Las elecciones pasadas constituyeron un excelente ejercicio democrático. Más allá de los resultados, de las simpatías personales y las anécdotas, la experiencia significó un evento histórico, marcando un antes y después.
Un análisis superficial nos lleva a pensar que somos una sociedad reacia a los cambios y con
una marcada tendencia a preferir lo anecdótico sobre el ejercicio responsable
de la autonomía. La coyuntura política
única representada por la concordancia ideológica de los representantes
departamentales (diputado y senador) intendentes de las localidades vecinas con
el gobernador electo, crearon el espacio de articulación ideal para fomentar la
gestión coordinada de proyectos que la comuna no puede asumir por sí sola. En
este contexto un gobierno municipal alineado podría haber resultado de gran
beneficio para el municipio.
Cuando vemos los resultados con más serenidad
podemos arriesgar consideraciones significativas. Dos tercios de la población
no comparten las propuestas del gobierno electo. El surgimiento de una
propuesta no vecinalista como segunda fuerza puede significar el deseo de
cambio y de aceptar que el crecimiento de Libertador exige un gobierno
coherente con los tiempos que corren, exento de personalismos y propuestas poco
comprometidas. La caída del AVU como movimiento en ejercicio del poder
representa la calificación pública de la gestión. En este sentido los números
son evidentes. Por otro lado la disidencia peronista fue víctima del análisis poco
crítico de la circunstancias y del contexto, algo similar a lo ocurrido con el
radicalismo. Aún así, cada movimiento enriqueció la pluralidad necesaria para nutrir
una democracia saludable.
Sostengo que somos una comunidad poseedora de
un estilo de vida y fundamentos filosóficos particulares que deben ser
protegidos desde el ámbito político e institucional. Lamentablemente muchos de
los que defienden con vehemencia esta característica y cuestionan el riesgo de
que haya una invasión foránea, no tuvieron ningún impedimento moral a la hora
de repetir argumentos espurios. Personalmente creo que ocurrieron algunas cosas
que deberíamos proscribir: el arreo al voto de ancianos incapaces de tener un
pensamiento autónomo, el condicionamiento religioso excluyente que defiende la
asociación de iglesia y estado, los comentarios anónimos irresponsables en los
medios digitales, la prepotencia de algunos militantes que se creen dueños del
pueblo y la descalificación del Senador Kramer en la cena radical.
Pero tal vez
haya un elemento que deberíamos analizar con mayor sosiego y profundidad
y tiene que ver con el porvenir. ¿Hacia dónde vamos? ¿Cómo responderemos como
comunidad a la nueva propuesta del MIA? ¿Nos resignaremos a soportar más de lo
mismo viendo el poco compromiso en las propuestas de gobierno? ¿O tomaremos
nuestra responsabilidad de ciudadanos en la construcción de un municipio
maduro, acorde a los tiempos modernos, con un fuerte compromiso con la gestión
y una clara responsabilidad de cara a los desafíos que plantea el futuro?
Insisto en la preocupación que me produce saber
que el gobierno municipal electo cuenta solo con un tercio de la población de
su lado; que muchos valoran más su victoria sobre los contrincantes que el
honor de gobernar, en este eterno “Boca-River político” que enfatiza la derrota
del adversario como un trofeo de guerra.
Los resultados de estas elecciones municipales
llaman a la concordancia y a la cooperación. Sobretodo exigen humildad de los
ganadores para ponerse a disposición de toda la comunidad, independientemente
del voto. De todos depende cambiar la historia para cortar el persistente ciclo
de seguir teniendo más de lo mismo.
1 comentario:
Apoyo lo que dices. Vivo en esta comuñnidad hace cuatro años, y realmente me huibiera gustado ver un cambio en el gobierno. Espero que pongamos hombro para que así sea. Ya decía Teresa de Calcuta: "El que no vive para servir, no sirve para vivir"
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