martes, 2 de noviembre de 2010

Fragilidad

Escribo estas líneas desde mi hotel en Asunción, Paraguay. Fui invitado por la Sociedad Paraguaya de Pediatría como orador al 12º Congreso de Pediatría, donde, además de compartir ciencia con colegas, pude reencontrarme con amigos.
El miércoles 27, luego de haber terminado mi primer conferencia, se acerca un colega y me dice:
-¿Sabes que se acaba de morir Néstor Kirchner? Al principio creí que era una broma, de esas de mal gusto que siempre involucran alguna idea política. Le pregunté si era un chiste y en tal caso que haga el remate porque no lo conocía. Ante la seriedad e insistencia de mi amigo, subí a la habitación y verifique la noticia en los canales argentinos.

Como médico siempre me afecta la muerte. Me invade un sentimiento de impotencia y crítica, donde mi cerebro intenta descifrar las posibles causas, las razones y circunstancias asociadas al evento. No puedo evitar pensar en mí, en las personas que quiero y la fragilidad de la vida.
Mientras imaginaba el escenario, pensé en aquel aforismo que asegura que somos dueños de las palabras que callamos y esclavos de las que profesamos. Y me pregunté: ¿qué pasa con aquellas palabras que guardamos y no dijimos? ¿No es acaso una condena peor la que nos reclama por el silencio?
El lenguaje es el mecanismo estructurador y condicionante del pensamiento y de la acción. Permite recibir las informaciones socio culturales del ambiente, adelantando y ampliando las experiencias personales. Es un factor estructurante y regulador de la personalidad y del comportamiento social, permitiendo al ser humano proyectar sus reacciones afectivas en el tiempo y en el espacio. Constituye el principal medio de información y cultura, siendo un factor importante de identificación de un grupo social. Los afectos y las relaciones humanas se nutren por la convivencia y se construyen con las palabras. Guardar un elogio, una palabra amable, una disculpa o una conversación trivial con el semejante esperando el momento oportuno puede quedar en la mera intención ante la pavorosa levedad del ser.
Sobre el efecto de las palabras en la infancia, Ellen White escribió: “Traiga la luz del cielo a su conversación. Hablando palabras que animan y enriquecen. Los niños necesitan palabras agradables. Es esencial para su felicidad sentir que la aprobación descansa sobre ellos. Luchen por superar la dureza de expresión, y cultiven tonos suaves. En un ambiente feliz los niños desarrollarán disposiciones dulces y luminosas.” Creo que la misma respuesta se obtiene de los adultos.

Una de las más irónicas paradojas de nuestros tiempos es la pérdida de la capacidad expresiva del lenguaje, precisamente en momentos en donde las tecnologías de la comunicación hacen posible comunicarse prácticamente a cualquier parte del planeta. Como lo sentenciara Eduardo Galeano, “este mundo comunicadísimo se parece cada vez más a un reino de mudos”. En tiempos en los que parecemos estar más comunicados gracias a herramientas tecnológicas, en realidad hemos empobrecido nuestros recursos expresivos para comunicarnos con los demás (H. Farina).
¿Quién es dueño del número de sus días? ¿Cuánto es el tiempo que compartiremos con quienes nos rodean? Nadie lo sabe, aún aquellos que lo suponen. Para que las palabras tengan efecto, deben ser pronunciadas. Cuando de expresar nuestros afectos se trata, cada segundo de silencio representa una oportunidad perdida. Es terrible que la muerte ajena contribuya a recordárnoslo.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu entrada pone en palabras los miles de pensamientos que dieron vuelta en mi cabeza cuando muere mi hermano unos dias antes de la muerte del ex presidente Argentino, tambien de un ataque subdito al corazon jugando al tenis, en el dia de su cumpleanios, y todos su familiares esperandolos para festejar ... con una llamda larga distancia internacional deseando feiliz cumplenanios temprano ese dia y horas mas tarde una llamada para anunciar su muerte...si paso por mi cabeza tu ultima reflexion! dije todo lo que podia decir en esa corta llamada de telefono?
Me costo terminar de leer tu entrada ...
Un abrazo.Lorena.

Nestor Zawadzki dijo...

Lorena: cuando el dolor es tanto, las palabras sobran. Todo mi silencio es tuyo.
Un abrazo, Nestor

Lorena. dijo...

Nestor, al margen que se me hizo personal tu entrada, contiene grandes verdades aplicadas a cualquier ser humano, porque cuando la muerte llega y nos vemos fragiles, parece que todos de repente somos vulnerables a las reflexiones que como bien mencionas lamentablemente no llegan de otra manera...Lei por ahi lo siguiente" Le cuesta tanto a la vida ganarle espacio a la muerte, que cada dia deberiamos hacerle un jubiloso verso".


Comparto la ultima estrofa del poema que le escribe Sebastian Schleig, tu ex pacientito cuando su padre "se va"...

En esta noche de viejos fantasmas me quedo con un abrazo partido, pregunto, si seran rosas rojas, claveles o te agradan las margaritas.

Que nuestra "partida" no nos sorpenda con un elogio guardado, con una palabra amable sin decir, sin disculparnos, una conversacion trivial...o un "abrazo partido".

Ana Lopez Acosta dijo...

Piru: hermosa tu entrada. Es tanto lo que se puede construir con las palabras...Me siento identificada con todo lo que escribiste.
Lo que observo es que estoy - como médica - menos "acostumbrada" a ver morir semejantes, que aquellos que no han pasado por la experiencia tan repetidamente como nosotros. Me da la sensación de que la muerte ha perdido la dignidad que solía tener, varias cosas han perdido la dignidad, en fin...
Un abrazo

Ana Lopez Acosta dijo...

Lorena: Un abrazo fuerte. Qué absurda se me aparece por momentos la existencia....

Lorena. dijo...

Ana, con respecto a tu comentario del "acostumbramiento", cual entendi perfectamente tu aporte, me da la curiosidad... es esto favorable?

Interesante...(gracias por el abrazo fuerte)

Nestor Zawadzki dijo...

Me quede con esto de "menos acostumbrada" a la muerte. La muerte me jode la existencia, no desde una necesidad de eternidad, ya que, en tanto somos humanos, considero a la muerte como parte necesaria de la vida, sino desde las historias inconclusas. Creo que me desacostumbro cada dia mas a la muerte porque escucho mas atentamente las historias ajenas a medida que construyo y entrelazo las mias.
Besos

Lorena. dijo...

Interesante no?...cuando uno es joven, la muerte, desde el punto de vista tuyo, Nestor, hace que los vivos pensemos, cuantas historias sin escribirse todavia...a nuestra edad, las historias inconclusas, como reflexionaremos, si tenemos la oportunidad de ser viejitos?...
Me llamo la atencion tu comentario "escucho mas atentamente las historias ajenas"... debe ser algo caracteristico del ciclo de la vida.
Un abrazo "completo" a ambos.

Nestor Zawadzki dijo...

Lorena no me desespera saber si llegare a viejo. No quiero sufrir, ni ser un estorbo, ni quedar en manos de un medico despiadado que que empecine en mantener con vida mis despojos. Pero me dan vuelta en la cabeza, como los cuervos, las historias inconclusas, eternamente abiertas y aquellas concluidas que insisten en permanecer, recordandome la pasmosa velocidad de la vida, la fragilidad del momento oportuno, la sutileza de lo posible, la relatividad de lo imposible.

Lorena. dijo...

No puedo agregar mucho mas, claro tu comentario.

Sebastian tambien escribio lo siguiente:
Somos breves y fragiles
Un dia volteamos la mirada y somos tierra
Solo permanecen las ideas y los verbos conjugados.