“La utopía está en el horizonte
[...] por mucho que yo camine
nunca la alcanzaré
¿Para qué sirve la utopía?
para eso sirve, para caminar”
Eduardo Galeano
Sueño
con un país distinto, con niños jugando libres en plazas y calles limpias y
cuidadas sin encierro de rejas y alarmas, donde el derecho propio empiece con
el respeto al derecho ajeno.
Sueño
con un país con salud para todos, con equidad social para cada niño, aún antes
de ser concebido. Sueño con un sistema de protección social para cada habitante
del país; con un seguro de asistencia médica que sea más que un contrato de
venta.
Sueño
con que cada niño y niña de esta tierra pueda desarrollar su máximo potencial
en los primeros e irrecuperables 5 años de vida, en un entorno de amor, dedicación,
contención y protección. Sueño con un país donde la reforma educativa sea para
afianzar un futuro mejor para los niños y niñas y no una estructura diseñada
para cumplir los requisitos de los burócratas del ministerio. Que la equidad
sea una efectiva igualdad de oportunidades, pero que garantice un acceso
facilitado a quienes tienen menos recursos de cualquier índole.
Sueño
con que el abuso infantil en cualquiera de sus formas no prescriba, aun cuando
el perpetrador sea un ministro de la iglesia o del gobierno, un juez, un
comisario, un periodista, el patrón, el vecino o un familiar. Después de todo
no hay crimen más atroz que la inocencia de un niño/a arrebatada y brutalmente
mutilada.
Sueño
con rescatar los derechos de la mujer, enseñándole de niña que puede ser más
que un objeto, que puede aspirar a más que servidumbre, que aun en las peores
circunstancias tiene derechos porque existe un sistema judicial responsable que
la ampara. Que el minuto de gloria en un programa de TV no vale si se lleva la
dignidad del género.
Sueño
con proteger a los niños y adolescentes de los abusos mercantilistas, del
tabaquismo, el alcohol y las drogas, con padres que enseñen con el ejemplo que
es más importante ser que parecer. Sueño con que el adolescente este protegido
de los peligros de la noche, tanto como de los peligros de quienes deberían
protegerlos: serenos, comisarios, gendarmes , policía caminera o patovicas.
Sueño
con tener más maestros que generales, con un ejército descentralizado que
proteja los recursos naturales del país y cuide las fronteras de la rapiña de
propios y ajenos, compatriotas y extranjeros. Que el amor a la Patria no se
mida con la pulcritud de los rituales, sino con el sudor de la frente.
Sueño
con un país gobernado por el mas capaz y no por el menos malo o por los
fantasmas del pasado o los héroes del futuro, que en el poder haya “hombres [y mujeres] que no se
vendan ni se compren; [...] que sean sinceros y honrados en lo más intimo de
sus almas; [...] que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde;
hombres [y mujeres] cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al
polo; hombres [y mujeres] que se mantengan de parte de la justicia aunque se
desplomen los cielos.” (Ellen White)
En fin,
sueño que este país sea un paraíso “en que la gente viva feliz, aunque no tenga
permiso.” (Mario Benedetti)
Dr. Néstor Iván Zawadzki Desia
4 comentarios:
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Nos diste un "empacho" de entradas!!! ...
Un abrazo.
Piru querido: Alejada de los blogs, como estoy, no pude resistirme a entrar "a chusmear" ante los últimos acontecimientos referidos a la salud de la señora Presidenta.
Me mantengo en silencio porque cada uno de tus sueños(que comparto) más que utopías parecen cosas del pasado, perimidas, fuera de moda. Tal es la confusión que se genera -adrede o no- con esta balacera informativa e interpretativa que tengo la sensación de que la razón humana entró en estado de crecimiento tumoral, ramificada metonímicamente en forma loca.
Mejor callar...corro el riesgo de parecer una victoriana señora alarmada por el "progreso".....
Un abrazo.
Para el empacho de entradas basta un tirón de cuerito, jaja.
Ana: el "empacho de entradas" que menciona Lorena es porque de pronto subí los temas de mi columna en el diario local todos juntos. Tambien ando medio abandonado...
La "extemporaneidad" que resuena en mi entrada se acompaña de un jadeo provocado por la corrida para no perder el vagón de cola... Al final, me digo, de que sirve subir a un tren que no va a ningún lado, ¿no? Y me tomo unos mates, tranquilo, mientras calibro mi capacidad de asombro en la tierra de "Mad Max" sin héroes, pero con especialistas en tiroides... El canibalismo se come hasta las muestras del patólogo.
El minuto de gloria mediático no reconoce el silencio que impone la ignorancia.
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