sábado, 4 de diciembre de 2010

Rescatar la Alegria

Mario Benedetti, poeta uruguayo, escribió “Defensa de la alegría”. Señalando una imperiosa necesidad en estos tiempos de tristeza, Joan Manuel Serrat le puso música y los versos rezan así:

Defender la alegría como una trinchera.
Defenderla del caos y de las pesadillas,
de la ajada miseria y de los miserables,
de las ausencias breves y las definitivas

Defender la alegría como un atributo,
defenderla del pasmo y de las anestesias,
de los pocos neutrales y los muchos neutrones,
de los graves diagnósticos y de las escopetas.

Defender la alegría como un estandarte,
defenderla del rayo y la melancolía,
de los males endémicos y de los académicos,
del rufián caballero y del oportunista.

Defender la alegría como una certidumbre,
defenderla a pesar de dios y de la muerte,
de los parcos suicidas y de los homicidas,
y del dolor de estar absurdamente alegres.

Defender la alegría como algo inevitable,
defenderla del mar y las lágrimas tibias,
de las buenas costumbres y de los apellidos,
del azar y también, también de la alegría.

Me considero privilegiado a la hora de escuchar historias ajenas porque puedo enriquecer la propia. Noviembre ya encendió la máquina de andar apurados y parece ser que la urgencia que le imprime a los días que anticipan fin de año concentran los relatos. Lo cierto es que en pocos días supe de la tardanza en los diagnósticos y tratamientos cuando de recursos se trata; de los niños y niñas que, representando la cultura local, tuvieron que pedir ayuda afuera porque las puertas de adentro se cerraron; del coro que dejó de ser un espacio popular y académico; de la falacia de adjudicar cargos por concurso según la plataforma de gobierno. También supe las peripecias de colegas que donaron años de su trabajo al dispensario; de la amenaza de excluir a quienes firman un petitorio justo… Historias que no son distintas a las que acontecen en otros municipios y leemos en los diarios, pero que tienen un sentido particular por ocurrir en la comarca donde vivo, tal vez porque la coincidencia de lugar me hace sentir vulnerable.
Cuando analizo la condición de vida de esta gente, cuando escucho sus historias de anhelos que se extinguen como brasas en las cenizas, tengo la sensación que la esperanza deviene en espejismo, una ilusión, un resplandor de fuego de artificio.
¿Cómo, entonces, podemos seguir la propuesta de Benedetti? Los psicólogos coinciden en que la alegría es un estado de ánimo que asienta sobre el bienestar integral y que para construirlo hay que conocer sus componentes y custodiar sus partes. Para quienes es un estilo de vida que se centra en la esperanza, es imprescindible mantener esa expectativa intacta.

Una actividad que ha demostrado ser eficiente a la hora de recuperar alegrías propias y ajenas es el servicio desinteresado al prójimo. Como decía R. Tagore: “Yo dormía y soñaba que la vida era alegría. Desperté y vi que la vida era servicio. Serví y comprendí que el servicio era alegría.”

Para defender la alegría, primero tendremos que rescatarla de los amargados de siempre, los que no hacen y no dejan hacer; los que intentan apagar la llama de la esperanza porque se creen dueños del fuego. A esos les vendría bien un baldazo de agua fría. Y, por lo que cuenta la gente, parece que el balde se está llenando.

4 comentarios:

Lorena. dijo...

No creo que la genuina alegria puede ser rescatada de los que no hacen o no dejan hacer, porque no se puede tener alegria bajo esas circunstancias, entre sus manos tendran otra cosa, pero no la alegria!

Podras no concordar conmigo, pero la alegria a mi entender, no puede estar superditada a lo que pasa o no pasa a tu alrededor, podra bajar o subir la intensidad de ese sentir, pero no la quita.

Tambien me he dado cuenta que para muchos el estado de servicio al projimo es casi natural, alegria total, para otros es un esfuerzo, midiendo concientes o no, resultados...necesitan de un "feed back" condicionando asi sus servicios.

Linda la frase R Tagore, la voy a compartir con mis amigos.
Carinios.

Nestor Zawadzki dijo...

Es cierto, Lorena, que ellos no tienen la alegria para si mismos. Pero estos secuestradores de la alegria logran hacer que nadie la disfrute. Como el Grinch y la Navidad...
Coincido en que debemos generar la alegria desde adentro, sin ataduras externas, pero eso, me parece, estámas relacionado con el concepto de felicidad. La alegria, en el concepto que intento en esta entrada, está mas relacionada con la cosa. Un ritmo folclorico como el carnavalito puede ser mas alegre que una vidala; una fiesta ser mas alegre que otra segun como nos integremos o con quienes estemos. Sin embargo el sentimiento de felicidad puede ser constante.
Recuerdo que al terminar el secundario los profesores nos hicieron una despedida. El director nos pidio a un compañero y a mi que hicieramos algunas parodias de los docentes. Hicimos un "guión" que fue aprobado por el consejo del colegio y lo representamos ateniendonos fielmente al mismo. Hicimos algunos chistes muy inocentes e ingeniosos sobre características de casi todos los profesores ... Ex profeso omitimos a uno de ellos (casualmente profesor de musica), porque era especialmente susceptible a sentirse ofendido sin argumento. No vas a creer que armos un escandalo suficiente como para hacer que recibiéramos una llamada de atención solo para dejarlo tranquilo!!! Comparecimos ante el director quien nos felicito por el respeto y el nivel conque hicimos la presentacion, pero nos comento ede un profesor ofendido por lo que dijimos de los demas! Bueno, a esa clase de gente me refiero como los que no hacen y no dejan hacer. Al final lograron su objetivo: amargarnos la fiesta.

Lorena dijo...

Responderian los "gringos" a tu aclaracion en tu comentario ... got it!
A veces me da recelos copiarles expresiones que parece que eliminan la riqueza del idioma, pero a la misma vez van al punto, precisas y concretas...digamos que vienen bien para nosotras, las mujeres! jeje.
Carinios.

Lorena dijo...

Aclaro, got it, seria "un comprendido"