viernes, 22 de abril de 2011

Los de afuera


Ariel Kaufman en Dignus Inter Pares señala que la discriminación es una forma de dominio abusiva, deshumanizadora y carente de justificación democrática.  A veces me pregunto qué pasaría si algún funcionario del INADI (Instituto Nacional contra la Xenofobia y la Discriminación) nos evaluara. En nuestra comunidad la expresión “los de afuera” incluye a un nutrido grupo de individuos que, por estar fuera de una línea divisoria, generalmente de límites muy antojadizos, no poseen el estatus ni los derechos de “los de adentro”.

Esta distinción es pertinente en cuando se considera un ámbito particular, como, por ejemplo, el religioso o deportivo. La asociación a un credo, un club o una empresa son acciones voluntarias. Estas entidades responden a una serie de estatutos que conforman el espacio virtual de pertenencia y se reservan el derecho de admisión y de exclusión. Pero esta categorización se vuelve violentamente discriminatoria cuando se aplica a la esfera política, demográfica o social.

Cuando se discute la conveniencia o no de un plan de desarrollo urbanístico, como el parque industrial,  a la hora de consensuar propuestas no podemos establecer discriminación alguna. ¿Quiénes son “los de afuera”? ¿Cómo puede ser “de afuera” un vecino con ideas políticas o prácticas religiosas diferentes? ¿Quién decide la pertenencia de las personas y la pertinencia de sus ideas a la hora de ejercer el derecho de planificar su futuro urbano?

Viéndolo así se me ocurrió enumerar una lista de verdaderos foráneos. Comencemos por los antagónicos. No es el diferente, es el que destruye, el que desparrama, el que carece de ética, el carroñero de miserias humanas, el que pretende el estado e excepción como norma. Siguen los dueños de verdades absolutas. 

Aquellos que consideran que por su condición superior tienen el derecho de juzgar, criticar y destruir opiniones que son contrarias a las suyas. Para ello utilizan amenazas apocalípticas y auguran días tristísimos con mitos históricos y verdades a medias. Un ejemplo es el pánico que se infunde para descartar otra opción política en el gobierno local. Otra vez se señalan a “los de afuera” como devoradores de cerebros y autonomías, capaces de dominar las decisiones de cada ciudadano. Yo me pregunto ¿no son acaso nuestros propios vecinos los que constituyen esas alternativas? ¿Afuera de qué están? ¿No se nutre la democracia con pluralidad? Sin lugar a dudas los de afuera son los que roban una escuela, los que especulan con el precio de la tierra o los que les conceden exenciones impositivas que tenemos que pagar todos los ciudadanos responsables.

Son de afuera los que, viviendo dentro de los límites, no construyen una sociedad plural y solidaria, exigiendo derechos y privilegios que no están dispuestos a conceder a nadie. Lo son aquellos que recurren a culpas recicladas para desentenderse de los compromisos, los que tiran la piedra y esconden la mano, los que se escudan en el anonimato para cuestionar lo que no se atreven a sancionar públicamente. O los que se adjudican el poder discrecional solo porque ostentan una función pública o religiosa, porque tienen  el auto más grande o el perro más intimidante.

Los de afuera, querido amigo, son los trazadores de líneas, los fabricantes de fronteras, los que se atrincheran en las tradiciones solo cuando les conviene o no les toca el bolsillo, manteniendo el pernicioso y esquivo fenómeno de la discriminación.

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