un pediatra menos en el centro de salud municipal, una guardería calificada que se cierra para los más vulnerables, el acuerdo entre sanatorio y municipalidad abundante en palabras y escaso en gestión y la pérdida del derecho a ir a la escuela en bicicleta. Las propuestas de espacios para adolescentes quedaron en promesas y la preocupación por protegerlos de drogas y otras adicciones no fue más que una capa de cal para ocultar la inoperancia de algunos responsables. Desde lo ambiental en la cuestión del arroyo Gómez, la gestión urbanística o las dudosas relaciones comerciales entre poderosos y honorables munícipes, pudo más el interés económico que la obligación y la ética administrativa, demostrando que el pueblo tiene dueños pero no representantes.
Parece coincidente que las flores que decoran nuestro monumento ya estén ocultando el apelativo de “Colina de la esperanza”. Como en la TV, lo ornamental esconde lo esencial.
El epígrafe de estas líneas son de Mariano Moreno que en ocasión de la supresión de los honores del presidente escribió: “¿Qué comparación tiene un gran pueblo de esclavos, que con su sangre compra victorias, que aumentan el lujo, las carrozas, las escoltas de los que lo dominan, con una ciudad de hombres libres, en que el magistrado no se distingue de los demás, sino porque hace observar las leyes, y termina las diferencias de
sus conciudadanos?”
Releyendo a los patriotas me siento optimista. En nuestro monumento la esperanza se oculta detrás de las flores pero no desaparece. Hago votos para que el 2010 sea fructífero en ciudadanía, igualdad, solidaridad y concreción de aquello que deseamos.

martes, 22 de diciembre de 2009

Humanitos E. Galeano

Nosotros los humanos
los exterminadores de todo,
los cazadores del prójimo,
los creadores de la bomba atómica, la bomba de hidrógeno y la bomba de neutrones, que es la mas saludable de todas porque liquida a las personas pero deja intactas las cosas,
los únicos animales que inventan máquinas,
los únicos que viven al servicio de las máquinas que inventan,
los únicos que devoran su casa,
los únicos que envenenan el agua que les da de beber y la tierra que les da de comer,
los únicos capaces de alquilarse o venderse y de alquilar o vender a sus semejantes,
los únicos que matan por placer,
los únicos que torturan,
los únicos que violan.
Y también
los únicos que ríen,
los únicos que sueñan despiertos,
los que hacen seda de la baba del gusano,
los que convierten la basura en hermosura,
los que descubren colores que el arcoiris no conoce,
los que dan nuevas músicas a las voces del mundo
y crean palabras, para que no sean mudas
la realidad ni su memoria.

