martes, 21 de diciembre de 2010

El Jesús ajeno

“Amarás pues al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas las fuerzas de tu ser; este es el principal mandamiento. Y el segundo es muy parecido: Amarás a los demás con el mismo amor con que te amas a ti mismo. No hay mandamiento más importante que estos dos.” Jesús de Nazaret

Hace más de dos mil años la humanidad recibía un regalo envuelto en pañales que marcó la historia para siempre. No solamente dividió los tiempos, sino que sus palabras y enseñanzas constituyen las bases de una de las tres religiones monoteístas más importantes del planeta. Nació en una época donde el culto a las apariencias era la norma; en la cual el odio racial, moral, religioso, de género y económico era justificado con retorcidas normas y ejecutado a pedradas. Intervino en una sociedad religiosa, conservadora y brutal que había hecho culto a los substitutos pervirtiendo el sentido original. Interactuó con despistados, aquellos que se salieron de pista, ya sea porque daban vueltas en círculos o porque tomaban peligrosos atajos para llegar a ningún lado.

Los registros bíblicos anotan una serie de definiciones y descripciones de Jesús desde distintos personajes y escenarios. Algunos anónimos repitieron lo que los demás aseveraban. Otros sorprendidos por su convocatoria cuestionaron la validez de su misión discriminándolo por su procedencia, porque, según ellos, “de Nazaret no podía salir nada bueno.” Los fariseos, traicioneros por naturaleza y vocación, utilizaron la adulación como preámbulo del ataque. Lo definieron: “Maestro, sabemos que eres hombre de verdad, y que no te cuidas de nadie; porque no miras a la apariencia de hombres, antes con verdad enseñas el camino de Dios”. También hubo un grupo de personas que, sin palabras, testificaron con el cambio de sus vidas, mostrando una imagen que sería compuesta por poetas y teólogos durante los siguientes siglos.

Lamentablemente con el paso de la historia, el hombre fue construyendo un Jesús sucedáneo basado en las opiniones, ideas y visiones de los demás, pero sin ningún aporte desde las vivencias personales. La humanidad aturdida por la ignorancia y confundida por la opresión fue haciéndose un Jesús a su imagen y semejanza, utilitario, parcial, no más que un amuleto. Frecuentemente desplazado al anaquel del olvido y rescatado esporádicamente para socorrer en las tragedias, tolerar los duelos o eludir las responsabilidades. Alrededor de esta figura adulterada se construyó una religión intolerante y opresiva que con axiomas espurios proclama un cristianismo teórico al que la sociedad, testigo de tanta hipocresía, ni siquiera le dedica tiempo.

El Jesús propio invita al amor, a la inclusión, al perdón y reconciliación. Reclama esfuerzo constante de dependencia e interacción. No exige una servidumbre irracional, sino la construcción responsable de un devenir que va desde lo personal hacia lo colectivo, en donde cada individuo se torna indispensable compañero de viaje hacia un destino común.

En esta Navidad lo invito a reflexionar juntos, a buscar al Jesús propio, a experimentar una revelación personal que surja de una relación estrecha. Las definiciones del Jesús ajeno, sin lugar a dudas son pertinentes pero no dejan de ser extrañas. Qué maravilloso sería que quienes nos denominamos cristianos mostráramos a Jesús en nuestros actos públicos y privados. No con propuestas teóricas sino con la proyección de sus actos en los nuestros, reconciliando al hombre consigo mismo, con sus semejantes y con Dios.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Generadoras

El número 1.18.04.00528.10 identifica al expediente que habilita la creación de la Cooperadora del Centro de Salud de Libertador. La suma de sus componentes es igual a tres, símbolo de la armonía, interesante cifra tratándose de una cooperadora. Aunque resulta coincidente su creación con los afanes políticos locales, quiero afirmar que felicito la iniciativa.
La Constitución Argentina, sancionada por la Asamblea Constituyente de 1853, dispuso en el artículo 14 que: “Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio; a saber (…) de asociarse con fines útiles”. Aunque no menciona expresamente el término “asociación civil”, reconoce como derecho de los individuos el de constituirlas y los requisitos para fundarla son citados en el artículo 33 y 46 del Código Civil. Particularmente subrayo el que exige “que tengan por principal objeto el bien común”.
Según relata Juan P. Feimann, cuando los inmigrantes venían a la Argentina llegaban al Hotel de Inmigrantes, lugar donde había un enorme cartel que decía- «sépalo, usted llega a un país en el cual como en todos lados hay vencedores y vencidos, no será la primera vez que duerme en el suelo, así que hágalo esta noche y todas las que sean necesarias», pese a la promesa de “asegurar los beneficios de la libertad para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”. El mensaje era claro y contundente, demostrando la condición vulnerable del inmigrante al ubicarlo del lado de los vencidos. Notable incongruencia con la convocatoria que hacían las autoridades nacionales invitando al extranjero como engranaje imprescindible en la modernización del país.
La figura me evoca estos parajes nutridos por quienes nos dieron los apellidos y transitados por aquellos que nos atraviesan constantemente. Libertador San Martin sin lugar a dudas es como un faro para atraer a los “ultramarinos”, a veces náufragos, que buscan nuevas tierras con promesas más seguras. Algunos improvisan una estancia fronteriza, otros se instalan en lo transitorio y pocos se integran como ciudadanos decididos a ejercitar sus derechos para afianzar la pluralidad necesaria que contenga los abusos de las hegemonías. Cuando busco las causas, identifico una coincidencia con la advertencia del Hotel de Inmigrantes: es difícil sentirse igual con el estigma de los vencidos a cuestas.
En esta era de individualismo político y social, resulta esperanzador saber que se crean cooperadoras. En ellas no tienen cabida las acciones o esfuerzos individualistas. Su mismo nombre lo indica: cooperar, operar en grupo o equipo, mancomunadamente, para poder superar las dificultades y satisfacer las necesidades de la institución. Esta conciencia y comportamiento de equipo, es por excelencia productivo y enriquecedor. Estoy convencido que el ejercicio democrático arranca en el espacio primario de vida y se nutre en el ejercicio cotidiano. Una asociación civil cooperadora, en el ámbito de la salud, escuelas, centro de estudiantes, etc., además de corregir persistentes asimetrías será el generador de ciudadanos integrados a un proyecto social plural y justo.
Ante la sorprendente escases local de este tipo de agrupaciones aplaudo la iniciativa del C. de Salud Municipal y elogio que en el Inciso b. de los Fines se exponga el basamento “moral y espiritual como primera instancia”. Porque no hay nada más inmoral que violentar los derechos, entre ellos la salud, la libre expresión de las ideas y el salario digno.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

“Un hombre enteramente inmoral no puede conocer nada en absoluto; para conocer una cosa tiene que amarse, esto es, hallarse uno virtualmente relacionado con ella" Thomas Carlyle

Hay cosas que suceden en este lugar que, sinceramente, no me vienen ni me van. Si los semáforos inteligentes pierden de a ratos la cordura, si el choripán se proscribe para demostrar quién manda en la cocina o si la mayonesa del vecinalismo se corta por exceso de limón o por carencia de huevos, no me sorprende, solo son historias pintorescas.
Pero me enfurece que se manoseen los intereses de la infancia, en particular cuando se violentan sus derechos, se distorsionan sus prioridades o se ignoran sus necesidades. La convención sobre los derechos del niño, vigente en nuestro país desde el año 1990, reconoce que las tradiciones y los valores culturales son esenciales para el desarrollo armonioso del niño. El artículo 31 establece que “los estados partes respetaran y promoverán el derecho del niño a participar plenamente en la vida cultural y artística y propiciarán oportunidades apropiadas, en condiciones de igualdad, de participar en la vida cultural, artística, recreativa y de esparcimiento.”

Asistí al 2º Festival Folclórico de Puiggari donde pude disfrutar la actuación del Taller de danzas folclóricas “Raíces de Mi Estación”, ganadores del segundo premio en el XXXI Festival del Gurí Enterriano de Bovril el 13 de Noviembre. Las presentaciones confirmaron que la excelencia no es fruto del azar sino del esfuerzo colectivo coordinado por líderes capaces. Pero a la hora de los premios y reconocimientos, una espina se me clavó en el pecho. Esa noche supe que les cerraron las puertas del municipio. Para asistir al festival la ayuda vino de la Sra. Mary de Brambilla, directora de cultura de Crespo, hecho que fue publicado en el Observador del 21 de noviembre.
No voy a transcribir aquí las historias que me contaron los miembros del taller sobre la respuesta y los argumentos de las autoridades locales. Sin embargo bastan para cuestionar la moralidad e idoneidad de los funcionarios que, basados en absurdas ideas particulares, realizan una distribución discrecional de los recursos confiados por la sociedad.

Hace unos días, la presidenta de la nación Cristina Fernández afirmó en su visita a Colonia Avellaneda que “lo que queremos [es] mayor democracia para que todos tengan las mismas oportunidades, para que cada uno elija la vida que quiera tener”. Las crisis sociales surgen de la pérdida de identidad y del sometimiento antojadizo de las idiosincrasias. Cualquiera sea su vertiente, la cultura enriquece a los pueblos. Conforma un derecho que los gobernantes están obligados a proteger y proveer. Por eso, cuando es necesario buscar en ámbitos foráneos lo que se niega localmente, es desatinado considerar intrusos a los que ayudan desde afuera.

Para construir una sociedad saludable considero imperioso reflexionar y comprender que para gobernar hay que resignar los intereses personales, generando espacios sin exclusiones para la diversidad y la convivencia plural. Debemos dejar de mirarnos el ombligo y avanzar hacia la lucidez social, política y, esencialmente, moral. Si establecemos prioridades, no dudaremos en mirar a la niñez, con especial cuidado en no dejar pasar los esquivos momentos de las oportunidades. Para generar ciudadanos maduros y comprometidos debemos ejercitar la democracia aun desde antes de nacer. Ejercitar el pensamiento crítico, la cooperación solidaria y el desarrollo de las habilidades individuales en un contexto colectivo son una buena alternativa que, casualmente, se resume en la danza.

Hay una sola infancia que pasa fugaz, que no puede esperar. Gabriela Mistral escribió: “Muchas cosas que necesitamos pueden esperar. El niño no puede. El momento es justo ahora. A él no podemos contestarle ‘mañana’, su nombre es Hoy”.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Rescatar la Alegria

Mario Benedetti, poeta uruguayo, escribió “Defensa de la alegría”. Señalando una imperiosa necesidad en estos tiempos de tristeza, Joan Manuel Serrat le puso música y los versos rezan así:

Defender la alegría como una trinchera.
Defenderla del caos y de las pesadillas,
de la ajada miseria y de los miserables,
de las ausencias breves y las definitivas

Defender la alegría como un atributo,
defenderla del pasmo y de las anestesias,
de los pocos neutrales y los muchos neutrones,
de los graves diagnósticos y de las escopetas.

Defender la alegría como un estandarte,
defenderla del rayo y la melancolía,
de los males endémicos y de los académicos,
del rufián caballero y del oportunista.

Defender la alegría como una certidumbre,
defenderla a pesar de dios y de la muerte,
de los parcos suicidas y de los homicidas,
y del dolor de estar absurdamente alegres.

Defender la alegría como algo inevitable,
defenderla del mar y las lágrimas tibias,
de las buenas costumbres y de los apellidos,
del azar y también, también de la alegría.

