martes, 9 de agosto de 2011

Trasplante


Practico por afición la técnica del bonsái. Heredé la pasión inicialmente de mi hermano y recibí mis primeros apoyos técnicos de Silvia Morales. Durante los años que llevo en esto, fui juntando algunas especies comunes a los lugares que habité.

Hace unos años, recorriendo los arroyos locales, me sorprendió la cantidad de árboles de mora que vi en las orillas. Encontré una planta adecuada y decidí transformarla en un bonsái. Pero al saber que no es una planta originaria de la región, sentí curiosidad y decidí investigar cómo llegaron hasta aquí. Así fui a dar con un blog en internet que cuenta los avatares de los primeros inmigrantes de las aldeas.

Un grupo migratorio importante en Argentina vino del Friuli,  región histórica y geográfica del Nor Este de Italia que corresponde a las actuales provincias de Udine, Pordenone y Gorizia y a un pequeño sector de la de Venecia. Los primero se radicaron en la provincia de Córdoba en la localidad de Colonia Caroya. Un grupo se asentó en Entre Ríos, particularmente en San Benito.

Es interesante conocer que los friulanos llegados al Departamento Paraná a partir de 1879 conocían el oficio de la cría del gusano de seda, entre otras actividades agrícolas. Cierto que por entonces dicha industria había caído notablemente por la influencia del ingreso de la seda japonesa y también por las pestes que habían asolado la región del Friuli, entre ellas la “Pebrina”. Una vez aquí, intentaron comenzar con esta actividad pero el clima reinante nos les permitió lograr su objetivo, ya que el gusano de seda requiere de ciertas condiciones de temperatura y humedad para reproducirse y formar el capullo del cual se obtiene la seda natural.

 Para alimentar a los gusanos antes de formar el capullo se requiere de la hoja de la mora, único alimento que consume este gusano. Fue en aquella época donde se plantaron las primeras moras. Los árboles que vemos en nuestra comarca descienden de aquellas primeras plantaciones y fueron diseminados por las aves que consumen sus frutos.

La “Pebrina” que asoló Europa por entonces era un parásito que se multiplicaba en las heces del los gusanos. Estos parásitos crecían sobre las hojas de las moreras dejando unas manchas negruzcas. Al ser consumidas por las orugas, estas enfermaban y morían. Mientras esta plaga diezmó los cultivos locales, en Francia Luis Pasteur había descubierto el origen y les enseñaba a los campesinos a combatir la plaga.

Sin lugar a dudas nuestra sociedad se enriquece con la diversidad de culturas. Desde el idioma, comidas, música y costumbres hasta los aportes económicos y sociales. Pero así como la industria del gusano de seda en el pasado presentó dificultades para adaptarse al medio local, todo trasplante social tiene ciertos peligros. Las comunidades estudiantiles, alejadas de sus familias y, muchas veces apremiadas por necesidades económicas, son más susceptibles de riesgo. La soledad, la falta de contención, la presión de los estudios y la carencia económica podrían condicionar a un grupo susceptible a buscar soluciones riesgosas.

Es importante crear redes de protección alrededor de los estudiantes, estar atentos a la aparición de signos que pudieran darnos alguna señal de peligro. Prevenir la evasión por medio del consumo de drogas, psicofármacos o alcohol.

Cuando la cura de la enfermedad del gusano de seda llegó a nuestras tierras, esta industria ya había desaparecido. Cada árbol de mora debería recordarnos la responsabilidad que tenemos con aquellos que crecen lejos de sus orígenes.

3 comentarios:

Ana Raquel Gimenez dijo...

Realmente me siento trasplantada, es que hasta el aire me parece distinto. En clase, escuchando a una compañera, pensé que su acento lastima mi oído, Mi idioma es diferente, lo comparo a una música que incluye sonidos y silencios.
Ayer nos juntamos entre compatriotas, a compartir el típico mbeju con cocido. Reimos tanto, que hasta me pareció estar en mi país por unas horas.
¡Quiero volver a Paraguay!

Nestor Zawadzki dijo...

Algo que en nuestra dulce lengua de dice "aipota", "oipota akue" o "potapy"...saudade en portugues.

Ana Raquel, no te olvides que estamos de paso por donde vamos. Que cuando estas en paz contigo misma, cualquier lugar es tu hogar.

Abrazo

Lorena. dijo...

Cierto Nestor, agrego por la experiencia de nunca "plantar raices"... quizas raices de bonsai, pues aqui y alla y de ningun lado... pero la actitud de apreciar y rescatar de cada lugar lo mejor, la experiencia que solo se da en ese lugar en ese momento de la cual pienso...quizas nunca se repita...siempre hay algo bueno en cada lugar :)
El extra bonus...es que te sirve para entender lo que siente el "extranjero" y uno se vuelve compasivo con el "transplantado"
Un abrazo!