E. Galeano - Espejos: una historia casi universal, Iberoamericana 2008

sábado, 19 de diciembre de 2009

Estallar, pero de risa

En Argentina la Ley N° 26.061 y el Decreto N° 1.293/05, instituyen la Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes asegurando que ”las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a la vida, a su disfrute, protección y a la obtención de una buena calidad de vida” En la misma Ley establece que “La Comunidad, por motivos de solidaridad y en ejercicio de la democracia participativa, debe y tiene derecho a ser parte activa en el logro de la vigencia plena y efectiva de los derechos y garantías de las niñas, niños y adolescentes”
A los chinos les debemos grandes inventos: desde los fideos hasta la pólvora. En el mal uso de los mismos intervino el resto de la humanidad y las costumbres. Una de ellas, con raíces profundas en el origen pagano de la navidad, es el uso de pirotecnia para festejar esta fecha.
Las lesiones por pirotecnia son un problema importante de salud. No existe pirotecnia segura. Desde traumatismo y quemaduras con pérdida grave de funciones, hasta perjuicio a la propiedad por incendios, esta costumbre no discrimina personas, animales ni cosas. Uno de los efectos perniciosos es el daño a la audición. “El ruido de la detonación de la pirotecnia puede dañar seriamente el oído. Estos ruidos exceden la capacidad de tolerancia del órgano de la audición porque son muy intensos y actúan rápidamente”, aseguró Alejandra Storni, presidente del Colegio de Fonoaudiólogos de la Provincia de Santa Fe. El consultor ambiental Juan Carlos Doldán explicó que “una moto que pasa delante nuestro emite un ruido de hasta 80 decibeles. Como cada vez que duplicamos la energía acústica, los decibles sólo aumentan en 3, si fueran dos motos, el ruido total no sería de 160 decibeles sino de 83. Si hacemos una proyección hasta alcanzar los 140 decibeles que produce un solo petardo, se necesitarían 1.048.576 motos pasando todas al mismo tiempo delante nuestro” (Fuente: Agencia Federal de Noticias en http://www.derf.com.ar/).
Por otro lado la legislación vigente es clara en cuanto a la prohibición de venta de pirotecnia a menores de 16 años. (Ley 24.304 Norma: 183/02 RENAR - http://www.renar.gov.ar/legis/
dispo/183_02.asp). También esta ley establece las condiciones de venta y las características que deberá exhibir el producto a tal efecto. Compete a la policía verificar el cumplimiento de esta ley. Ante actitudes sospechosas en cuanto a venta o distribución ilegal usted puede denunciarlas al 0800-666-4378 o por correo electrónico a denunciaspirotecnia@renar.gov.ar, o en forma anónima a través de la web www.renar.gov.ar.
Bebés, mascotas, personas y propiedades son afectadas todos los años en esta época. El sistema sanitario se recarga con urgencias totalmente prevenibles y el dolor de las tragedias evitables no se disipa fácilmente.
En estas fiestas festejemos, no con el estampido fugaz de un petardo, sino con el abrazo fraterno, la risa franca y la solidaridad constante que brotan del saber que estamos vivos y nos tenemos los unos a los otros.

jueves, 17 de diciembre de 2009

De mi pueblo (Dic.2008)


