lunes, 31 de octubre de 2011

Más de lo mismo


Las elecciones pasadas constituyeron un excelente ejercicio democrático. Más allá de los resultados, de las simpatías personales y las anécdotas, la experiencia significó un evento histórico, marcando un antes y después.

Un análisis superficial nos lleva a pensar que  somos una sociedad reacia a los cambios y con una marcada tendencia a preferir lo anecdótico sobre el ejercicio responsable de la autonomía.  La coyuntura política única representada por la concordancia ideológica de los representantes departamentales (diputado y senador) intendentes de las localidades vecinas con el gobernador electo, crearon el espacio de articulación ideal para fomentar la gestión coordinada de proyectos que la comuna no puede asumir por sí sola. En este contexto un gobierno municipal alineado podría haber resultado de gran beneficio para el municipio.

Cuando vemos los resultados con más serenidad podemos arriesgar consideraciones significativas. Dos tercios de la población no comparten las propuestas del gobierno electo. El surgimiento de una propuesta no vecinalista como segunda fuerza puede significar el deseo de cambio y de aceptar que el crecimiento de Libertador exige un gobierno coherente con los tiempos que corren, exento de personalismos y propuestas poco comprometidas. La caída del AVU como movimiento en ejercicio del poder representa la calificación pública de la gestión. En este sentido los números son evidentes. Por otro lado la disidencia peronista fue víctima del análisis poco crítico de la circunstancias y del contexto, algo similar a lo ocurrido con el radicalismo. Aún así, cada movimiento enriqueció la pluralidad necesaria para nutrir una democracia saludable.

Sostengo que somos una comunidad poseedora de un estilo de vida y fundamentos filosóficos particulares que deben ser protegidos desde el ámbito político e institucional. Lamentablemente muchos de los que defienden con vehemencia esta característica y cuestionan el riesgo de que haya una invasión foránea, no tuvieron ningún impedimento moral a la hora de repetir argumentos espurios. Personalmente creo que ocurrieron algunas cosas que deberíamos proscribir: el arreo al voto de ancianos incapaces de tener un pensamiento autónomo, el condicionamiento religioso excluyente que defiende la asociación de iglesia y estado, los comentarios anónimos irresponsables en los medios digitales, la prepotencia de algunos militantes que se creen dueños del pueblo y la descalificación del Senador Kramer en la cena radical.

Pero tal vez  haya un elemento que deberíamos analizar con mayor sosiego y profundidad y tiene que ver con el porvenir. ¿Hacia dónde vamos? ¿Cómo responderemos como comunidad a la nueva propuesta del MIA? ¿Nos resignaremos a soportar más de lo mismo viendo el poco compromiso en las propuestas de gobierno? ¿O tomaremos nuestra responsabilidad de ciudadanos en la construcción de un municipio maduro, acorde a los tiempos modernos, con un fuerte compromiso con la gestión y una clara responsabilidad de cara a los desafíos que plantea el futuro?

Insisto en la preocupación que me produce saber que el gobierno municipal electo cuenta solo con un tercio de la población de su lado; que muchos valoran más su victoria sobre los contrincantes que el honor de gobernar, en este eterno “Boca-River político” que enfatiza la derrota del adversario como un trofeo de guerra.

Los resultados de estas elecciones municipales llaman a la concordancia y a la cooperación. Sobretodo exigen humildad de los ganadores para ponerse a disposición de toda la comunidad, independientemente del voto. De todos depende cambiar la historia para cortar el persistente ciclo de seguir teniendo más de lo mismo.

domingo, 23 de octubre de 2011

Límites


Escribo estas líneas sin saber aún los resultados de las elecciones. No puedo negar que, mientras escribo, imagino las diferentes alternativas y trato de interpretar las tendencias. Pero, definidamente, en este momento estoy limitado por la certeza que nadie puede anticipar el futuro.

Mirando hacia atrás en esta maratón política me puse a reflexionar sobre lo que realmente puedo, es decir, el camino recorrido.

La política, definida como “el arte de hacer posible lo necesario”, nos lleva por caminos que podemos anticipar con cierta actitud crítica, pero que no dejan de sorprendernos. Cuando uno se desprende de los proselitismos y las ambiciones y se concentra en las personas y sus necesidades aparece la persistente sensación de casualidad y causalidad. Esa cuestión azarosa que determina que uno esté viviendo un aquí y ahora similar o tan diferente al del otro con quien interactúa.

