lunes, 10 de mayo de 2010

Epitafios

Cuando el dolor es tanto, las palabras sobran. Todo mi silencio es tuyo.

La muerte sigue siendo una circunstancia tan adosada a la vida como la existencia misma. Empezamos a morir el día en que nacemos. La defunción de un ser significativo siempre aturde. A los espectadores de una muerte ajena a veces les queda el silencio como único recurso, el acompañamiento mudo ante un hecho definitivamente consumado.
Pero mientras haya una chispa de esperanza la actitud es diferente. A veces repetimos la historia en voz audible como para convencernos de que hay algo para hacer.
Para algunos, cualquier atropello de sus derechos significa una crisis tan colosal que se paralizan, quedan inertes, inmóviles, como muertos. Otros tienen la idea de que la solución vendrá después de la muerte y que, entretanto, solo nos queda esperar. En el medio, la corriente arrastra a quienes se resisten a tener una vida propia; siempre dispuestos a quejarse por bocas ajenas, se retraen temerosos ante la mínima sospecha de intimidación.
Guernica es un famoso cuadro de Pablo Picasso, pintado en 1937, cuyo título alude al bombardeo de la ciudad de Guernica, ocurrido el 26 de abril de ese año, durante la Guerra Civil Española. Fue realizado por encargo del Gobierno de la República Española para ser expuesto en el pabellón español durante la Exposición Internacional de 1937 en París, con el fin de atraer la atención del público hacia la causa republicana en plena Guerra Civil Española. En la década de 1940, puesto que en España se había instaurado el régimen dictatorial del general Franco, Picasso optó por dejar que el cuadro fuese custodiado por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, aunque expresó su voluntad de que fuera devuelto a España cuando volviese al país la democracia. En 1981 la obra llegó finalmente a España. Se expuso al público primero en el Casón del Buen Retiro, y luego, desde 1992, en el Museo Reina Sofía de Madrid, donde se encuentra en exhibición permanente.
Pintado en blanco y negro y gama de grises, el cuadro ofrece imágenes simbólicas muy fuertes: el toro, la madre con el hijo muerto, un soldado muerto con su espada rota, un caballo desbocado, una mujer herida arrodillada, la mujer del quinqué y la casa en llamas. La imagen global es abrumadora. Es interesante que cuando los niños ven la pintura por vez primera, no se atemorizan ante las trágicas imágenes que invitan a escapar de la escena. Casi todos señalan la pequeña flor que crece junto a la mano del guerrero muerto.
Se dice que en 1940, con París ocupada por los nazis, un oficial alemán, ante la foto de una reproducción del Guernica, le preguntó a Picasso que si era él el que había hecho eso. El pintor respondió: «No, han sido ustedes».
El silencio puede representar nuestras más profundas emociones ante el hecho consumado de la muerte. Pero mientras haya esperanza, aunque sea la mínima flor en medio de la devastación de una ciudad bombardeada por la guerra o por la lucha de quienes desean someter a sus habitantes, podemos hacer sentir nuestra voz, aunque sea para señalar la vida.

2 comentarios:

Ana Lopez Acosta dijo...

Relaciono esta entrada Piru, con la pregunta que te hacías en la anterior, sobre si habría quedado leña seca como para encender un fueguito. Creo que la leña seca, el fueguito, el fósforo, debemos hallarlo dentro nuestro y no "quejarnos por bocas ajenas". Armar la resistencia inteligentemente.
Se me ocurre un ejemplo que nos ha sucedido muchas veces en la práctica: el paro cardiorespiratorio. Pocos revierten pero alguno vuelve a latir. ¿No te pasó nunca el no poder largar una reanimación aunque tuvieras la absoluta certeza de que no había vuelta? ¿No te pasó que te tuvieran que decir "largá hermano, que no va"?
Hay que pelearla aunque sepamos sin ningún lugar a dudas que quedaremos en el campo de batalla.
Un abrazo

Nestor Zawadzki dijo...

Me cuesta mucho asumir el silencio de la gente que no reclama sus derechos, que no hace sentir su opinion, por temor, por abandono o por complicidad. Hay un rumor general cuando se publican denuncias que coinciden con su pensar, pero hay pocos que se indentifican publicamente. ¿Es que se terminaron las causas? ¿Es que pueden ver lo que no parece tan obvio? La idea de mi estrada es dejar subrepticio el concepto que mueve a postergar cambios en una comunidad religiosa. La espera de soluciones a sus problemas y los del mundo en la manifestación divina de una parusía genera un ansia inconciente de muerte. Muero, luego resucito en un mundo nuevo, sin llanto ni dolor... Me parece que si el énfasis queda en este punto se pierde la vida y la responsabilidad que ocurren en el "entretanto". Es un tema delicado de tratar y lo hago con mucho respeto.
PD: Como jefe de UTI mas bien me tocaba a mi decir basta....