Como lo que me está sobrando es la capacidad de asombro, voy a describir algunos cuadros pintorescos de este pueblito en que resido.
Llama gratamente la atención la limpieza de las calles. La municipalidad realiza el barrido de las mismas (casi todas asfaltadas) con un vehículo barredor. Esta tarea se ejecuta en algún horario indeterminado. De a ratos sobresale el ronroneo sordo del camión que se disimula en el rumor del pueblo.
Hablando de sonidos hay algunos que me resultan novedosos. Comencemos por ese anacrónico, persistente e inoportuno chillar de los grillos. Estos primos cantores de las langostas llenan todo espacio vital: desde los rincones más impolutos, hasta los resquicios mínimos. Su presencia es provocativa. Salen a la noche, dejándose ver apenas, como avisando de la juerga nocturna y de sus chillones y desbaratados acordes. Te miran de arriba a bajo moviendo sus antenas y ante el menor amago de contacto (generalmente con intenciones de exterminio) desaparecen…No hay mago capaz de tal proeza, ni ilusionista que los supere: simplemente se esfuman. Y, entonces, a la noche, cuando el sueño se aliviana entre las urgencias fisiológicas y la tibieza del lecho, arrancan su torturante chirriar. Primero un “cri” intimidatorio; luego la pausa. Los sentidos se ponen alertas, la mente despierta del sopor y la espera hasta la próxima nota inicia su cuenta regresiva. Estoy seguro que nos miran desde algún lugar previamente escogido por su potencia acústica. El “cri” consecutivo es una cascada de vibraciones desvencijadas, una metralla de hierros retorcidos y oxidados. ¡Oh, sin tan solo la antitetánica fuera el antídoto! Inútil es arriesgar un pisotón a esa hora, ni siquiera una tímida pesquisa. Improductivo es husmear por ahí. El sonido no se origina desde donde sale. Ventrílocuos, hechiceros, brujos negros, pequeños demonios, cuando amanece regresan al inframundo de donde salen. Probablemente el gran Dante describió su onírico infierno bajo la hipnosis febril e intermitente de uno de estos agentes del averno.
Otro sonido diferente, pero molestisimo, es la rapsodia canina. Esta se compone de dos movimientos “agitato ma non tropo” y “nocturno con brío”. La orquesta de ladridos se articula en una especie de canto antifonal, en el cual, hasta el mas periférico de los canes aporta un sonoro gruñido o un prolongado aullido en una secuencia desordenada y continua. Aquí me detengo en un detalle subyacente: como las casas en general son chales muy confortables y bonitos, las clases sociales se identifican según el lado de la ruta donde viven y el auto que conducen. Si bien la bicicleta es un recurso común para quienes prefieren evitar la cadena de saludos en la acera o la consulta incómoda en los accesos, todas las gestiones se pueden realizar a pie, pues las principales fuentes de trabajo: sanatorio, universidad y centro comercial, forman un solo bloque a manera de un gran shopping abierto. El automóvil definitivamente es un elemento ornamental que se vuelve útil los días de lluvia o cuando es preciso salir del poblado.
Todas las casas tienen perros. Y es tal la convivencia con estos cuadrúpedos que la fisonomía urbana incorporó en los últimos años el enrejado perimetral de los terrenos. Las rejas en los jardines de las casas no tienen por objeto evitar los hurtos (muy raros en la comarca), sino impedir que las defecciones caninas sean el comité de bienvenida o despedida según sea el caso y la hora del día. Es harto sabido que el perro del vecino escoge nuestro césped porque sabe eso de que “el pasto del vecino es el más verde” y este color es bastante relajante produciendo un efecto catártico en la perrada.
Sin embargo, he notado con cierta sorpresa, que aquellos que no poseen algún vehiculo escogen como mascota el perro mas grande, exótico y ladrador posible. No se ocupan de el, pero lo ubican en el sitio donde su presencia, física y sonora, sea mas llamativa. Probablemente deba incluir en mi código de diferenciación de clases el factor mascota. Este demuestra que el estatus es inversamente proporcional al tamaño y molestia del/los perro/s que poseen. Cuentan los memoriosos de las anécdotas locales de un colega que cansado de los ladridos y harto de pisar soretes efectuó una masacre canina global, en cuyos detalles prefiero no incurrir, porque la sola mención de los hechos podría molestar al mismísimo San Roque.
Y ya que hablamos de vehículos, valga esta aclaración en forma de advertencia. Como en todo pueblo rural y suburbano, el peatón es una molestia ambulante. La prioridad es de los que andan sobre ruedas, sin importar el número de estas ni el orden en la alineación. La anécdota del sapo y el camión tiene su correspondencia con los peatones. Hay como una pasión por aplastarlos. El sortilegio que convierte a los sapos en humanos se rompe bajo las cubiertas de un auto.
La población es o muy joven o muy anciana. A tal punto que si se deja la mirada perdida en el horizonte se pueden ver dinosaurios y otros animales salidos del Jurásico. Para los pobres viejos andar por las veredas es como hacer turismo aventura. La limpieza de las calles contrasta con el descuido, o mas bien, la irregularidad de sus aceras. Es el terror de las caderas seniles y verdadera trampa para los tobillos en tacos, erupciones súbitas en días de lluvia; el paraíso de los traumatólogos y las emanaciones caninas.
Como pisar mierda trae buena suerte, los soretes en las aceras parecen ser una tradición aceptada con cierto regocijo. Sin embargo no llueven pesos, ni dólares y es frecuente, si se aguza suficientemente el oído, escuchar un “mierda-carajo” bien apretado entre los dientes, después de sentir que la pisada se amortigua en la blandura de los desechos ajenos (por cierto nunca pise los propios…), cuando la experiencia es extraña, el regocijo es propio…
Todo el mundo se sonríe y saluda con respeto…después preguntan de quien se trata. Un preciado tesoro es poseer la noticia mas fresca en relación a muertes y decesos, enfermedades y cirugías, casamientos, visitantes, migrantes y nuevos vecinos, cambio de auto, compra o construcción de casa y remodelación de la dentadura postiza…en ese orden mas o menos. Empiezo a sospechar que las extrañas marcas al pie de almanaques y agendas no se refieren a los puntos ganados en una partida de barajas, sino a los que parten sin retorno, o sea, una forma macabra de anotar cuanto nos acercamos. Es interesante notar que estas anotaciones se realizan en grupo de a cinco: primero se dibujan los lados de un cuadrado (un “punto” por lado) y luego se traza la marca triunfal y definitiva del quinto punto en forma de diagonal, siempre de izquierda a derecha y de arriba abajo. Estas figuras geométricas pululan por doquier y no me sorprendería saber que son estructuras agremiadas y con un comité de piqueteros encargado de cerrar las rutas a cualquier otra forma de anotación.
De los piquetes no voy a hablar ahora. Si retorna el paro agrario y su modalidad de cierre de rutas, me voy a morir de hambre por falta de pacientes y de insumos.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Sobre el derecho al ocio