En las visitas a los vecinos, en la recorrida de calles, atajos, senderos y caminos, detrás de cada puerta que se abría, había personas. Cada una de ellas transitando sus historias de vida, con pliegues en la piel o con la tersura de una juventud esperanzada. Un cúmulo de anécdotas y opiniones, deseos y esperanzas,  ciertas dudas y viejas frustraciones.

Algunos, a los efectos de promover su movimiento, con mucha vehemencia exageraban ciertas verdades y otros mentían descaradamente. Como si la contienda política estimulara la amnesia o trastornase la memoria. Cuando creemos que el fin justifica los medios ¿estamos habilitados a mentir si fuera necesario para defender la moral y las buenas costumbres o alguna causa divina?

Quiero concentrarme en este punto. Los absolutismos, a los que nos fuimos acostumbrando, generaron la idea de que las causas divinas necesitan defensores a toda costa, que para proteger una idea se puede recurrir a cualquier método. Podemos hacer un recorrido por las prácticas de la Inquisición no tan reciente o por los argumentos que descalifican a los que creen que la política representa el ejercicio del pensamiento libre y la capacidad de elegir a los representantes más adecuados.

Me sorprendió, en una entrevista radial, que una persona tratara de invalidar mi candidatura alegando que yo había transgredido las normas adventistas ante una supuesta visita al gobernador en viernes de noche. En su afán de defender su concepción teocrática del gobierno local optó por la mentira sin titubear ¿Acaso el falso testimonio no transgrede los preceptos divinos y, además, la ley civil? Otros prefirieron desparramar mentiras desde el cobarde anonimato de los ámbitos digitales.

Es probable que, mientras usted lea estas líneas, los destinos políticos de Libertador San Martin hayan sido sentenciados con el voto de la gente. Seguramente se hará un análisis sobre causas y consecuencias y se proyectarán los posibles modelos de gobierno. Pero debemos reconocer que esta elección marcó un  punto de inflexión en la forma de hacer política en esta comunidad. Más allá del examen que exijan los resultados de las urnas quisiera llamarnos a la reflexión sobre lo que sostenemos como nuestro estilo de vida y las formas en que lo manifestamos. No es coincidencia que nuestra filosofía no trascienda más allá del espacio institucional y el conurbano inmediato, aunque se compartan más de un siglo de convivencia.

Para crecer como comunidad y cumplir el sagrado objetivo que asumimos como un mandato divino, debemos empezar por analizar críticamente nuestras intenciones, la forma en que miramos al otro, la manera en que descalificamos al que piensa diferente, al que limitamos subestimando su voz y cuestionando su voto.

domingo, 16 de octubre de 2011

Otra mujer


Hace unos días recibí de un sitio denominado Reflexiones para el alma de J. Prieto un relato que deseo compartir con ustedes.

Después de varios años de matrimonio descubrí una nueva manera de mantener viva la chispa del amor. Había comenzado a salir con otra mujer, aunque debo reconocer que, en realidad, fue idea de mi esposa.
-Sabes que la amas - me dijo un día tomándome por sorpresa. La vida es muy corta, dedícale tiempo.
- Pero yo te amo a ti - contesté.
-Lo sé. Pero también la amas a ella.
La otra mujer a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi madre, pero las exigencias de mi trabajo y mis hijos hacían que sólo lo hiciera ocasionalmente. Esa noche la llamé para invitarla a cenar y al cine.
-¿Qué te ocurre? ¿Estás bien? me preguntó.
Mi madre es el tipo de mujer que una llamada tarde en la noche o una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias.
-Creí que sería agradable pasar algún tiempo contigo, le respondí. Los dos solos ¿qué opinas?
Reflexionó sobre ello un momento y respondió: Me gustaría muchísimo.
Ese viernes mientras conducía para recogerla después de mi trabajo me encontraba nervioso, pero a la vez muy feliz... Cuando llegué a su casa vi que ella también estaba muy emocionada. Me esperaba en la puerta con su viejo abrigo, se había rizado el cabello y usaba el vestido con el que celebró su último aniversario de bodas. Su rostro sonreía, irradiaba luz como un ángel.
-Les dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo y se mostraron muy emocionadas, me comentó mientras subía a mi auto. -No podrán esperar a mañana para escuchar acerca de nuestra velada.
Fuimos a un restaurante no muy elegante, pero sí muy acogedor, mi madre se aferró a mi brazo como si fuera "La Primera Dama de la Nación". Cuando nos sentamos tuve que leerle el menú. Sus ojos sólo veían grandes figuras. Después de unos minutos, levanté la vista; mi madre sólo me miraba. Una sonrisa nostálgica se le delineaba en los labios.
-Era yo quien te leía el menú cuando eras pequeño ¿Recuerdas?
-Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolverte el favor, respondí.
Durante la cena tuvimos una agradable conversación, nada extraordinario, sólo ponernos al día de nuestras cosas. Hablamos tanto que nos perdimos el cine. Saldré contigo otra vez, pero sólo si me dejas invitar, dijo mi madre, la besé y acepté la invitación.
-¿Cómo estuvo la cita? - quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche.
-Muy agradable, mucho más de lo que imaginé.
Días más tarde mi madre murió de un infarto. Al poco tiempo recibí un sobre del restaurante donde habíamos cenado mi madre y yo, la nota decía: “La cena está pagada por anticipado, estoy segura de no poder ir, pero igual pagué para ti y tu esposa, jamás podrás entender lo que aquella noche significó para mí. ¡Te amo! “
En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo "te amo" y de darles a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que Dios y tu Familia, dales tiempo, porque ellos no pueden esperar. Si vive tu madre, disfrútala, si no está contigo, recuérdala

