domingo, 20 de febrero de 2011

Etica y Gobierno

Leí hace unas horas un artículo del Daily Bell. Se trata de una entrevista a Richard Maybury, quien es el ex editor de Asuntos Globales de Moneyworld, una de las empresas analista de la economía en Estados Unidos más respetadas. Actualmente es consultor de numerosas empresas de inversión en los EE.UU. y Europa y es editor del boletín, Richard Maybury's U.S. & World Early Warning Report For Investors.
En un pasaje del reportaje se le preguntó acerca de lo que él consideraba el peor problema que está sufriendo Estados Unidos. Maybury contestó: “Creo que la [falta de] ética. La población en las escuelas que están bajo el control de las agencias de gobierno ha aumentado y se les ha enseñado que el gobierno no tiene por qué obedecer a los principios éticos, tales como, ‘No robarás’. Así se ha convertido en parte de la cultura americana. Yo no veo ninguna solución a largo plazo para Estados Unidos o cualquier parte del resto del mundo hasta que se empiece a aceptar el hecho de que el gobierno tiene que ser ético, al igual que los individuos.”

Asombroso comentario desde la perspectiva de un economista. “Hecha la ley, hecha la trampa”, reza un refrán popular que parece salir desde las propias estructuras del pensamiento, más que desde la mera repetición de palabras. La trampa, la mentira, la desinformación y la especulación, cuando vienen desde los gobiernos, conforman una actitud que pareciera superar cualquier forma de evaluación moral, como si esas actitudes estuviesen excluidas del juicio ético; como si fueran parte de las reglas del juego en esta especie de “partida de truco” político y social, que, para colmo de males, se juega con cartas marcadas.

Kevin Kelly, fundador y director de la revista Wired especializada en tendencias tecnológicas, dijo en una entrevista publicada por Edge.org que “se ha producido el sorprendente descubrimiento hace 50 años, que la esencia de la vida no fue la energía, que tampoco lo fue el carbono, pero que, en efecto, estaba en la información.”

En el caso de la biología, donde la información se transmite a través de los genes, un error en la transferencia de los datos puede producir aberraciones, malformaciones y trastornos que pueden ser incompatibles con la vida. En el caso de la información que rige el equilibrio social, la gobernabilidad de los pueblos y las libertades individuales la mentira deliberada o la omisión voluntaria también pueden tener consecuencias desastrosas.

Los gobiernos que se cierran en sí mismos, impermeables a la opinión colectiva o individual, renuentes a la crítica y escurridizos a la hora permitir el acceso a la gestión de gobierno o de cumplir con las demandas sociales, se amparan en una ética propia a la que tratan de dar forma a costa de deformar la realidad y tergiversar la información. Eso no es ética, se denomina autocracia u oligarquía, aunque el sistema de gobierno se oculte detrás de títulos y siglas que traten de demostrar lo contrario. Lo más perverso de esta cuestión es que desde su posición de privilegio creen, cándidamente, que están haciendo lo correcto. Y si usted, amable lector quiere comprobarlo, lo invito a sentarse frente a un semáforo inteligente, contar la cantidad de infracciones por hora, averiguar cuánto costó cada aparato inútil y qué precio tiene una ambulancia en buenas condiciones. Le aseguro que puede llegar a sorprenderse.

2 comentarios:

Ana Raquel dijo...

¡Qué nos pasa!
Un amigo q ue tengo suele decir que "éste mundo no da para más". Me pregunto si uno puede marcar la diferencia, si puedo ser distinta a los demás... y cuánto llegaría a cambiar este mundo. Y viene a mi mente un slogan que nos es familiar. "cambiando el mundo, una vida a la vez".

Nestor Zawadzki dijo...

Hola Jedidías, bienvenida. Concuerdo conque los cambios sutiles tienden a persistir en el tiempo y, muchas veces, generan un gran cambio, marcando la diferencia.
En otros casos parece ser necesaria una acción mas energica y la historia parece confirmarlo. Lo desesperante (que hace perder la esperanza)es el concepto cada vez mas arraigado que la politica no debe ser etica, que lo politico tiene reglas propias, esquivas a la etica y la moral.