Me considero privilegiado a la hora de escuchar historias ajenas porque puedo enriquecer la propia. Noviembre ya encendió la máquina de andar apurados y parece ser que la urgencia que le imprime a los días que anticipan fin de año concentran los relatos. Lo cierto es que en pocos días supe de la tardanza en los diagnósticos y tratamientos cuando de recursos se trata; de los niños y niñas que, representando la cultura local, tuvieron que pedir ayuda afuera porque las puertas de adentro se cerraron; del coro que dejó de ser un espacio popular y académico; de la falacia de adjudicar cargos por concurso según la plataforma de gobierno. También supe las peripecias de colegas que donaron años de su trabajo al dispensario; de la amenaza de excluir a quienes firman un petitorio justo… Historias que no son distintas a las que acontecen en otros municipios y leemos en los diarios, pero que tienen un sentido particular por ocurrir en la comarca donde vivo, tal vez porque la coincidencia de lugar me hace sentir vulnerable.
Cuando analizo la condición de vida de esta gente, cuando escucho sus historias de anhelos que se extinguen como brasas en las cenizas, tengo la sensación que la esperanza deviene en espejismo, una ilusión, un resplandor de fuego de artificio.
¿Cómo, entonces, podemos seguir la propuesta de Benedetti? Los psicólogos coinciden en que la alegría es un estado de ánimo que asienta sobre el bienestar integral y que para construirlo hay que conocer sus componentes y custodiar sus partes. Para quienes es un estilo de vida que se centra en la esperanza, es imprescindible mantener esa expectativa intacta.

Una actividad que ha demostrado ser eficiente a la hora de recuperar alegrías propias y ajenas es el servicio desinteresado al prójimo. Como decía R. Tagore: “Yo dormía y soñaba que la vida era alegría. Desperté y vi que la vida era servicio. Serví y comprendí que el servicio era alegría.”

Para defender la alegría, primero tendremos que rescatarla de los amargados de siempre, los que no hacen y no dejan hacer; los que intentan apagar la llama de la esperanza porque se creen dueños del fuego. A esos les vendría bien un baldazo de agua fría. Y, por lo que cuenta la gente, parece que el balde se está llenando.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Siniestro

La historia de la humanidad está marcada por innumerables episodios que muestran la tendencia a establecer dogmas y parámetros de juicio que, con el correr del tiempo, nos parecen increíblemente absurdos. En muchas ocasiones la repetición de premisas y conceptos nos convence que las cosas son como decimos sin detenernos a analizar el fundamento de las mismas. “El hábito hace al monje” reza un conocido refrán que alude al tema.
Nuestra comunidad no escapa a este riesgo, con la particularidad que se confunden las ideas con una fuerte tendencia desde las vertientes culturales y religiosas que conforman nuestra esencia. Hemos llegado a convencernos de ciertas ilusiones particulares con una actitud que elude, frecuentemente, la autocrítica. Uno de esos paradigmas es la vocación institucional de servicio, el interés generoso hacia el prójimo y sus necesidades.
La palabra siniestro/a deriva del latín sinister. Por un lado significa la mano izquierda o el sitio que se encuentra a la izquierda de algo. Otro uso hace referencia a aquel o aquello que tiene propensión hacia lo malo o funesto. Se trata de una tendencia que es malintencionada.
Es interesante notar que las connotaciones negativas del término surgen en la Edad Media. Durante el oscurantismo se estableció una metódica oposición al librepensamiento para impedir el cuestionamiento de dogmas y costumbres. Para erradicar la herejía y a sus ideólogos se creó la Inquisición. Uno de los métodos de selección y prueba suficiente de herejía era documentar prácticas de brujería; sea un escrito, una idea o el simple uso de la mano izquierda. La izquierda representaba el mal, lo oscuro. Como en nuestro país hasta hace poco, ser zurdo en la Edad Media podía costar la vida.
Por el contrario la derecha goza de alta estima. Estar ubicados a la derecha de un magistrado significa un reconocimiento de confianza. Una persona es diestra cuando domina su oficio. Por su filosofía conservadora la extrema derecha se identifica con el lema “Dios, Patria y familia”, excluyendo a otras formas políticas de este lugar privilegiado.
Esta distinción de lateralidad es utilizada en el juicio final descripto por Cristo en los evangelios. Hay un grupo de personas que creen haber cumplido con las condiciones de heredar el Reino de los Cielos. Se reivindican como celosos de la ley, hacedores de milagros, labradores de buenas intenciones y suscriptores de un régimen religioso intachable. Sin embargo el Juez Supremo, alegando no conocerlos, los expulsa colocándolos específicamente a su izquierda. A la derecha se encuentra un grupo de seres sorprendidos con el beneficio de participar de su reino. Son quienes desarrollaron un profundo sentido solidario en el ejercicio de su condición de humanos más allá de los imperativos morales. Ellos son aquellos que asistieron al prójimo prescindiendo de la condición socioeconómica, identidad religiosa, militancia institucional o el oportunismo político.
Cuando escucho las historias de penas y desamparos en este municipio saludable, pienso en la expresión que Nietzsche puso en boca de Zaratustra: “Invitáis a un testigo cuando queréis hablar bien de vosotros mismos; y una vez que lo habéis seducido a pensar bien de vosotros, también vosotros mismos pensáis bien de vosotros.” ¿Cuán convencidos estamos de aquello que no podemos sostener, que los excluidos señalan desde su impotente silencio? La Biblia asegura que habrá siniestros sorprendidos cuando el Juez dicte sentencia.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Patas Cortas

“Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que de ahora en adelante no podré creer en ti” Nietzche

Una vez me contaron el cuento del pastor mentiroso y no puedo evitar pensar en el cada vez que veo un rebaño.
La mentira está arraigada en el ser humano, pareciera conformar su fisiología. La demostración se encuentra en el fenómeno de las ilusiones ópticas o los test que anulan alguna función sensorial. El mundo real no lo es tanto como parece. Las enfermedades psicosomáticas, aquellas que se revelan por síntomas que no responden a una enfermedad concreta, conforman una hipótesis interesante a propósito del tema.
Probablemente sea el derecho a la verdad uno de los mas violados. Basta ver una tanda publicitaria en TV para darse cuenta, si es que no perdimos el juicio crítico, de la cantidad de mentiras que se dicen o sugieren. No exigimos la verdad porque estamos instalados en la mentira. Algunos canales de ventas ofrecen devolver el dinero si el cliente no se encuentra satisfecho con el producto adquirido. Sin embargo pocos lo hacen porque, para ello, deben reconocer que fue engañado.
Desde la cabecera del enfermo escuchamos informes parciales que fueron previamente consensuados en los pasillos, alegando que es bueno para la salud ocultar las malas noticias. Marcos Aguinis escribió: “Culturalmente hay países donde la mentira no es adecuadamente castigada, y esto es muy corrosivo para la sociedad, porque impide tener claridad de rutas, no se sabe exactamente adonde ir, a qué atenerse, predomina la confusión, el engaño. El orden social requiere que la mentira sea sancionada y que sea aceptada la verdad. Las sociedades que no actúan contra la mentira avanzan más lentamente y tienen más dificultades para resolver sus problemas. Estar en condiciones de aceptar ciertas verdades no es fácil. A veces hay mucha resistencia y miedo de decirlas. La verdad pareciera que es propia de personas más duras, que están en condiciones de soportar esa herida que produce enterarse de algo malo, pero que sabiéndolo están en condiciones de superarlo.”
Una de las propagandas más retorcidas de la dictadura militar fue aquella que asociaba la salud con el silencio. Con la supuesta intención de urbanismo y respeto a los pacientes, el anuncio sugería no hacer ruidos en las cercanías de los hospitales. El remate sentenciaba que el silencio es salud, reforzado con la imagen icónica de la enfermera con el índice cruzado sobre los labios. Confieso que entendí la perversidad del mensaje varios años después porque, de alguna manera, estaba acostumbrado a estar en silencio en los sanatorios. En aquellas épocas, y tal vez ahora, mantener la boca cerrada podía significar la posibilidad de continuar, hablar era sinónimo de desaparecer. Porque antes, y tal vez ahora, algunas verdades se silenciaban eliminando al emisario.
Sostengo que la mentira más perversa es la omisión de la verdad. Silenciar la verdad, interferir con el proceso necesario para adquirir la información pertinente, amenazar con el destierro a quienes buscan la verdad o la proclaman, forma parte de las estrategias perversas de los sembradores de silencios, los mezquinos dueños de verdades a medias.

El sonido se transmite a trescientos metros por segundo, pero no lo hace en el vacío. Por eso el cuento del pastor mentiroso se da en el contexto del rebaño. Porque las ovejas no piensan.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Ausencia

A veces el pensamiento se empaca. En ambos sentidos: se encajona cubriéndose con capas sucesivas y se aturde, evitando seguir haciendo aquello que estaba ejecutando. Entonces la inspiración se vuelve ausente, vacía. Puedo seleccionar aquellos argumentos que usted, amable lector, intuye: tener la cabeza en otra parte, andar apurado por la vida sin detenerse a reflexionar en lo cotidiano o en lo insólito, lo sublime.
La ausencia se define desde distintos puntos de vista. Puede ser la acción y efecto de ausentarse o el tiempo en que alguien está ausente. Representa la falta o privación de algo. Desde el derecho es la condición legal de la persona cuyo paradero se ignora. La psicología la interpreta como la distracción del ánimo respecto de la situación o acción en que se encuentra el sujeto. En medicina se aplica a la supresión brusca, aunque pasajera, de la conciencia.
La física nos previene sobre creer que el vacío, la representación de la ausencia, no contiene nada. El vacío esta atestado de elementos. Durante toda la Antigüedad y hasta el Renacimiento se desconocía la existencia de la presión atmosférica. No podían por tanto dar una explicación de los fenómenos debidos al vacío. En Grecia se enfrentaron por ello dos teorías. Para Epicuro y sobre todo Demócrito (420 a. C.) y su escuela, la materia no era un todo continuo sino que estaba compuesta por pequeñas partículas indivisibles (átomos) que se movían en un espacio vacío. Por el contrario, Aristóteles excluía la noción de vacío y para justificar los fenómenos que su propia Física no podía explicar recurría al célebre aforismo según el cual "la Naturaleza siente horror al vacío" Recién a mediados del siglo XVII el italiano Gasparo Berti realizó el primer experimento con el vacío en 1640, dando a Evangelista Torricelli las bases para generar el concepto de presión de aire y construir el barómetro.
David Pearce preguntaba en “La ontología del cero” porqué hay algo en lugar de la nada. La física advierte sobre la inexistencia del vacío absoluto. Tampoco la mente humana puede estar vacante. La falta de contenido intelectual se reemplaza con la abundante estupidez circundante, con la histérica saturación de la pavada mediática y con el ejercicio de la intriga y la calumnia alimentadas por el chusmerío, concibiendo la exclusión de quienes son diferentes por ejercer el derecho a pensar, a ser personas autónomas.
Hay vacios de pensamiento obligados. Estos son generados por la aprensión que impone la censura de quienes se creen dueños del futuro y de las ideas ajenas, atrincherados en la intolerancia y barbarie retrógradas desde puestos de poder ilegítimos. Quienes creen que desde la censura obtendrán personas uniformes y dóciles no tienen en cuenta que el vacío está lleno de elementos que se dispersan en forma de energía. Aquellos que recurren al miedo y la amenaza olvidan la ley de conservación de la energía, que nada se pierde, que todo se transforma.
En lo social e intelectual, tampoco podemos abstraernos de la física. Me produce pavor la ausencia, la supresión brusca de la conciencia, aunque sea transitoria. Siento “horror vacui”, especialmente ante aquel vacío que acontece a la hora de reflexionar sobre las prioridades y los cambios necesarios que conforman la esencia de ser humanos; terror a la ausencia que cultivan los sembradores de silencios.

martes, 2 de noviembre de 2010

Fragilidad

Escribo estas líneas desde mi hotel en Asunción, Paraguay. Fui invitado por la Sociedad Paraguaya de Pediatría como orador al 12º Congreso de Pediatría, donde, además de compartir ciencia con colegas, pude reencontrarme con amigos.
El miércoles 27, luego de haber terminado mi primer conferencia, se acerca un colega y me dice:
-¿Sabes que se acaba de morir Néstor Kirchner? Al principio creí que era una broma, de esas de mal gusto que siempre involucran alguna idea política. Le pregunté si era un chiste y en tal caso que haga el remate porque no lo conocía. Ante la seriedad e insistencia de mi amigo, subí a la habitación y verifique la noticia en los canales argentinos.