Una de las características significativas del hombre es la sobrevaloración del tiempo. Frases como “perder el tiempo”, “aprovechar el día”, “el tiempo es oro” nos delatan desde el lenguaje. En su poema “Si”, Rudyard Kipling expresa: “si puedes emplear el inexorable minuto recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos, tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella, y lo que es más, serás un hombre, hijo mío.”
Algunas compañías han calculado las pérdidas que representan las interrupciones llegando al 30% de la actividad productiva, con un costo de 650.000 millones de dólares anuales para las empresas de EEUU. No podemos distraernos porque eso cuesta. Deseamos optimizar tanto el tiempo que la palabra ocio tiene una connotación negativa. Desde la perspectiva sanitaria surge una realidad diferente: el ocio es un componente de la salud.
Nuestra cultura incorporó la administración del tiempo como la necesidad de hacer más cosas en menos tiempo. Incluso, emulando a las máquinas, hacemos varias tareas a la vez; somos seres multitarea. Caminamos hablando por teléfono, viajamos contestando nuestro correo, almorzamos con la TV con el pretexto de informarnos mientras tanto, estudiamos escuchando música y dejando el Messenger abierto para estar en contacto con amigos, etc. Y es precisamente esta práctica la que nos mata literal y metafóricamente: hablar por celular y conducir es una de las causas más frecuentes de accidentes automovilísticos, caminar escuchando música con auriculares se relaciona con injurias leves a graves por distracción.
El cerebro humano es predominantemente monotarea. Podemos hacer una cosa a la vez, dedicando nuestros sentidos y concentración. Al multiplicarse las actividades simultáneas, cae la atención y se debilita la calidad de los procesos. Y aunque la tecnología se empeñe en ofrecernos esta alternativa, el resultado de estudiar, mirar TV, contestar el celular y estar “on line” trae como consecuencia la pérdida de atención en perjuicio del aprendizaje. En la infancia el efecto es más perjudicial porque las investigaciones concluyen que esta modalidad de estímulos diversos y coincidentes solo produce hiperactividad y disminución del rendimiento intelectual y de la calidad. No es una paradoja que la hiperactividad característica de nuestra época vaya asociada a un deterioro de la atención. El trastorno por déficit de atención e hiperactividad tiene un componente genético, pero encuentra en estas condiciones ambientales el espacio propicio para su expresión; puede ser este el elemento que explique el incremento alarmante de este trastorno a nivel global.
El deseo de abarcarlo todo, de hacer más cosas, de quedar bien al negarnos a reconocer nuestras limitaciones y prioridades, nos expone a los efectos perniciosos del estrés y la frustración por no alcanzar los niveles óptimos de realización personal.
En esta época en la que programamos vacaciones y hacemos la lista de las cosas pendientes incluyamos en ese inventario un tiempo para el ocio, para el “placer de no hacer nada”, compartiendo con los queridos un momento de solaz, de disfrutar la existencia, esforzándonos por hacer una cosa a la vez.

sábado, 5 de diciembre de 2009

¿Realidad virtual o el control por la ventana?

