Vamos a referirnos a la mentira
que aparece con frecuencia en niños (entre nueve y once años) que tienen clara
consciencia de ella y la instalan como parte de sus vidas. La mentira a menor edad tiene otras causalidades, ese
niño más que mentiroso es fantasioso. La mentira es un síntoma que requiere ser
atendido.
El niño que apela con asiduidad a la mentira está denotando que algo
de su realidad inmediata no le está viniendo bien. Hay un sufrimiento agazapado
en esa necesidad de mentir, de cambiar “el cómo son las cosas”.
Puede ser un llamado de atención
claramente dirigido a los padres, a los maestros… Son las mentiras de “patas
cortas” que se descubren con mucha facilidad.
Pero hay otras mentiras,
elaboradas, con diversos argumentos que se encadenan y que pueden llevar un
largo proceso para su descubrimiento.
A veces los chicos mienten para
animarse a hacer cosas, para crearse como un “doble” de sí mismos, que se
atreve a hacer lo que ellos no hacen.
La mentira suele crear una
posibilidad nueva que genera entusiasmo, en un proceso en el que el entusiasmo
y la motivación no son habituales.
Generalmente en un nivel más
profundo de análisis de estas conductas encontramos sentimientos del orden de
la tristeza, del inconformismo. Puede tratarse de situaciones de rivalidad
fraterna, de dudas respecto al afecto parental, de necesidad constante y hasta
abrumante de destacarse pero sin una salida exitosa del proceso.Hay un estado
permanente de estar en busca de los que les falta sin valorar lo que tienen.
El humor como estado psíquico es
cambiante. Son niños que requieren de un ambiente emocionalmente estable y
reaseguros permanentes.
Hay familias en los que casi
todos sus miembros componentes se destacan en algo. Exitosos transitan la vida
como portando un lema que más o menos podría decir así: para pertenecer hay que
triunfar. Esto significa que no hay mucha cabida para el que no se destaca,
para el que en una escala de 0 a 10, es 5 ó 6.
De esta forma se va modelando un
niño que avanza a marcha forzada, que trata de responder y cumplir con las
expectativas, pero que al no llegar no accede a conocer la satisfacción
personal.
Todo le demanda mucho esfuerzo (que nadie visualiza porque él trata que no se
note). Y los resultados se encuadran en la “normalidad esperada como miembro de
la familia” con poco espacio para el placer y mucho para la contracción al
cumplimiento.
Estos chicos que se
“sobreadaptan” a las pautas planteadas, hablan por síntomas, que pueden ser
enfermedades , tristeza en forma de “chico serio” que no llama la atención de
nadie, o la mentira en cierto ambiente específico como salida creativa.
Como padres es nuestra
responsabilidad mirar, escuchar y pensar en nuestros hijos y lo que les puede
estar preocupando. No pasemos por alto sus cambios de conducta, y aún cuando no
sepamos “de qué se trata” el hecho de detenernos a ver que algo pasa, ya es el
inicio de un proceso que se puede mejorar. Todo niño cuando se siente
contenido, ya está un poco mejor.
El qué le pasa y cómo resolverlo
puede requerir la ayuda de un especialista en estos temas y ese es un paso
siguiente que requirió del anterior: la mirada y la escucha afectuosa de los
padres.-
FUENTE: REVISTA CRAYONES http://revistacrayones.com/mentiras-y-mentiritas/
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