Como médico siempre me afecta la muerte. Me invade un sentimiento de impotencia y crítica, donde mi cerebro intenta descifrar las posibles causas, las razones y circunstancias asociadas al evento. No puedo evitar pensar en mí, en las personas que quiero y la fragilidad de la vida.
Mientras imaginaba el escenario, pensé en aquel aforismo que asegura que somos dueños de las palabras que callamos y esclavos de las que profesamos. Y me pregunté: ¿qué pasa con aquellas palabras que guardamos y no dijimos? ¿No es acaso una condena peor la que nos reclama por el silencio?
El lenguaje es el mecanismo estructurador y condicionante del pensamiento y de la acción. Permite recibir las informaciones socio culturales del ambiente, adelantando y ampliando las experiencias personales. Es un factor estructurante y regulador de la personalidad y del comportamiento social, permitiendo al ser humano proyectar sus reacciones afectivas en el tiempo y en el espacio. Constituye el principal medio de información y cultura, siendo un factor importante de identificación de un grupo social. Los afectos y las relaciones humanas se nutren por la convivencia y se construyen con las palabras. Guardar un elogio, una palabra amable, una disculpa o una conversación trivial con el semejante esperando el momento oportuno puede quedar en la mera intención ante la pavorosa levedad del ser.
Sobre el efecto de las palabras en la infancia, Ellen White escribió: “Traiga la luz del cielo a su conversación. Hablando palabras que animan y enriquecen. Los niños necesitan palabras agradables. Es esencial para su felicidad sentir que la aprobación descansa sobre ellos. Luchen por superar la dureza de expresión, y cultiven tonos suaves. En un ambiente feliz los niños desarrollarán disposiciones dulces y luminosas.” Creo que la misma respuesta se obtiene de los adultos.

Una de las más irónicas paradojas de nuestros tiempos es la pérdida de la capacidad expresiva del lenguaje, precisamente en momentos en donde las tecnologías de la comunicación hacen posible comunicarse prácticamente a cualquier parte del planeta. Como lo sentenciara Eduardo Galeano, “este mundo comunicadísimo se parece cada vez más a un reino de mudos”. En tiempos en los que parecemos estar más comunicados gracias a herramientas tecnológicas, en realidad hemos empobrecido nuestros recursos expresivos para comunicarnos con los demás (H. Farina).
¿Quién es dueño del número de sus días? ¿Cuánto es el tiempo que compartiremos con quienes nos rodean? Nadie lo sabe, aún aquellos que lo suponen. Para que las palabras tengan efecto, deben ser pronunciadas. Cuando de expresar nuestros afectos se trata, cada segundo de silencio representa una oportunidad perdida. Es terrible que la muerte ajena contribuya a recordárnoslo.

lunes, 25 de octubre de 2010

Colores

“No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más preocupa es el silencio de los buenos.” M. L. King

Martin Luther King, nacido en 1929 y asesinado en 1968, religioso estadounidense y premio Nobel de la Paz. Fue uno de los principales líderes del movimiento para la defensa de los derechos fundamentales e importante defensor de la resistencia no violenta ante la discriminación racial. Convencido que “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”, procuró de manera pacífica la convivencia y la no discriminación. Como religioso sabía que “constituimos una sola hermandad [y como tal] debemos actuar con nobleza y valor ante la vista de Dios y nuestro Salvador, no importa qué sea lo que perdamos o lo que ganemos. Como cristianos que aceptamos el principio de que todos los hombres, blancos y negros, son libres e iguales, [debemos adherirnos] a este principio, y no [demostrar] cobardía frente al mundo y los seres celestiales.” (E. White).
Defensor de la esperanza como generadora de ideales y convencido que la violencia crea más problemas sociales que los que resuelve, señaló los riesgos sociales y morales que concebía la discriminación.
Aunque no lo admitamos la discriminación tiñe nuestros pensamientos y actos en todos los ámbitos. Hasta le ponemos colores ("negro") a la cultura, las ideas políticas, las simpatías futboleras y la procedencia urbana. Generalmente usamos epítetos despectivos y humillantes para darle más contraste a la segregación. Tampoco se salvaron las iglesias de por aquí, que solían mostrar en sus primeros bancos trenzas rubias y ojos azules ocultando de la vista del predicador los pelos chuzos y las pieles trigueñas que se apretaban en el lugar del fondo, estrictamente asignado. Como si Dios fuera monocromático y parcial.
En política y sociología se reconoce el precio de la discriminación. La exclusión social, política, económica, sanitaria, urbana y ambiental, entre otras, tiende al equilibrio con formas generalmente violentas. La carencia de servicios básicos, común en la Argentina del siglo pasado, no puede concebirse en nuestros días. Quienes son obligados a permanecer al margen de los derechos elementales pierden progresivamente su dignidad, la esperanza y se deshumanizan. ¿Qué se puede perder cuando no hay nada más que perder?
Henry David Thoreau (1817-1862) escritor, poeta y pensador, fue defensor de la no violencia y el pacifismo. Escribió el Tratado sobre la desobediencia civil. En este texto declara que el gobierno no debe tener más poder que el que los ciudadanos estén dispuestos a concederle. Con respecto a la discriminación escribió: “Lo que un hombre piensa de sí mismo, esto es lo que determina, o más bien indica, su destino.”
Los avatares políticos locales muestran que las personas están dispuestas a apoyar aquellas ideas que promueven la restitución de sus derechos legítimos y restauran su dignidad. Tengo la sensación que la balanza puede equilibrarse si tomamos una clara conciencia de nuestra responsabilidad política. La ley de la siembra tiene su cosecha en las urnas donde los errores históricos se pagan. Coincido con Martin Luther King: “Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos.”

lunes, 18 de octubre de 2010

El Sindrome MIA

Hace un tiempo, investigando sobre el acoso moral en las instituciones, un amigo psicólogo me recomendó buscar información sobre el síndrome de mediocridad inoperante activa (MIA).

Según el psiquiatra español Gonzalez de Rivera, quien describió el síndrome en 1979, “la tensión interna que fuerza a la superación del estado actual es un rasgo propio de la condición humana. Cuando esta presión por la excelencia supera las posibilidades de expresión, pueden aparecer distintos tipos de patología. En el polo opuesto, el defecto o inhibición de la presión por la excelencia también origina patología o ‘trastornos de mediocridad’. La mediocridad inoperante activa (MIA), es la forma más maligna, con exacerbación de las tendencias repetitivas e imitativas, exagerada apropiación de los signos externos de creatividad y excelencia, ansia de notoriedad que puede llegar hasta la impostura, (pretender ser algo que no es) y, sobre todo, intensa envidia hacia la excelencia ajena, que procura destruir por todos los medios a su alcance.”
Con puestos de poder pueden generar enormes cantidades de trabajo absolutamente innecesario que se impone a los demás y dificulta el desarrollo, el avance y la realización de actividades creativas. Además es un sujeto proclive a la envidia, puesto que sufre ante el progreso ajeno y, por ello, tiende a destruir la excelencia, desarrollando sofisticados mecanismos de control, persecución y entorpecimiento. Se tiende a destruir el sujeto mínimamente brillante o percibido como amenazante o al que señala como vulnerable. Para ello se callan sus logros, se difunden insidias (a escondidas, sin dar la cara, en cenáculos privados y privativos de crítica y contraste) y se amplifica todo rumor o dato equívoco que invite a la descalificación y desprestigio de esa(s) persona(s) brillante(s), amenazante(s) o simplemente vulnerable(s). Lo relevante es que se señala la destrucción de las personas, puesto que estos mediocres inoperantes no van a entrar nunca en las ideas ni en los contenidos. Aquí se sitúan las venganzas indiscriminadas, las represalias, el rencor, el temor por propia inseguridad, escalar posiciones a cualquier precio, el ascenso de seres con preclaras oscuras intenciones. (Camps 1999)

Las organizaciones reproducen lo que son sus integrantes, cuanto más específica sea una organización o cuanto más pequeña sea, en ocasiones, tiene más núcleos perversos que les hace funcionar en doble vínculo permanente y terminan por dificultar el progreso de sus miembros más valiosos, con lo que liquidan su activo, aunque detenten y ejerciten el poder y, aparentemente, lo hayan obtenido estatutaria y legítimamente. (Camps 1999)

Amenazas como “si no te gusta te vas” o “hay diez personas esperando tu puesto”, que funcionan mas con las bestias que con los humanos, generan un ambiente de trabajo insalubre con marcado deterioro del trabajador. Quienes verdaderamente se identifican con la empresa y ponen el hombro día a día, perciben que no forman parte del conjunto o de un proyecto global. El desgaste que produce trabajar en una situación de permanente amenaza e inseguridad genera el agotamiento prematuro (burn out) y el desmoronamiento de la calidad productiva.