La semana pasada intentábamos delinear el tema de hoy: la influencia de las tecnologías de la información en la infancia.
Lo que hasta ayer era ciencia ficción hoy se introduce en nuestras vidas por cualquier rendija. Sin dudas el siglo 21 es el de la información y las tecnologías mediáticas. Desde la comodidad de un sillón o la cama, oprimiendo un par de botones accedemos a todo. Una guerra lejana, el rescate de una mascota, el asesinato nuestro de cada día, las mentiras creíbles de algún líder político y las verdades increíbles de la realidad cotidiana. Como un menú a la carta, las imágenes, las escenas propias, las vidas prestadas y la realidad virtual se persiguen desde el zapping furioso. Ingenuamente pensamos que no nos afecta porque manejamos el control. Pero: ¿tenemos el control?
Solo en Argentina el juego compulsivo aumentó en forma alarmante en el año en curso relacionado con la publicidad mediática y el acceso por internet. El incremento de la modalidad delictiva que incluye a menores en crímenes violentos, no solo es espejo de las imágenes de la TV, sino que las alimenta. La enajenación social producto de la distorsión generada desde las pantallas es alimentada por la comunicación “aséptica”, esa que no tiene cara, la del chat y los “mensajitos”, la que nos aísla de la persona y sus necesidades. La comunicación sin rostro evita la empatía, el ponernos en lugar del otro, ese elemento tan necesario para construir la solidaridad.
Hay suficiente evidencia para conectar la violencia con la TV. Pero no solo eso, estudios recientes confirman que más de 2 horas de TV por día en menores de dos años produce hiperactividad en la edad escolar y trastornos de concentración, del lenguaje y del sueño en niños mayores. La obesidad infantil se alimenta desde la TV, a partir de la competencia con la actividad física y el estimulo al consumo de alimentos “chatarra”. La función de la televisión es vender tiempo del cerebro humano a los anunciantes y estimular el consumismo. Ernesto Sábato subrayó que “el estar sentado frente al televisor, anestesia la sensibilidad, hace lenta la menta y anestesia el alma”. Según Eduardo Galeano, escritor uruguayo la TV obliga a comprar lo que la economía prohíbe. Agregó: “Somos todos prisioneros. Quien no está preso de la necesidad está preso del miedo. Y los niños son los más prisioneros de todos: la sociedad, que prefiere el orden a la justicia, trata a los niños ricos como si fueran dinero, a los niños pobres como si fueran basura y a los del medio los tiene atados a la pata del televisor.” (Las venas abiertas de América Latina).

sábado, 28 de noviembre de 2009

Lo que nos hace humanos

René Descartes planteó: “Pienso luego existo” frase citada muchas veces en su versión latina “cogito ergo sum”. Aunque discutida, él la consideró “tan firme y segura que no la pueden conmover las más extravagantes suposiciones de los escépticos.” Ortega y Gasset decía: “La verdad es que no existo porque pienso sino al contrario, pienso porque existo, porque la vida me plantea crudos problemas inexorables.” Puede ser que Descartes se inspiro en Cicerón, que dijo: “Vivere est cogitare”, es decir: “Vivir es pensar”, una idea que puede encontrarse, también en san Agustín.
Desde la cosmovisión cristiana la diferencia que nos hace humanos es el toque divino exclusivo en el proceso de la creación y el precio pagado en circunstancia del rescate redentor. Y, si bien se percibe cierta soberbia, la posición de regentes de lo creado; lo cual nos remite también a una responsabilidad jerárquica, que en función del desastre ecológico contemporáneo pone en duda tal categoría y revierte la condición de humanos, es decir deshumaniza.
¿Qué es los específicamente humano? Desde la perspectiva psicológica se incorpora el concepto de “empatía”. Es preciso distinguir la empatía de lo que Dilthey llamaba comprensión. Ésta sería una labor racional en tanto que la empatía responde, más bien, a una emoción anterior al pensamiento con la que cada uno de nosotros tiende a perderse a sí mismo en los demás. Esto último implica la capacidad de ponerse en el lugar del otro, la de compartir una idéntica pasión y la de vivir sufrimientos y alegrías que nos son, en principio, ajenas.
La emoción puede aprenderse. De hecho, es la gran experiencia que adquirimos en la infancia. Así, todos somos conscientes del influjo educativo del ambiente familiar en el desarrollo personal y en la formación del carácter. Un componente importante son los medios. Cuando alguien ve una película deja en suspenso su juicio de realidad y acepta lo que la pantalla le muestra de un modo natural. La mirada de la cámara se convierte en su propia mirada aunque los movimientos de aquélla cambien con brusquedad de escena o de personaje. Nada extraña al espectador, que no se pregunta por qué se han dispuesto así las imágenes o por qué se cuenta de esta manera la historia, antes bien, tiende a adoptar el punto de vista del narrador sin poner condición alguna. El resultado es que va adquiriendo, a través de un proceso mental de imitación, las distintas visiones del mundo que los personajes muestran. Se trata de un fenómeno psicológico llamado “sutura” (Lacan).
Ante los últimos eventos violentos que involucran a menores en nuestro país es urgente plantearnos la pregunta acerca de lo que nos hace humanos, o mejor aún que nos deshumaniza. En un mundo mediático y urgente las respuestas son necesariamente plurales y las soluciones confusamente ausentes. Si somos lo que pensamos y somos porque pensamos, ¿no es hora de invertir nuestro mayor esfuerzo en ejercitar la mente? Si lo que nos humaniza es la empatía ¿Cuánto tiempo dedicamos a ponernos en el lugar del otro, compartir una idéntica pasión y vivir sufrimientos y alegrías que nos son, en principio, ajenas?

