sábado, 16 de octubre de 2010

Descubiertos, seducidos y conquistados

Tuve el raro privilegio de participar como invitado a un consejo indígena en una comunidad Nivaclé al norte del Paraguay, casi en la frontera con Bolivia. Los nativos se habían dividido en dos grupos con sus respectivos caciques y discutían a quién pertenecía el único pozo que proveía agua a la comunidad. Otrora, el agua se obtenía de lagunas distantes o con aljibes improvisados generando enfermedades por las condiciones sanitarias insuficientes. Las napas superficiales son saladas, el agua debe extraerse de pozos de más de 150 metros de profundidad. La irregularidad de los vientos no permite la utilización de la energía eólica para la extracción y bombeo. Por esta razón una ONG patrocinada por la Comunidad Europea perforó un pozo equipado con una motobomba diesel. El combustible y algunos víveres se llevan semanalmente desde una ciudad distante a más de 170 km. Hasta la construcción de esta obra, la comunidad se mantenía unida. La lucha por la superviviencia los hacía solidarios. Quienes llevaron el progreso, iniciaron una crisis social insospechada, difícil de revertir.
El descubrimiento de América y la fascinación de los nativos ante los colonizadores significaron el fin de su cultura, sus riquezas y su gente. Los líderes autóctonos vieron la posibilidad de aliarse a los dioses que venían del este y, así, aumentar sus dominios. El resultado fue la dispersión, la mescolanza y el saqueo. Solo quedaron las heridas sangrantes de una América que sigue seducida por las promesas y dividida por la inequidad viendo como los conquistadores escriben la historia, justifican la masacre y expolian sus riquezas.
Si tomamos como ejemplo nuestra comunidad desde la perspectiva de la tierra, vemos que la historia se repite. Los fundadores no dudaron en donar su patrimonio para un proyecto comunitario. Soñaban con mejorar la condición de vida de sus hijos y pusieron todo su empeño en consolidar sus objetivos. Para los que venían a sumar esfuerzos se construyeron viviendas dentro de las posibilidades económicas de cada uno, se urbanizaron áreas para satisfacer la demanda ofreciendo terrenos a un precio racional y justo. Pero así como el oro de América atrajo a los adelantados, aquí también desembarcaron conquistadores, no con espadas o cruces, sino con chequeras. Se adueñaron de la tierra, alteraron el libre equilibrio de la oferta y la demanda. El precio se elevó a cifras irracionales, haciendo inaccesible la casa propia para la mayoría. Donde hasta hace poco pastaban vacas se construyeron caminos y cloacas a una velocidad asombrosa, con pocos datos sobre el origen de los recursos. Algunos, por ignorancia o prebenda, confundieron a los inversionistas con dioses y les rindieron un trato preferencial desde la gestión que les cupo, algo parecido a lo que pasó hace cinco siglos.
Para saber que significó la conquista de América, lo invito a pararse sobre uno de los registros cloacales de los deshabitados terrenos baldíos de cualquier loteo periférico y preguntarse por qué en Puiggari o Camarero, donde viven personas que desde hace décadas pagan sus impuestos, no existe este servicio básico. Si observa con cuidado podrá ver alguna carabela cargada de oro, con el sol reflejado en la coraza de un conquistador o en un cartel publicitario; casi lo mismo.

2 comentarios:

Ana Lopez Acosta dijo...

Así es Piru y no se vislumbra que la situación se modifique por el momento. Lamentable.
Lo tuyo una experiencia riquísima.

A veces me pregunto seriamente si no viajamos para atrás en la escala zoológica....

Nestor Zawadzki dijo...

Si el hombre desciende del mono, alguna vez se debe haber trepado... de ahi que los trepadores y oportunistas involucionan... Perdón, pero es como me sale.
Un abrazo