Dios te puede perdonar, pero el tiempo, nunca. No dejes que pase cargándote de gestos y palabras que deberías haber expresado en su momento. Festejemos todos los días el día de todos.

martes, 11 de octubre de 2011

Darse cuenta


“Medimos el valor del individuo por la suma de sus desacuerdos con las cosas, por su incapacidad para ser indiferente, por su negativa a tender hacia el objeto.” 
E. M. Cioran -  La Tentación De Existir

Darse cuenta es una película argentina de 1984, dirigida por Alejandro Doria, protagonizada por Luis Brandoni, Dora Baret, Luisina Brando y China Zorrilla -responsable de la idea del guion- con un elenco de actores destacados. Fue estrenada en Buenos Aires el 30 de agosto de 1984. Ganadora de cuatro premios, incluido el Cóndor de Plata como mejor película de 1985.

Basada en una historia real, un joven (Darío Grandinetti) sufre un accidente de automóvil siendo trasladado a un hospital público. En coma y con serias afecciones en su columna, los profesionales consideran que no tiene probabilidades de sobrevivir dignamente. Habiendo sido abandonado en dicho estado prácticamente por su familia y amigos se encuentra con un médico obstinado y de principios (Luis Brandoni), quien lucha por salvarlo. La historia gira en torno al proceso de darse cuenta, es decir, admitir las diversas circunstancias que conforman nuestra forma de ver y actuar ante los desafíos de la vida y el triunfo de la esperanza. En esta historia se pueden ver las diversas filosofías que condicionan a las personas: quienes no ven dignidad en una vida que perdió su autonomía  y aquellos que ven a la persona con todo el potencial de desarrollo por encima de las limitaciones del trauma.

En pedagogía se observa que aquellos docentes que creen en la capacidad de sus alumnos de llegar a desarrollar todo su potencial y alcanzar cualquier meta que se propongan, obtienen de ellos los mejores resultados.

Creo que este principio es totalmente aplicable a la política. ¿Puede limitarse el desarrollo de una comunidad si se cuestionan las alternativas de progreso desde una visión exclusiva? Cuando se asume que una condición es consecuencia de las buenas o malas decisiones y se abandona al individuo a su propia suerte, se pierden los ejes fundamentales que nutren a las sociedades maduras, es decir, las acciones solidarias, el estímulo al desarrollo y el respeto la autonomía impulsando las capacidades de cada uno integrándolo a un proyecto comunitario.

Este “darse cuenta” también representa la visión del dirigente. ¿Hasta dónde soy consciente de la sagrada misión de conducir los destinos de una comunidad? ¿Este acompañamiento (con consecuencias futuras) responde a una estrategia integradora o a la mera ambición de acceder al poder? ¿Qué concepto tengo de la comunidad que pretendo administrar? La función de un gobernante no se basa en la concesión de dádivas antojadizas más o menos adecuadas o el descubrimiento de placas que recuerden un paso por la gestión. 