Cuando se instala el “reino de Herodes” sea en el ámbito laboral, político, social o de la administración pública, hacer el diagnóstico es imprescindible para iniciar el tratamiento.

sábado, 16 de octubre de 2010

Descubiertos, seducidos y conquistados

Tuve el raro privilegio de participar como invitado a un consejo indígena en una comunidad Nivaclé al norte del Paraguay, casi en la frontera con Bolivia. Los nativos se habían dividido en dos grupos con sus respectivos caciques y discutían a quién pertenecía el único pozo que proveía agua a la comunidad. Otrora, el agua se obtenía de lagunas distantes o con aljibes improvisados generando enfermedades por las condiciones sanitarias insuficientes. Las napas superficiales son saladas, el agua debe extraerse de pozos de más de 150 metros de profundidad. La irregularidad de los vientos no permite la utilización de la energía eólica para la extracción y bombeo. Por esta razón una ONG patrocinada por la Comunidad Europea perforó un pozo equipado con una motobomba diesel. El combustible y algunos víveres se llevan semanalmente desde una ciudad distante a más de 170 km. Hasta la construcción de esta obra, la comunidad se mantenía unida. La lucha por la superviviencia los hacía solidarios. Quienes llevaron el progreso, iniciaron una crisis social insospechada, difícil de revertir.
El descubrimiento de América y la fascinación de los nativos ante los colonizadores significaron el fin de su cultura, sus riquezas y su gente. Los líderes autóctonos vieron la posibilidad de aliarse a los dioses que venían del este y, así, aumentar sus dominios. El resultado fue la dispersión, la mescolanza y el saqueo. Solo quedaron las heridas sangrantes de una América que sigue seducida por las promesas y dividida por la inequidad viendo como los conquistadores escriben la historia, justifican la masacre y expolian sus riquezas.
Si tomamos como ejemplo nuestra comunidad desde la perspectiva de la tierra, vemos que la historia se repite. Los fundadores no dudaron en donar su patrimonio para un proyecto comunitario. Soñaban con mejorar la condición de vida de sus hijos y pusieron todo su empeño en consolidar sus objetivos. Para los que venían a sumar esfuerzos se construyeron viviendas dentro de las posibilidades económicas de cada uno, se urbanizaron áreas para satisfacer la demanda ofreciendo terrenos a un precio racional y justo. Pero así como el oro de América atrajo a los adelantados, aquí también desembarcaron conquistadores, no con espadas o cruces, sino con chequeras. Se adueñaron de la tierra, alteraron el libre equilibrio de la oferta y la demanda. El precio se elevó a cifras irracionales, haciendo inaccesible la casa propia para la mayoría. Donde hasta hace poco pastaban vacas se construyeron caminos y cloacas a una velocidad asombrosa, con pocos datos sobre el origen de los recursos. Algunos, por ignorancia o prebenda, confundieron a los inversionistas con dioses y les rindieron un trato preferencial desde la gestión que les cupo, algo parecido a lo que pasó hace cinco siglos.
Para saber que significó la conquista de América, lo invito a pararse sobre uno de los registros cloacales de los deshabitados terrenos baldíos de cualquier loteo periférico y preguntarse por qué en Puiggari o Camarero, donde viven personas que desde hace décadas pagan sus impuestos, no existe este servicio básico. Si observa con cuidado podrá ver alguna carabela cargada de oro, con el sol reflejado en la coraza de un conquistador o en un cartel publicitario; casi lo mismo.

lunes, 4 de octubre de 2010

Manualidades

“Trabajar con las propias manos en el ambiente tridimensional del mundo real es imperativo para el desarrollo cognitivo e intelectual completo” Aric Sigman

Este análisis de la realidad educativa local me remonta a las épocas de la escuela donde nos enseñaban, a nenas y varones, a coser, pegar un botón, hacer ruedos, zurcir y remendar una ropa, etc. Además teníamos una huerta que cultivar, cuidar y cosechar. La cantidad de "horas perdidas" en manualidades no colisionó con el aprendizaje, sino que, décadas mas tarde, este método empírico es reivindicado por los pedagogos del mundo.

Los datos históricos muestran que las mejores calificaciones en los exámenes de ingreso a las universidades públicas o privadas son obtenidas por alumnos que provienen de colegios técnicos. Estas son instituciones especializadas en preparar estudiantes para entrar y moverse dentro del mundo laboral desde la formación media.
Con evidencia científica podemos sostener que la educación técnica, la enseñanza asociada al trabajo manual, favorece el desarrollo de estrategias de aprendizaje.

El trabajar con elementos concretos les permite a los jóvenes experimentar cómo actúa el mundo en la práctica, comprender el funcionamiento de diversos materiales, generando una base para la incorporación de conceptos abstractos.
De acuerdo a un reciente estudio del Ruskin Mill Educational Trust de Gran Bretaña, el desarrollo cerebral está hoy en día bajo amenaza debido a la falta de trabajo manual en los hogares y escuelas. Muchos establecimientos educativos han suprimido las clases de música, las actividades creativas y los trabajos artesanales. Esto parece ir en detrimento del desarrollo cognitivo e intelectual agravado por el reemplazo, en el ámbito doméstico, del juego no estructurado y las actividades manuales por la computadora y televisión.
Este reporte ha señalado que Gran Bretaña se está convirtiendo en una “sociedad del software en lugar del destornillador”, afirmación bastante ilustrativa sobre el cambio social progresivo. Las investigaciones en neurociencias cognitivas y psicología muestran sorprendentes beneficios en los alumnos de escuelas que incorporan el trabajo manual, urgiendo a modificar las actividades de la educación convencional. Más allá de los aspectos cognitivos y neurológicos del curriculum orientado a las habilidades prácticas, estas actúan como procesos secundarios mentores del aprendizaje. Se producen beneficios ulteriores que ayudan al desarrollo del alumno, mejorando las competencias sociales y la viabilidad de conseguir empleo, aun en alumnos con dificultades de aprendizaje.
En las últimas décadas la demanda de educación universitaria desplazó las inversiones en educación básica, lo cual se demuestra en la saturación del sistema educativo inicial e incapacidad de satisfacer las necesidades pedagógicas dentro de condiciones medianamente aceptables. El discurso de la “sociedad del conocimiento” considera una prioridad rentable la creación de universidades. Con cierto desprecio erudito descuida la formación en oficios y ocupaciones semicalificadas. El resultado es la abrumadora dificultad para cubrir la demanda y el costo de mano de obra calificada en los diferentes oficios.

La demanda de educación primaria y media en Libertador ha saturado la oferta. Además de un importante rediseño estructural, nuestra ciudad requiere un plan educativo que considere este déficit sin demora. Una buena alternativa es concretar proyectos de educación técnica.
Ahora que se están perfilando las candidaturas y se redactan las plataformas electorales con el fin de acaparar los votos de los ciudadanos, sería importante apoyar aquellos planes de gobierno que contemplen el impulso de la educación básica y la implementación de la educación técnica accesible para todos en nuestra comunidad. Los problemas no resueltos oportunamente, generan grandes costos sociales y económicos. En materia de educación necesitamos en forma perentoria líderes calificados y proyectos concretos.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Bestiario

En los circos romanos, bestiario era el hombre que luchaba con las fieras. En la literatura medieval era un compendio de bestias, un catálogo que describía animales, plantas e incluso rocas. La historia natural y la ilustración de cada una de estas bestias se solía acompañar con una lección moralizante.

Mientras veía la noticia, traté de figurar la escena. El cuerpo de Jonathan semienterrado en una zanja, sangrando por las múltiples heridas, con el rostro desfigurado por la tortura. La providencia del vecino que alcanzó a escuchar los quejidos agónicos y apresuró la ayuda insuficiente para evitar la muerte. Un corazón que se negó a seguir latiendo partido de dolor y miedo.
Tenía 18 años. Era el gordito bueno del barrio. Salió a festejar el día de la primavera como tantos otros, como también lo hice a su edad. Quería estar con amigos, tal vez encontrarse con ese amor que parecía posible ayudado por la fecha y la ilusión…
Imaginé el momento de la noticia. Percibí el escalofrío inicial. La negación primera y la recurrente pregunta sobre la certeza, mientras los minutos se hacían horas en el camino hacia la confirmación contundente. Escuché el grito de dolor rasgando el silencio, estrujando el alma de esa madre desconsolada y atónita. Después la vi, con la mirada perdida y las manos temblorosas, recorriendo cada una de las múltiples heridas, los tajos, las puntadas, los desgarros; regando con sus lágrimas la sangre seca, para limpiar la tierra y los cascotes.
La noticia en los diarios era sucinta, insuficiente para ocultar el horror y la rabia, inútil para mitigar la impotencia o rescatar la vida. “Fue una muerte espantosa, estaba muy golpeado, ">le han hecho una tortura”, dijo la madre, pidiendo que “la Policía encuentre a los que han hecho esto”. La nota concluía: “En Mercedes ya había un antecedente de un joven muerto a golpes. En abril pasado, una patota de un colegio mató a golpes a un joven de 26 años que fue atacado a la salida de un boliche. Por el hecho habían sido detenidos cinco jóvenes. Esta "cultura de las banditas" es conocida en esa localidad ubicada a 100 kilómetros de la Capital Federal. Allí, todos saben que los grupos esperan el Día de la Primavera para enfrentar a los rivales.” (Clarin.com 23/9/10)

¿Qué está sucediendo? Si bien existe una percepción global del incremento de la violencia, hay suficiente evidencia sugiriendo que la misma habita en el ser humano desde el estreno de la historia. Como un Caín resentido se oculta en los genes de cada célula y se expresa brutalmente eliminando al diferente, aquel que sea distinto de formas y de ideas. Violencia que aparece en las guerras de conquista y la opresión del empleado, en los escenarios del circo romano y en las pantallas del living, en la garra fratricida del estado y la miopía de la justicia, en el mercantilismo despiadado y el individualismo feroz.

Sin embargo hay una violencia infame. Una que nos lleva a no interesarnos, a no sorprendernos a acostumbrarnos. Aquella que anestesia el alma y adormece los sentidos, convirtiéndonos en espectadores inmóviles. 
Esa es la peor de todas.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Acordes

Se cuenta que tras el estreno de El rapto del serrallo, el 16 de julio de 1782, en el Burgtheater de Viena, el emperador Francisco José II le espetó a Mozart: "Demasiadas notas". Imperturbable el genial compositor le respondió: “Su Majestad ¿cuáles sacaría?”.
El pasado jueves partió la Banda de la UAP en gira al sur argentino. El ómnibus en el que se embarcaron parecía no tener suficiente espacio para contener a los músicos, sus equipajes y sus instrumentos. Al ver la situación me pregunté: ¿qué instrumentos descartarían si no pudiesen cargar todos? ¿Cómo quedaría compuesta una banda sin percusión o sin metales? ¿Qué pasaría si desecháramos los instrumentos tan solo por la incomodidad que generan o por el tamaño que ocupan? No me quedé a ver como se resolvía el dilema del espacio, pero sé que a la mañana siguiente la banda presentó dos conciertos con todos sus integrantes.
El sonido de una orquesta depende de varios factores: la capacidad de sus músicos, la calidad de los instrumentos, la destreza del director, las condiciones acústicas del lugar, entre otros. Aunque un instrumento desafinado puede arruinar una presentación, también lo hace su ausencia. Imagínense un concierto para piano y orquesta sin piano. Por eso los ensayos establecen progresivamente una manera de integrar cada instrumento al sonido global, corrigiendo las imperfecciones, interpretando la concepción que el director tiene de la obra. Cada músico se apoya en el otro, acompaña los pasajes solistas y se vincula con el sonido de la orquesta en forma coherente.
Una vez asistí a un concierto didáctico, donde el director presentaba los instrumentos de su orquesta. Mostraba las características sonoras y las dificultades técnicas de cada uno y como variaba el sonido global según la forma de ejecutarlos. Al final invitaba a una persona del público a dirigir. Los músicos seguían fielmente las instrucciones de estos directores improvisados con resultados desastrosos.
La historia local tiene registros de profundas divisiones y dolorosas rupturas. Muchas personas fueron separadas de sus funciones por cuestiones administrativas, frecuentemente  personales. Algunos llegaron a pensar que la “orquesta” podría sonar igual disminuyendo la cantidad de integrantes o descartando las pretensiones que la calidad exige. La restricción desplazó a la calidad, la potencia sofocó a lo sutil. A nivel político las ambiciones personales prevalecieron sobre los ideales comunes obligando a la disolución o al éxodo. Las que comenzaron como divergencias ideológicas o estrategias políticas, terminaron formando las enemistades irreconciliables que peligran el futuro del vecinalismo como partido gobernante.
El llamado al diálogo político terminó en una serie de sonidos desafinados y la desintegración de la orquesta. Como si no importara la música o el público, la cuestión gira en torno a la batuta, anticipando el modelo de gobierno que ejecutarán de llegar al poder. La exclusión social y política, que al final es la exclusión de las ideas, desemboca en la ruptura y la discordia y siempre cobra su factura.
La música de Mozart es fascinante. La extraordinaria riqueza armónica, la fluidez de sus notas, deleita y sorprende a eruditos y aficionados por generaciones. Cuando pienso en la sinfonía de la vida y en la partitura de las ideas, suelo sospechar de la lucidez de quienes se proclaman soberanos para sacar las notas que sobran o prescindir de ciertos instrumentos.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Diferencias

Tengo discrepancias filosóficas profundas con Sarmiento. Hasta me produce indignación su odio y saña contra los paraguayos. En una carta a Mitre en 1872 escribió: “Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto a falta de razón. En ellos se perpetúa la barbarie primitiva y colonial. Son unos perros ignorantes de los cuales ya han muerto ciento cincuenta mil. Su avance, capitaneados por descendientes degenerados de españoles, traería la detención de todo progreso y un retroceso a la barbarie... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que le obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana: raza perdida de cuyo contagio hay que librarse". Pese a su rencor, Paraguay fue el país que le dio cobijo en sus últimos días.
De los huérfanos dijo en su discurso en el Senado de la Provincia de Buenos Aires, el 13 de setiembre de 1859: "Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos? Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer".

