domingo, 21 de febrero de 2010

Una deuda con la historia

El estigma de perder la identidad y tradición que la conectaba a un pasado, no solo condenó a la humanidad a repetir sus errores, sino que llevó a muchas culturas a la extinción. Desde la antigüedad los pueblos se esforzaron por construir sus propias historias invocando dioses fundadores, milagros exclusivos, astros alineados y recuerdos, algunos de ellos dudosamente demostrables, pero todos manteniendo un respetuoso reconocimiento a sus ancestros.
En nuestros días la necesidad de identidad incluye las maravillas naturales o arquitectónicas de cada país. Desde las Cataratas del Iguazú a las Torres Petronas, cada pais busca un icono que lo identifique. La Colina de la Esperanza no es la excepción. Las agujas desplazaron la imagen de identidad que daba el pórtico del Colegio Adventista del Plata (hoy Universidad) perpetuado en miles de fotografías como elemento característico del pueblo. Se entiende que al crecer como población, el pórtico era un tanto arbitrario como icono distintivo. De paso, hablando de historia ¿quién lo diseñó y construyó? Perdonen mi ignorancia.
Esta falta de datos me lleva a considerar una cuestión que me perturba desde hace muchos años: ¿qué hacemos por rescatar la historia viva, esa que deambula con bastones y andadores? Sabemos que dándoles lo estrictamente legal compensamos injustamente el sacrificio de toda una vida. Es que no puedo dejar de pensar que cada piedra fundamental, cada ladrillo de mampostería, cada viga de este pueblo y en especial de sus instituciones insignes se construyeron sobre las espaldas que hoy doblan el esfuerzo, la vida y la desidia.
No pienso en los fundadores que en paz descansan. Pienso en los ancianos que cada tarde cantan desde el olvido “cuando allá se pase lista y mi nombre llamen yo responderé…”, nombres que carecen de significado para la mayoría de nosotros. Me estremecen esas voces cascadas, ajadas por el tiempo, esos ojos cenicientos que proyectan recuerdos nebulosos; las manos temblorosas que curaron generaciones, escribieron pizarrones y corrigieron cuadernos, cuidaron nuestros pasos, construyeron nuestro futuro, fecundaron nuestros sueños y provocaron nuestras rebeldías.
La insensible urgencia del progreso y la amnesia histórica regida por la tiranía de los números hicieron que los nuevos administradores los olvidara. No solo relegaron sus historias a las ceremonias, sino desecharon el modelo que cultivaron, la identidad con la empresa, la pasión por el trabajo, la integridad ante las prioridades, el estoicismo en las resoluciones, la paciencia y tesón en pos del ideal. Por cierto no dudo que hubo renegados, cuyos estilos de vida y despliegues edilicios se exponen casi impúdicamente.
Cuando la vieja campana del la UAP suena sabemos tácitamente que se fue uno de ellos. Y con ellos se pierden sus historias, sus modelos, sus sueños, sus anhelos y aún sus errores con todo el potencial pedagógico que nos ofrecen.
La propuesta de hoy es estimular el rescate de la historia viva. De jerarquizar a nuestros ancianos devolviéndole la dignidad que merecen. Aceptar que nos equivocamos, tal vez sin mala intención, al descalificar sus estilos. Reconocer que estamos en deuda con cada uno de ellos, visibles o invisibles. Que al preguntarnos por quién doblan las campanas dejemos por un momento de pensar en nosotros y honremos el merecido descanso de un valiente, satisfechos por haber rescatado su historia.

3 comentarios:

Lorena. dijo...

Josep Rienau dijo" las obras del pasado valen tanto mas cuanto mas se ha luchado" No se, somos parte de una generacion con menos desafios? Dicen que la lucha nos hace fuertes, mejores, nos convierte en lo que somos; sin las luchas jamas nos veriamos obligados a superar nuestros limites y dar mas de nosotros mismos.Supongo que nuestros ancianos entendieron esto. Lastima, "Colina de la Esperanza" lleva en parte ese nombre por uno de sus propositos: formar jovenes que encuentren su felicidad en hacer el bien y que tengan la robustez moral que nuestra sociedad necesita en este tiempo.

Nestor Zawadzki dijo...

Hola Lorena. Como se que conoces este pueblo, creo que coincidirás conmigo en que los ancianos están bastante olvidados. Siendo que conforman la cuarta parte de la población ni la infraestructura urbana, ni la cobertura sanitaria los toma en cuenta. Asumo que vivir en esta especie de "Jurassic Park" a veces nos pone los pelos de punta, lamentablemente tenemos poca memoria y una tendencia a vivir sin historia.

Lorena. dijo...

Nestor, la Villa no es difernte del resto de lo que refleja la sociedad en general, aunque tienen "las herramientas" para hacer la diferencia. Hay un emergente individualismo y esto hace que dejemos de ser una cultura colectivista.
Nuestra sociedad idolatra la "juventud" y teme a la vejez, esta "esterotipado", hay marginacion para nuestros ancianos, llamadolas "cargas sociales", representado por el sistema de pensiones y la atencion de la salud...en lugar de destacar los aportes sustanciales que hacen a la sociedad.
Tambien consideremos que es la primera vez que 4 generaciones seguidas,hijos, padres, abuelos y bisabuelos conviven en la historia. En el principio del siglo XX uno de cada cuatro llagaba a los 65!...
Tu "granito de arena" puede traer esperanzas a la comunidad de "La Colina de la Esperanza"...donde estan nuestros "viejitos/as"...cariniosamente hablando.