Los tiempos actuales exigen una integración hacia metas más optimistas. El salto a la modernidad y la integración regional no pueden discriminar, excluir, ni menospreciar la condición del hombre de superarse y procurar un destino mejor, a partir de la esperanza como condición subyacente.

Cioran  concluye: “Los teólogos lo han advertido desde hace mucho: la esperanza es el fruto de la paciencia. Debería añadirse: y de la modestia. El orgulloso no tiene tiempo de esperar... Sin querer ni poder esperar, fuerza los acontecimientos como fuerza su naturaleza; amargo, corrompido, cuando agota sus rebeliones abdica: para él no hay fórmula intermediaria. Es innegable que es lúcido, pero la lucidez, no lo olvidemos, es lo propio de los que, por incapacidad de amar, se desolidarizan tanto de los otros como de sí mismos.”

lunes, 3 de octubre de 2011

Dieta mental


El primero de octubre se celebra, entre otras cosas, el día mundial del vegetarianismo recordando una dieta que trascendió el alimento y se constituyó en un estilo de vida.

Mientras buscaba información al respecto apareció un escrito atribuido a Andrew Oitke preguntándose cómo puede ser que “cualquier padre responsable sabe que sus hijos se enfermarían si comieran solamente dulces y chocolates” y no entiende que ese mismo padre no haga nada por evitar esta nueva anomalía digestiva, referida a la basura que millones de consumidores incorporan a través de las tecnologías de la información y comunicación.

Según este autor, el alimento cotidiano pareciera constituirse casi exclusivamente de cadáveres de reputaciones, de detritos, de escándalos, de los restos mortales de las realizaciones humanas. Los medios, el periodismo en especial -dice- “dejó hace mucho de informar, para sólo seducir, agredir y manipular”. Nada más evidente ante la escandalosa puesta en escena del grotesco, los antivalores y la desinformación deliberada que producen una mezcla de desilusión y repugnancia.

La desilusión surge de ver que una herramienta tan valiosa termine al servicio de la estupidez con fines netamente comerciales. Usurpar la mente y lucrar con el tiempo en que se la tiene embrutecida.  Esta deplorable situación de puro y descarnado “materialismo” a la que hemos llegado, coincide con la certera definición de Augusto Comte: “la doctrina que explica lo superior por lo inferior”. Esto no es otra cosa más que la decadencia, lo que Luis Felipe Noé denomina “la institucionalización del desparpajo”, la entronización de la grosería.

Desde el sentido comun se genera cierta repugnancia, no solo por el contenido en si, sino por la perversión y la subversión de la realidad que es sustituida por imágenes que parecen comunes a todos, populares, ofrecidas a manera de certezas que se consumen sin sentido crítico, ni valoración. A tal punto que los noticieros las consideran noticia.

Luis Illuminati escribió al respecto que los medios transmiten un mensaje de liviandad: “tomarle el pelo a todo el mundo, a reírse de todo, hasta de lo más sagrado que puede haber en la vida. Pero lo que más daño hace a las mentes de los argentinos es que han instalado el conflicto, el enfrentamiento, la deslealtad, la burla sangrienta, la vanidad y la autoexaltación.” Continúa escribiendo: “Este circo está totalmente armado de antemano. Para lograr fama y rating, todos estos charlatanes de feria, deformadores, pervertidos y desorientados, inventan líos entre ellos para que el confundido televidente se lo trague y engulla toda esta porquería que es el alimento deletéreo que ha producido esta “obesidad mental” en detrimento del buen gusto, las buenas costumbres, del sentimiento del deber, en una palabra en detrimento del alma que aspira y tiende siempre a lo superior, nunca a lo inferior, a lo abyecto que muestra la televisión argentina.”
Esta confusión se genera con sentido político. Echar a rodar la mentira y luego pedir disculpas no evita el daño.

Creo que hoy, en tiempos en que las ideas parecen venir enlatadas, debemos ser muy cuidadosos ante las opciones de nuestra dieta mental, de la calidad de los alimentos del menú intelectual que, en forma de imágenes o palabras, formarán parte constitutiva de nuestro pensamiento y actitudes.

El hombre moderno está adiposo en el raciocinio, gustos y sentimientos y precisa sobre todo de dieta saludable que fortalezca los valores  y del ejercicio del pensamiento crítico fundamentado en información veraz.