Perdonen que evoque el día del maestro marcando diferencias.
Tuve la suerte de tener maestros que no se parecieron en nada al “padre del aula”. Si bien coincidían en que “es la educación primaria la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos” y que “son las escuelas la base de la civilización”, nunca vi en ellos un ápice de discriminación, exclusión o racismo.
Mis maestros vieron más allá de sus ojos; anticiparon el potencial de cada uno de sus alumnos, cuando no éramos más que inquietos montaraces “gurises” desprolijos y sudados. Unos verdaderos “indios” de ojos enormes y cuerpo escuálido perdido en el guardapolvo que parecía flotar alrededor de la silueta.
Seres omnipresentes que sabían todo de nosotros. Intuyo que hasta nos leían el pensamiento, llevando un registro individual, puntilloso, perfecto. ¿Cómo hicieron para darnos las herramientas de aprendizaje que utilizamos en la construcción de nuestro camino, de lo que somos? ¿Con que secreta pócima despertaron la curiosidad infinita? ¿Desde qué fuente vital activaron nuestra capacidad de asombro? ¡Con cuánta paciencia nos dieron las palabras para construir nuestra biografía!
Con fuerzas propias y a veces prestadas, nos levantaban al caer, empujándonos a seguir. Donde veíamos espinas, anticiparon rosas, llevándose las marcas de algunas cicatrices que hoy lucen como trofeos.

Ojalá la pasión y la fe de mis maestros sea la epidemia más contagiosa e incurable del planeta. Que festejemos su día cada día, que las calles evoquen su memoria, que las plazas inmortalicen su figura, que la ciudad se detenga a su paso, que nunca se apague su llama encendida en cada uno.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Uniformes

“El hombre ha olvidado el ser para entregarse al dominio de los entes” Heidegger

El presidente de EEUU, Barack Obama expresó en su discurso a los egresados de la Universidad de Michigan (Mayo 2010): “La práctica de escuchar puntos de vista opuestos es esencial para una ciudadanía efectiva. Es esencial para la democracia. Si optamos por buscar activamente la información que desafía nuestras suposiciones y nuestras creencias, tal vez podamos empezar a entender cuál es la motivación de las personas que no están de acuerdo con nosotros. No podemos esperar resolver nuestros problemas si lo que hacemos es desgarrar unos a otros. Es nuestra cultura la que se embrutece al peor nivel, y puede enviar señales a los elementos más extremos de nuestra sociedad que tal vez la violencia es una respuesta justificable.”
Me llamó la atención la reacción de algunos vecinos que condenaron el concierto protagonizado por jóvenes de nuestra comunidad en el anfiteatro. El argumento de la censura fue que la propuesta musical no “representa nuestra identidad”.
¿Cuál es nuestra identidad en materia de música o cultura? ¿Hasta dónde los gustos personales pueden definir una cultura representativa? ¿Cuál es la oferta cultural de la Municipalidad, de las Instituciones insignes o de los mismos residentes de nuestra ciudad? Es claro que para un grupo importante de jóvenes, ciudadanos para quienes rigen los mismos derechos que nos benefician a todos, la identidad fue claramente demostrada. Siendo vecinos, representan su porción de la identidad del lugar, aunque muchos puedan discrepar en gustos personales.
Me preocupa que haya voceros que esgrimiendo voluntades divinas no tienen ningún reparo en cambiar la historia o las evidencias para generar un mensaje dogmático. Cuando la sociedad calla, por temor o por ignorancia, el eco de sus discursos se transforma en verdades incuestionables frecuentemente utilizadas para sancionar, limitar o excluir. Pregunto otra vez: sostener aberrantes interpretaciones históricas o fundamentos tendenciosos de quienes se autodenominan autoridad en la materia ¿representa la identidad de toda una comunidad? Ese tipo de identidad se denomina intolerancia y afecta peligrosamente las libertades individuales.
Quienes defendemos a ultranza la separación de iglesia y estado consideramos como osada la hipótesis sostenida por muchos que el gobierno local debe ejercer su poder para censurar aquellas acciones que no coinciden con las opiniones religiosas particulares, específicamente en un tema tan subjetivo como los estilos musicales y su adecuación a la presunta identidad local. Me preocupa que se condene a un grupo de jóvenes que están haciendo algo, que están produciendo arte, que ocupan su tiempo para crear en beneficio de todos, aunque no comparta sus gustos.
Ojala Libertador se identifique con más y mejores expresiones culturales, que no se excluyan de las actividades a quienes desean aportar desde lo personal o colectivo en un marco de respeto.
Aplastar las iniciativas de los jóvenes simplemente los invita a cambiar de escenario o a la holganza. Parafraseando las palabras del presidente Obama: “Eligen no hacer que sus opiniones sean escuchadas, entonces es cuando la democracia se desploma. Entonces es cuando se abusa del poder. Entonces es cuando las voces más extremas de nuestra sociedad llenan el hueco dejado por ellos.”

lunes, 30 de agosto de 2010

Metamorfosis

Una de las mayores dificultades que enfrentan los movimientos ecologistas alrededor del mundo es el concepto popular que sugiere que las acciones individuales tienen un impacto negativo diminuto y, por lo tanto, despreciable. Así, comparados con las fumigaciones a gran escala o las emanaciones contaminantes de fábricas, el veneno utilizado para erradicar las cucarachas de la casa parece no afectar a los peces del arroyo, o las fugas de aceite del motor no inciden en la contaminación de las napas freáticas.
La cosmovisión cristiana reconoce la responsabilidad del hombre en el cuidado del planeta a partir de la orden divina de cultivar y proteger la creación. Sin embargo, aun las sociedades que fueron predominantemente agrícolas presentan una marcada disminución de la población de agricultores. Hoy las corporaciones manejan la producción con un objetivo meramente lucrativo, aniquilando el planeta para aumentar la rentabilidad. Poco pueden hacer los pobladores ignorantes e indefensos frente a esta realidad. Incluso la religión, que predica la restauración futura de la tierra, parece descuidar el presente en las acciones de sus feligreses.
Hace dos décadas Libertador San Martin se caracterizaba por la abundancia de jardines. Los rosales del “Colegio” aportaron muchas flores para deleite de los sentidos y transgresiones de los enamorados. Recuerdo los tulipanes y otras flores exóticas cuidadas primorosamente por el jardinero como si fueran un tesoro. Tanta belleza no solo nos comprometía a protegerla, sino generaba un efecto replicante: las casas del pueblo se identificaban por sus jardines. El cultivo de la tierra, la siembra y el cuidado de la semilla, fructificaban en una ofrenda floral seduciendo a residentes y visitantes.
El sometimiento a la rentabilidad despidió al jardinero, y la inseguridad sustituyó jardines por rejas y murallas. Los espacios verdes se atiborraron de espantosas construcciones a las que denominamos departamentos, decoradas grotescamente con contenedores de basura exhalando sus impúdicos olores. En nuestra confusión llamamos “Jardín” a un mamarracho de concreto. La estética natural cedió ante el embate de la utilería rentable, sometiendo también al hombre y su espíritu.
¿Qué dice esto de nosotros? ¿Qué pasó con el mandato de preservar el planeta? Hace unos días visité el “Parque das Aves” de Foz de Iguazú, Brasil, un lugar donde se construyeron grandes espacios para albergar pájaros de la región y poder interactuar con ellos. Mientras recorría el lugar me detuve a observar a los niños, incluso los bebés en brazos de sus padres. Todos estaban extasiados, sus ojos brillaban de alegría y de sorpresa, deslumbrados ante tanto despliegue de colores y sonidos. En ese momento pensé: ¿cómo incide la estética de un lugar en el espíritu? ¿Cuán identificados estaríamos con los desafíos sociales y ecológicos si cultiváramos una parcela y aprendiéramos a leer el milagro de la vida redactado en una flor?
Estoy convencido que en materia de ecología toda acción es urgente, generada desde la necesidad de preservar aquello que sabemos valioso y no podemos perder. Reflexionemos si el deterioro social que nos preocupa tiene relación con la falta de cultivo; sea de jardines y de afectos, sea de flores y de ideas.
Ojalá lo apremiante no transforme en superfluo aquello que es indispensable.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Entelequia

Entelequia: 1. f. En la filosofía de Aristóteles, fin u objetivo de una actividad que la completa y la perfecciona. (Dicc. Real Academia Española)

La generación espontánea era una creencia profundamente arraigada descrita por Aristóteles. La observación superficial indicaba que surgían gusanos del fango, moscas de la carne podrida, organismos de los lugares húmedos, etc. Así, la idea de que la vida se estaba originando continuamente a partir de esos restos de materia orgánica se estableció como principio común en la ciencia. La autogénesis sustentaba el principio vital generador de vida, concepto científico incorporado sin ninguna evidencia, solo por la autoridad de quien lo generaba.
Lazaro Spallanzani, sacerdote y profesor de las Universidades de Reggio, Módena y Pavia alrededor de 1757, rechazó la teoría de la generación espontánea. Diseñó experimentos para refutar los realizados por otro sacerdote, el inglés John Turberville Needham, que había calentado y seguidamente sellado caldo de carne en diversos recipientes; dado que se habían encontrado microorganismos en el caldo tras abrir los recipientes, Needham creía que esto demostraba que la vida surge de la materia no viviente. No obstante, prolongando el periodo de calentamiento y sellando con más cuidado los recipientes, Spallanzani pudo demostrar que dichos caldos no generaban microorganismos mientras los recipientes estuvieran sellados.
Lo que para nosotros es obvio, no lo era para los científicos del siglo XVII. Spallanzani estaba echando por tierra criterios y principios que sustentaban la ciencia y la filosofía de aquella época. La disputa entre Needham y Spallanzani fue larga y enconada, pues el inglés afirmaba que las cocciones del italiano destruían el espíritu vital y Spallanzani demostró que lo único que la cocción destruía era las esporas de las bacterias, no un principio de vida de índole místico. Pasaron cien años hasta que Pasteur pudo cerrar definitivamente esta polémica.
Un siglo antes, Galileo Galilei, padre de la astronomía moderna, se enfrentaba a la ignorancia al punto de arriesgar su propia vida. Su trabajo se considera una ruptura de las asentadas ideas aristotélicas y su enfrentamiento con la Iglesia Católica Romana es un ejemplo de conflicto entre la autoridad y la libertad de pensamiento en la sociedad occidental. Galileo no podía callar lo evidente: la tierra giraba alrededor del sol, aunque los representantes de Dios se empeñaban en demostrar lo contrario; para sustentar sus ideas recurrían a una caprichosa interpretación de la Biblia (Salmo 93:1). Desafiar a Dios significaba la muerte, ya sea del cuerpo o de las ideas. Pasaron casi cuatro siglos para que la humanidad pidiera perdón.
En mi actividad laboral y académica suelo encontrar situaciones y actitudes que sustentan modelos obsoletos e ineficientes con el argumento que “siempre se hizo así”. La reticencia al cambio, la defensa irracional de un hábito, considerar enemigo al que piensa diferente, limita el avance. Por cierto, esa es la base de los fanatismos de los cuales la humanidad no ha podido liberarse tras siglos de historia.
Frente a la parálisis de las costumbres es bueno recordar a Galilei. Se cuenta que al salir del tribunal de la Inquisición que lo obligó a abjurar de sus ideas para salvar su vida dijo: “E pur si muove” (sin embargo se mueve). Lo que fue un susurro entre dientes, terminó aceptándose como un principio irrefutable.