sábado, 21 de noviembre de 2009

Entrelíneas

El diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define la palabra entrelínea como “lo escrito entre dos líneas”. Por alguna razón global la escritura de los médicos es bastante difícil de leer y más de interpretar. Escuché decir a alguien que cuando se evalúa un candidato a estudiante de medicina, se lo descarta si tiene buena letra… Si las cosas están claras y la escritura legible, no hay nada que podamos leer entrelíneas; solo nos queda la contemplación de un espacio vacío, más o menos acotado por la distancia entre las palabras.
Cuando se trata de la prosa de la vida, la cuestión es otra y las definiciones sucumben ante lo subjetivo del juicio y la limitación de los sentidos. Es precisamente ahí, en los hechos simples y cotidianos del devenir que podemos encontrar una lectura deliciosa, nutrida, bella, insípida, espantosa o cruel entre las frágiles líneas que llenan los renglones de la existencia.
El tema de hoy son los adolescentes y sus cuestiones. Existe la tendencia natural de considerar modelos de adolescentes normales como estereotipos rígidos y obsoletos (Estereotipo: imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable, DRAE). Me pregunto ¿qué es un adolescente normal?, mas aun ¿qué es normal?
De ellos nos acordamos cuando necesitamos mano de obra barata y voluntaria o cuando salta alguna situación que reactiva nuestra cada vez más suspendida capacidad de asombro.
Corresponde a esta etapa de la vida el derecho a probar, equivocarse, revelarse y hasta provocar alguna reacción en nosotros, los adultos; el derecho a ser incompletos en el proceso de crecimiento y desarrollo.
Araceli Estevez en su blog (http://elpasadoquemeespera.blogspot.com/2009/04/bus-al-insti.html) transcribió una frase escrita en el respaldo de un autobús: “Si antes no muero de corazón roto, el domingo cumpliré dieciséis”. La pasmosa levedad del ser escrita en una frase que supera al propio Milan Kundera describe la turbulenta cinética que mueve al adolescente y nos obliga a reflexionar sobre nuestro rol de adultos como referentes y cuidadores.
El psicólogo estadounidense G. Stanley Hall afirmó que la adolescencia es un periodo de estrés emocional derivado de los cambios psicológicos importantes y rápidos que se producen en la pubertad. Sin embargo, los estudios de la antropóloga estadounidense Margaret Mead mostraron que el estrés emocional es evitable, aunque está determinado por motivos culturales. Sus conclusiones se basan en la variación existente en distintas culturas respecto a las dificultades en la etapa de transición desde la niñez hasta la condición de adulto.
La propuesta de hoy es invitarlo a alejar la página, a ver el bosque y no solo el árbol. Ser para nuestros adolescentes un continente donde puedan crecer sanos, felices y rebeldes.