martes, 17 de agosto de 2010

Tarea fecunda

“En esta época, el mero ejemplo de la disconformidad, el mero rechazo a doblar la rodilla ante la costumbre, es en sí mismo un servicio.” John Stuart Mill (1806-1873) Sobre la libertad.

Es notable observar, en el repaso histórico de la humanidad o en la memoria auténtica de nuestro país, que los grandes hombres de la historia, aquellos que obtuvieron logros significativos y los beneficios que nos protegen, murieron solos, pobres y olvidados; desde los artistas que nos regalaron una pausa frente a las inquietudes del espíritu hasta los caudillos libertadores que generaron el espacio suficiente y seguro para concretar nuestros sueños.
Con pocas semanas de diferencia conviven las fechas que recuerdan la partida de dos personas que aportaron a los argentinos la libertad sobre la tiranía de gobiernos y dolencias: José de San Martin y René Favaloro. Ambos se entregaron en cuerpo y alma a esta vocación, ambos cultivaron un profundo aprecio y respeto por la educación. San Martin decía una frase que está escrita en el monumento que evoca su memoria en nuestra plaza: “La ilustración y fomento de las letras es la llave maestra que abre la puerta de la abundancia y hace felices a los pueblos.” Alegaba que “la biblioteca es destinada a la ilustración universal, más poderosa que nuestros ejércitos para sostener la independencia.” Favaloro advertía: “Estoy absolutamente seguro que el cambio de rumbo sólo puede lograrse a través de la enseñanza”, que “un pueblo sin educación, sin agua, sin luz, es un pueblo sin salud, sin futuro”; “Creo que hemos perdido el derrotero en cuanto a las prioridades de la enseñanza. Nos debería preocupar más la primaria y la secundaria. En la niñez y en la pubertad es cuando se forma el ciudadano del futuro.”
Cuando aconsejaba a su hija Mercedes, San Martín anticipaba el concepto que Favaloro instalaría en sus alumnos cuando les pedía que “entiendan que lo material es temporario”, decía que “lo que perdurará para siempre serán los ideales y entre ellos, la gran convocatoria debería ser: educación y desarrollo científico en busca de una sociedad en que la equidad social sea lo prioritario”.
Humberto Maturana R. y Bernhard Pörksen en “La paradoja de la educación” escriben: “a diferencia de lo que comúnmente se cree, la enseñanza no tiene que ver con la eliminación gradual de la ignorancia. No se trata en primer lugar de la entrega de conocimientos, sino que — algo mucho más vasto — de una forma de vida especial acorde con el propio ideal, de un cierto tipo de convivencia de donde se desprenden los contenidos respectivos. El niño o la niña en la escuela no aprende matemáticas, sino que aprende a convivir con un profesor de matemáticas. Esta relación entretenida o fascinante algún día quizás lo motive a seguir por su cuenta. Todo es interesante si uno se interesa por ello.”
San Martín y Favaloro cumplieron esta premisa. Poco sabemos de sus emociones y pensamientos antes de morir. La soledad de sus minutos finales nos sugiere una turbulenta crisis. “El día que terminen los desafíos habré muerto”, decía Favaloro. Somos responsables de sus legados, de mantener una activa pasión por el bien común y disconformidad frente a las costumbres que perpetúan cualquier forma de sometimiento o ignorancia. La libertad de América o el bypass aorto-coronario inicialmente fueron fantasías, el gran cirujano decía: “Siempre he creído que toda realidad futura se eleva sobre cimientos de ideales y utopías. Soñar es tarea fecunda.”

martes, 10 de agosto de 2010

Sobre cabras y corderos

“El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que hay que avivar” Michel Eyquem de Montaigne

Soy afortunado porque donde vivo puedo ver a muchos de los que fueron mis profesores y seguir aprendiendo de ellos. Cuando evoco mi formación media, sus rostros, gestos y frases célebres aparecen con destellos vívidos. Uno de ellos fue el director cuando cursé la secundaria.
Los alumnos lo conocíamos por el sobrenombre, incapaces de pronunciarlo en su presencia. Pocos sabíamos el origen: para algunos era por el intento de dejarse la barba, para otros por la forma en que arremetía cuando se trataba de concretar un proyecto.
Cuando pienso en Don Isidoro, lo recuerdo con los ojos chispeantes de energía; una virtud que no pudo aplacar el tiempo ni la enfermedad. Lo veo activo cumpliendo las gestiones académicas, también aquellas que no estaban en su contrato. Por sobre todas las cosas lo recuerdo cercano, accesible; con la distancia necesaria para mantener la asimetría esencial en el proceso educativo. Compartía con nosotros cada recreo en una “pulseada romana” o un partido de “manito”, una especie de tenis sin raquetas; en algún momento llegué a creer que era omnipresente. Como si fuéramos un bote, con sutiles golpes de timón, nos preparaba para la vida, para ganar o aceptar las derrotas con dignidad y volver a levantarnos; nos enseñaba que las herramientas hacen al trabajo, pero que la carencia de ellas no paralizaba la acción. Su rango jerárquico no le impedía cargar mezcla en un sendero para que no nos embarremos los días de lluvia, una lección de servicio y solidaridad que me acompaña hasta hoy. No buscaba la exclusión como forma inmediata de resolver un problema; no recuerdo que haya sentenciado “si no te gusta, te vas” pero muchas veces lo escuché acercar divergencias diciendo “a ver ¿qué pasa?”. Simple, natural, sin contención ni artificio; al decir de Montaigne, fue y sigue siendo el objeto de su libro, una historia estimulante.
Heredé su impaciencia, su hastío de los formalismos. Cuando me atraviesan las palabras “excelencia y servicio” me pregunto sobre la ausencia de memorias y gratitudes. ¿Por qué las generaciones actuales ignoran a estos héroes contemporáneos que se extinguen lánguidamente en un hospicio? Tal vez porque el destello que aun titila en sus ojos es suficiente condena contra la holganza y la soberbia. Antes de enunciar un epitafio y acorde a la misión de perpetuar los modelos generadores en los recursos humanos que se forjan desde los claustros, bien podría hacer a la excelencia y servicio el recuerdo público, regular y accesible. ¡Cuánto beneficio traería a los alumnos y comunidad una exposición franca y amena de las ideas e historias de quienes apostaron su vida en convertir los sueños individuales y colectivos en la realidad que ostentamos!

Hasta tanto vaya mi homenaje en los versos de Gabriel Celaya:

"Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca...
hay que medir, pensar, equilibrar...
... y poner todo en marcha.

Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino...
un poco de pirata...
un poco de poeta...
y un kilo y medio de paciencia concentrada.

Pero es consolador soñar…
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.

Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada."

martes, 3 de agosto de 2010

Minorías

El 26 de Septiembre de 1867 durante el gobierno de Nicasio Oroño se dicta en Santa Fe la Ley de Matrimonio Civil. Para que el mismo tuviera validez ante el estado era imprescindible el ejercicio de jueces de paz o autoridades municipales, con testigos civiles. La ceremonia religiosa debía ser posterior.
Escriben Emma Wolf y Cristina Patriarca en “La Gran Inmigración”, refiriéndose a los inmigrantes de Santa Fe, que “el proceso de asimilación fue lento porque se empecinaron en preservar su espíritu, dialecto y costumbres. En este aspecto los colonos de San Jerónimo fueron especialmente cerrados, lo que les valió un atraso de años con respecto a los demás. Cuando el liberal Nicasio Oroño decretó el matrimonio civil en la provincia con el propósito de solucionar el problema de las parejas mixtas de católicos y protestantes, los valesanos de San Jerónimo organizaron una expedición armada en su contra porque entendieron que la medida era “impía” y atentaba contra los principios religiosos. Con el mismo ardor se opusieron al paso del ferrocarril”.
El gobernador también fue condenado por el clero y el gobierno central. El Monseñor José María Gelabert y Crespo, titular de la Diócesis, lo amenazó con la excomunión. El asesor del gobierno nacional, Dalmacio Vélez Sarsfield, condenó la norma alegando que era “un golpe a las costumbres, a la moral y a la religión de los habitantes de la provincia”. Nicasio Oroño fue un pionero, porque recién el 12 de noviembre de 1889 se sancionó la ley nacional de matrimonio civil.
Como miembro de una minoría religiosa seguí de cerca el proceso de modificación de la ley de matrimonio civil para incluir a las personas del mismo sexo. Observé las reacciones y argumentos que los ciudadanos mostraban desde los medios; sentí inquietud por las actitudes de los grupos religiosos. Percibí violencia en la mayoría de los testimonios, me alarmó el nivel de ignorancia expresado en los diversos alegatos y me sorprendió como se sumaban a una evidente oposición, más política que filosófica.
Desde una perspectiva biológica, la homosexualidad no es una conducta natural como tampoco lo es el celibato. Desde lo religioso es considerado pecado, así como lo es el adulterio. La realidad muestra que la mayoría de los homosexuales provienen de hogares heterosexuales. Hay suficiente evidencia científica para establecer como una de las condiciones subyacentes a la elección homosexual, el abuso sexual en la infancia. Llamativamente no se organizaron en nuestro país grupos ecuménicos para exigir leyes más estrictas e infraestructuras más efectivas que castiguen y prevengan el abuso sexual de niños y niñas, entre cuyas formas se encuentra la pedofilia por parte de religiosos.
Si bien cuestiono que se denomine matrimonio y creo más adecuado el término unión igualitaria, el hecho que un país sancione una ley que proteja los derechos civiles de las minorías hace que me sienta seguro. Los que pertenecemos a una minoría religiosa, que pretendemos excepciones ante las características diferentes de nuestro culto, debemos ver que este hecho garantiza la condición de igualdad ante la ley. El imperativo moral de llamar al pecado por su nombre es individual, no concede ser jueces de los demás ni admite la oposición política, sino la vida ejemplar, la conducta intachable y coherente en todos los ámbitos de la existencia y la disposición al servicio del prójimo aunque no compartamos hábitos ni filosofías.

lunes, 26 de julio de 2010

Cifras provisorias

La mortalidad por accidentes automovilísticos en 2009 en Argentina fue de 7885 personas según la asociación civil “Luchemos por la vida”. Un promedio anual de 657, diario de 22. Estas cifras son provisorias al 5 de Enero de 2010.
Los accidentes son considerados como "la epidemia del siglo XX", cuya mortalidad supera a muchas enfermedades. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define accidente como un "acontecimiento fortuito, generalmente desgraciado o dañino, independientemente de la voluntad humana, provocado por una fuerza exterior que actúa rápidamente y que se manifiesta por la aparición de lesiones orgánicas o trastornos mentales". El concepto de accidente es científicamente impreciso por la multiplicidad de causas, circunstancias y efectos que envuelven la ocurrencia del mismo. Según la definición de la OMS aquello que puede ser evitado o prevenido no constituye un accidente y se denomina trauma.
Las estadísticas muestran un incremento mundial de muerte por trauma vial con una tasa de incidencia que afecta a más personas en un espectro etario cada vez más amplio. Los porcentajes de víctimas fatales en nuestro país según roles muestran que 24% son peatones, 42% conductores u ocupantes del automotor, 8% ciclistas y 25% moto o ciclomotoristas. De este último grupo solo un 4,1% utiliza casco protector. Lamentablemente cuando ocurre una tragedia, las estadísticas representan una ironía: para la víctima es el 100%. El sentimiento de vulnerabilidad lleva a los sobrevivientes a buscar culpables o responsables y pretender soluciones inmediatas con un bajo nivel de autocrítica.
Es cierto que donde no circula la droga es más difícil iniciar una adicción o que el uso del preservativo disminuye las enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados, pero estas medidas no reducen el riesgo por si solas, como así tampoco se disminuyen los accidentes desplazando la ruta fuera del radio urbano. Las estadísticas muestran una mortalidad por accidentes casi similar entre la zona rural y urbana (48 y 52% respectivamente).
En la gran mayoría de los accidentes automovilísticos sigue siendo la imprudencia la causa determinante: la velocidad, el consumo de alcohol, uso de celulares y dispositivos personales de sonido con auriculares (MP3), negligencia en las medidas de seguridad y arrebato o distracción en zonas de mayor riesgo.
Por otro lado la OMS reconoce que ante el aumento de vehículos las infraestructuras existentes resultan obsoletas o insuficientes a la hora de prevenir los accidentes y enfatiza la responsabilidad de los gobernantes en los distintos niveles de acción.

Opino que el mayor problema sigue siendo la falta de educación vial precoz, la violencia al volante y la percepción parcial del problema. El ministro del Interior Florencio Randazzo señaló que los accidentes automovilísticos en Argentina en 2009 bajaron un 9,2% según los datos del Observatorio Vial: 3835 casos; menos de la mitad de lo notificado por “Luchemos por la vida”. En materia de seguridad no se pueden manipular o desestimar los datos.
Ante el reciente evento que conmocionó a los vecinos, la respuesta insuficiente del Municipio apelando a Dios para que proteja a las víctimas demuestra que el problema se les fue de las manos. La ruta seguirá cobrando víctimas en la medida en que no generemos conciencia urbana de seguridad vial, que no tengamos un compromiso eficaz contra la imprudencia y exijamos la inhabilitación ejemplar a los infractores, aunque sean amigos, parientes, vecinos, entidades oficiales o poderosos inversores.

miércoles, 21 de julio de 2010

Una especie en extinción

Escribo estas líneas desde Leandro N. Alem, Misiones. A través de la ventana puedo ver la estructura de lo que fuera el sanatorio mas importante de la provincia. Mi padre fue su primer gerente. Fueron años difíciles aquellos y parece que fue hace poco; cerrando los ojos lo veo partir de madrugada a buscar los insumos imperiosos o postergar el regreso sorprendido por una tormenta en las picadas coloradas de la selva misionera convenciendo a la gente de un proyecto posible.
En estos días cumple 80 años, toda una vida al servicio de la fe que abrazó de niño. Salió de su Europa natal con la edad suficiente para entender que algunas despedidas serían definitivas. Llegó a América con la fe como bitácora de vida, con el sueño de sus padres vadeando realidades azarosas.
Quedan pocos de su especie. Hombres que supieron entregarse para forjar los ideales propios y estimular los ajenos, que garantizaban con su vida la palabra empeñada.
Como el buey que se sabe uno con el surco y el arado, regaron con sudor y lágrimas la semilla. Esperaron la cosecha en un tiempo que no les pertenecía; no como el amo que, látigo en mano, castiga a la bestia que le da sustento. No se rodearon de obsecuentes inútiles para lucir la jerarquía, ni negaron el saludo al subalterno por temor a perder autoridad. “Somos iguales ante Dios”- me decía.

Lo veo regar sus verduras, doblado por el peso de los años y de algunas cargas que le agregué en el proceso de hacer mi propio camino. La misma huerta que nos dio sustento en épocas de carencia extrema cuando las dificultades para hacer funcionar al sanatorio requerían un sacrificio que incluía la familia. La que cuidé de niño y me enseñó que para obtener frutos, no solo hay que sembrar, sino atender diligentemente y cosechar a su debido tiempo, con la paciente espera que acompaña al milagro de la vida.

Seguramente con los de su especie cometieron errores por la necesidad de improvisar ante lo nuevo, abriendo camino al andar para facilitar nuestro paso. No tapizaron de diplomas las paredes, pero la tesis defendida en cada acto de sus vidas merece un doctorado.
Solo les cuestiono una cosa: en su humildad llana, no quisieron transmitir a los sucesores las penurias que padecieron para darnos lo que tenemos, para forjar lo que somos. Porque el servicio, el respeto, la equidad y el sacrificio para ellos es una respuesta natural, una forma de vida.

¿Qué maléfico predador los fue extinguiendo? ¿Por qué no se multiplicaron en los que hoy ocupan sus lugares? Es que los sucesores no tomaron la posta. Vinieron a usurpar los logros ajenos desde la comodidad, la falta de privaciones, la perversa costumbre de la amnesia, del olvido confortable, de evitar aquello que exige un mínimo de abnegación y entrega.

Entre las historias de los precursores que abrieron el sendero no se mencionan los nombres de los que aun viven, porque al ser humano le inquietan las deudas pendientes y para calmar la escasez de conciencia apelan al recurso del olvido.
Cuando los bufones parodian a los pioneros, me alegra que sus labios no pronuncien el nombre de esta gente. Porque hay que tener las manos limpias y la moral intacta para contar su historia sin que se les caiga la cara de vergüenza.

¡Feliz Cumpleaños mi querido viejo!

lunes, 12 de julio de 2010

El ingrediente secreto

Hacía las mejores medialunas que he probado en mi vida. Trabajaba en la panadería del colegio rural donde estudié todo el secundario, una institución con internado que ofrecía la posibilidad de pagar los estudios con trabajo mientras se aprendía un oficio. Esta panadería no solo financió la educación de muchos estudiantes, sino que mantuvo a flote la economía de la institución en tiempos difíciles.
En ese entonces no tenía claro que sería de mi vida. Trabajaba como correo llevando las cartas desde la estafeta postal local hasta el pueblo, distante a unos 7 kilómetros. Todas las tardes, haga frío o calor, llueva o truene o con una polvareda roja que se me incrustaba hasta en los orificios más recónditos, cargaba mi alforja impermeable y caminaba hacia mi destino. Si tenía suerte, hacía “dedo” y me llevaba algún auto. Algunas veces viajé en carro. No tengo gratos recuerdos del personal de correos. Creo que por ser un niño, el maltrato pasó a ser rutina para los funcionarios postales. El regreso era una tortura: retrasado, furioso y con el orgullo herido ante la impotencia.
Los jueves de tarde salían las medialunas recién horneadas. Para entregar las cartas a la estafeta tenía que pasar frente a la panadería y desde lejos sentía el aroma del pan. Uno de esos jueves nefastos, con el sol poniéndose a mis espaldas y la mochila más pesada que nunca se acercó con dos medialunas en un pedazo de papel de almacén. –“Tomá pibe” –me dijo – “es para que te mejore la cara”. No les puedo describir el placer que me produjo aquel manjar. El aroma de la masa aun tibia parecía abrirme los pulmones. Devoré la primera casi atragantándome; disfruté la segunda de a poco mientras me limpiaba el pegote que el almíbar de cobertura había dejado en mis dedos.
La ceremonia se repitió casi todos los jueves. Y, por cierto, me cambió la cara. La fragancia del pan me dibujaba una sonrisa un par de kilómetros antes. Una vez osé preguntarle el secreto del sabor. –“Mirá nene” - decía- “hay cosas que no se preguntan”. A veces conversábamos. Nunca le escuché una queja, aunque sabía que su día arrancaba mucho antes de que el sol despertara y que postergaba sus intereses para mantener rentable la producción, consciente de que de esa economía dependía el futuro de muchos de nosotros.
Como todo colegio rural la educación pudo haber tenido limitaciones. Sin embargo el modelo pedagógico integral, que incluía el trabajo como parte de la formación, nos dio las herramientas de aprendizaje necesarias para completar una carrera universitaria y alcanzar una vida independiente.

La vida lo trajo para acá. Hace poco se jubiló. Supe que el mismo día en que pasaba a retiro un administrador cruel suspendía, sin aviso, su cuenta corriente en el supermercado para el que trabajaba y adonde se abastecía, como si la condición de jubilado lo inhabilitaba a pagar las cuentas. Me revuelve las tripas imaginar la escena. Pero en el dolor ajeno descubrí el ingrediente secreto de esas fabulosas medialunas. Al fin supe que estaban hechas con una ilimitada dosis de paciencia. Porqué hay que tener paciencia de artesano para saber esperar el punto justo de una masa y, también, para soportar los desprecios de los desmemoriados.

Don Luis, además de la alegría de aquellos días, de las lecciones de vida que perduran, le debo mi carrera.

lunes, 5 de julio de 2010

Lo inmoral

La eliminación de las selecciones de Argentina y Paraguay nos privó, además de la satisfacción de llegar a semifinales, de ver a Maradona y Larisa Riquelme (modelo paraguaya) cumplir sus promesas de desnudarse. Personalmente estaba pendiente de la selección guaraní…
Excepto en el caso de Lady Godiva, no entiendo bien cuál es la razón que lleva a una persona a desnudarse en público, en especial para festejar un triunfo. Las legislaciones de la mayoría de los países del mundo considera este hecho como un delito contra el pudor, exposición ofensiva, escandalosa e inmoral.
Hay culturas donde los adultos viven desnudos, o apenas vestidos poniendo en duda las conclusiones de Sigmund Freud acerca de los traumas que se generan en los menores expuestos. Paul Ableman escribe: "Resulta interesante especular que tipo de modelo de la mente humana hubiera construido Sigmund Freud, si se hubiese basado en un estudio de la desnuda tribu de los Núer de Sudán, en vez de hacerlo en los Europeos vestidos. Así, grandes provincias del imperio mental de Freud hubieran simplemente desaparecido."
Los actos morales están orientados hacia el exterior, la realidad, el mundo, los demás. Tienen un aspecto interno que hace que sean valorables. No podemos olvidar que somos morales porque sabemos que podemos elegir, porque sentimos que tenemos posibilidad de seguir caminos diferentes en nuestra vida, porque nos damos cuenta de que nuestras acciones tienen consecuencias. La conciencia de estas consecuencias es la base del aspecto interno de la moral, en ella está el origen de la valoración de nuestros actos, nuestros hábitos o nuestro modo de vida. Pero la conciencia moral es también conciencia de la libertad, conciencia de que no todas las posibilidades de elección son igualmente valiosas. (Portillo Fernandez 2005)
Los seres humanos hemos desarrollado una gran cantidad de códigos y de normas morales. Estos códigos y normas han sido muy diferentes según en qué sociedades y en qué momentos se hayan creado. Sin embargo permanece la necesidad que tenemos de esos códigos independientemente de la cultura, religión o sociedad en que estemos inmersos. La persistencia de esta necesidad nos lleva a buscar su causa más allá de la misma historia, más allá de la organización social, en la misma conformación biológica de la especie humana. (Portillo Fernandez 2005)
Es notable como cuando nos referimos a lo que es moral o inmoral surge, particularmente en nuestra cultura local, lo sexual como ámbito. Y tal es el peso, que pareciera existir una escala de inmoralidad que arranca precisamente en la cuestión sexual ignorando lo demás. La conducta sexual es natural al ser humano; tiene un componente primario biológico, pulsional. Sin embargo la calumnia, la estafa, el maltrato, el contrabando, la incompetencia, la paga injusta o descuidar los derechos ajenos, necesita una acción intelectual superior que no es natural o instintiva.
Una mirada miope puede hacer que la sociedad considere inmoral solo el espectro sexual de la conducta. Bajo este parámetro se llega a justificar la discriminación, el repudio, la exclusión social, laboral y religiosa.
En esta era del relativismo es importante rescatar la entereza moral haciendo especial énfasis en estimular las conductas adecuadas, repudiando aquellas que son inmorales más allá del actor, el tipo de conducta o nuestro parecer.

domingo, 27 de junio de 2010

El mejor gol

En la historia del fútbol y, en particular, de los mundiales, se repite una constante: de la crítica al elogio solo media una victoria; del pesimismo a la euforia, un gol y viceversa.
Sin ser fanático del deporte y la afición futbolera, disfruto de los buenos partidos y reconozco cierta taquicardia cuando juega el equipo de mi preferencia. Me gusta ver un buen gol, incluso aquellos donde interviene “la mano de dios” o se entromete “la cola del diablo”.
Un buen gol es una mezcla de ballet, ajedrez y lotería de año nuevo. En ese segundo de gloria se combinan las habilidades individuales, la acción colectiva, el error del rival y la ansiedad del público, que en este mundial se siente en el zumbido molesto y persistente de las vuvuzelas.  A propósito,  según Wikipedia una vuvuzela es una especie de trompeta larga de plástico utilizada por los aficionados para animar a sus equipos, especialmente en el fútbol sudafricano. El sonido que produce es similar al barritar de un elefante o al zumbido de una abeja, con una intensidad a corta distancia de 127 decibeles, casi la misma de un avión al despegar (130dB).
El gol de la victoria es un elemento prodigiosamente aglutinante. El fútbol en sí lo es. Desde que comenzó el mundial muchos temas de discordia pasaron a segundo plano, se siente un optimismo colectivo que contagia. Hace unos días alguien decía en televisión que “un jefe que no deja a sus empleados mirar el mundial, ¡merece ser expulsado del país!”. En nuestro medio algunas empresas se adelantaron otorgando a su personal licencias para ver los partidos en lugares habilitados. Los colegios modificaron los programas de clases condicionándolos a los horarios en que juega nuestra selección. Incluso los consultorios médicos se vieron vacíos en esos momentos, demostrando que muchas urgencias no dependen tanto del estado del paciente como de su nivel de ansiedad por ser atendido, es decir, de sus prioridades.
Precisamente de eso quiero escribir aquí, de prioridades. La Ley de contrato de trabajo argentina establece que “la compensación por licencia por supuesto justificado de cuidado de hijo enfermo menor de edad a cargo será equivalente al 25% de la remuneración de la trabajadora”. Notablemente no menciona al padre trabajador. En el Mercosur solo Chile establece en el Código de trabajo una licencia a ambos padres por enfermedad de hijo menor de un año, cobrando subsidio.
La Convención sobre los Derechos del Niño determina en su artículo 3º que “en todas las medidas concernientes a la infancia que tomen las instituciones públicas o privadas  se atenderá el interés superior del niño”. En materia de salud incluye el derecho del niño  enfermo a ser cuidado por sus progenitores; un derecho que debería garantizar  a los padres la estabilidad laboral y las remuneraciones como muestra de compromiso social con la infancia.
No hay nada más terrible que ver a un niño enfermo y solo ante la desgracia. Debido a las presiones laborales, muchos padres envían a sus hijos enfermos a guarderías o escuelas. Si podemos  conceder una licencia para ver el mundial, podríamos hacerlo por los niños enfermos cuando más necesitan la compañía de sus padres.  Este sería un memorable golazo de media cancha.

lunes, 21 de junio de 2010

La bandera del padre

“El dolor del mundo anda por ahí, descalzo por las cumbres y los llanos, sin que nadie venga a coronarlo con laureles. Y si en una ocasión alguien acude, lo hace demasiado tarde, cuando ya no importa.” A. Colombres “El ropaje de la gloria

Veinticinco días antes de morir Belgrano dictó su testamento. Declaró que no teniendo ningún heredero, instituía como tal a su hermano el religioso Domingo Belgrano, comisionándolo secretamente a pagar todas sus deudas y dar todo el remanente de sus bienes a su hija natural, encargándole que hiciese de padre y le diera una buena educación.
Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano nace un 3 de junio de 1770, en Buenos Aires. Realiza sus estudios en Salamanca y en Valladolid, España. Como funcionario americano de la Corona Española, encargado de entregar los permisos de embarque y desembarque de productos de comercio, hubiese podido amasar una considerable fortuna. Sin embargo su compromiso con la revolución de su patria fue un gesto de desprendimiento remarcable que le valió una oprobiosa miseria (P. O’Donell). Esta entrega personal también significó perder el amor de su vida, Dolores Helguera, cuando en 1818 recibió la orden de marchar hacia Santa Fe. Dolores estaba embarazada y sus padres la obligaron a casarse con otro hombre que poco tiempo después la abandonó. El 4 de mayo de 1819 nació la hija de la pareja, Manuela Belgrano. Aunque los enamorados volvieron a encontrarse, no pudieron casarse porque el divorcio no era legal.
Si bien son conocidas sus acciones en el campo militar, pocos saben de su condición de pensador y de sus proyectos para la construcción de una patria grande más allá de las armas. Una de sus iniciativas fue la creación de escuelas de enseñanza gratuita en la campaña. Propuso una reforma agraria, modernizando los instrumentos de labranza, mejorando los métodos de eliminación de plagas y utilizando técnicas de drenaje de suelos inundables con el objetivo de optimizar el rendimiento del trabajo agrícola. Insistió en el valor agregado de la materia prima elaborada.
Fue un entusiasta impulsor de la educación. Donó su estipendio para la fundación de escuelas. Escribió un “Reglamento” que establecía salarios dignos para los docentes y un sistema de concurso u oposición para ocupar los cargos. Recomendaba: el maestro “procurará con su conducta en todas sus expresiones y modos inspirar a sus alumnos amor al orden, respeto a la religión, moderación y dulzura en el trato, sentimientos de honor, amor a la verdad y a la ciencia, horror al vicio, inclinación al trabajo, despego del interés, desprecio a todo lo que tienda a la profusión y al lujo en el comer, vestir y demás necesidades de la vida, y un espíritu nacional que les haga preferir el bien público al privado" (art.18)
Muere el 20 de junio de 1820 pobre y abandonado por su patria. Solo un periódico de Buenos Aires, El Despertador Filantrópico, publicó un escueto artículo sobre su muerte. Entre sus pertenencias quedó un pantalón descolorido y apolillado que ilustra la soledad inmensa, el desprecio y la ingratitud con que se le retribuyó habernos dado una patria y su insignia. Colombres tiene razón cuando asegura que “la gloria es un ropaje vacío, un pantalón remendado que ya nadie usa.”

lunes, 14 de junio de 2010

El 2º Mundial de Sudáfrica

La publicidad de una gaseosa sponsor de este mundial muestra a un niño africano corriendo, escalando feliz, hasta alcanzar la cima de una montaña. Allí, premiando su esfuerzo, recibe una botella con su oscuro y burbujeante contenido.
Los datos demográficos muestran otra realidad. La mayoría de los niños y niñas debe correr, pero no detrás de una bebida carbonatada, sino para escapar de la violencia, la mortalidad infantil, el analfabetismo y el SIDA.
Según datos de Unicef la tasa de mortalidad infantil del 2008 para menores de un año es de 48 por mil, la esperanza de vida al nacer de 52 años, el 12% de los menores de 5 años padece desnutrición moderada-grave, menos del 70% de los menores de un año presenta las vacunas para la edad. El 26% de la población vive por debajo de la línea de pobreza, es decir, con menos de 1,25 dólares por día. La violencia es la segunda causa de muerte. Solo el 77% de los niños termina la primaria y 67 de cada 1000 niños muere antes de los 5 años.
Si comparamos los mismos indicadores para Argentina, la esperanza de vida al nacer es de 75 años, la desnutrición moderada-grave es del 2%, la cobertura de vacunas llega al 92%, el 87% termina la primaria y el 5% vive por debajo de la línea de pobreza.
Uno de los flagelos de Sudáfrica es el SIDA. La incidencia es del 18,1%; 1 de cada 5 personas entre 15 y 49 años padece esta enfermedad. (La incidencia Argentina es del 0,5%).
El 31 de octubre de 1997 el parlamento sudafricano aprobó una enmienda a la ley nacional sobre medicamentos, que promovía la importación a gran escala de medicamentos genéricos para tratar distintas enfermedades, entre ellas el SIDA. Fue firmada por Nelson Mandela el 25 de noviembre.
Producidos por laboratorios de la India y Brasil, esos medicamentos tienen la misma calidad que los comercializados por las trasnacionales, pero su costo es muchísimo más bajo, entre 30 y 40 veces menos, haciéndolos accesibles a la mayoría de la población.
El 18 de febrero de 1998 la Asociación de la Industria Farmacéutica de Sudáfrica y 39 laboratorios internacionales demandaron al gobierno sudafricano ante la Alta Corte de Justicia de Pretoria, por considerar que las nuevas disposiciones jurídicas violaban la ley nacional de patentes. (Mergier M. Proceso 13/05/2001)
Esta situación generó una protesta global desde las organizaciones de derechos humanos, Médicos sin Fronteras, Oxfam y Treatment Action Campaign (TAC). Miles de firmas alrededor del mundo y la presión de personalidades reconocidas, lograron que las potencias farmacéuticas transnacionales retiraran la demanda el 19 de abril de 2001. Fue un día de gloria para la salud pública, pues este derecho a la salud, con medicamentos seguros y accesibles beneficia a muchos países pobres a partir de ese momento.
El otro mundial, este que estamos disputando, se terminará en unas semanas con un vencedor y muchos vencidos; el primer “mundial” de Sudáfrica contra las farmacéuticas transnacionales nos dio la victoria a todos, aunque nadie saliera a festejarlo por las calles.