miércoles, 13 de enero de 2010

Las ventanas de Villaoscura II

Josefina Plá (cont.)

Un día fue llegando al pueblo un señor que no sabemos cómo, se había perdido por aquellos desiertos.
Cuando vio de lejos todas aquellas casas redondas, le pareció la mar de divertido, porque era una buena variación de tanta casa cuadrada. Pero ya dentro del pueblo, buscó puertas y ventanas y no las halló. Se quedó muy desconcertado. Cierto que vio las escaleritas; pero al principio no se le ocurrió que sirviesen para otra cosa que para subir a las terrazas. Era verano y de siesta y todo el mundo en Villaoscura dormía, porque al tener así los ojos, el sol les hacia un daño atroz. El viajero se cansó de dar vueltas entre aquellas casas redondas y todas iguales como latitas de picadillo, sin encontrar a nadie, y empezó a gritar:

-¡Ah de la casa!.. ¿Es que por aquí no hay gente?

Por fin le oyó un vecino, subió a la azotea, no vio a nadie; bajó la escalera, y tampoco vio a nadie; pero guiándose: por la voz se acercó al viajero.

-Gracias a Dios que veo a alguien -dijo el viajero.

-¿Quién eres? -dijo el vecino-. No eres del pueblo.

-No, claro que no. Oye, ¿porqué no miras derecho?

-No puedo -dijo el villaoscurino- ¿No ves que mis ojos están puestos para mirar solamente hacia arriba? ¿Qué vienes a hacer aquí?

-Me perdí. Tengo hambre y sed.

-Pues ven a merendar conmigo.

El viajero se fue tras al villaoscurino, escaleras arriba a la azotea y escaleras abajo al piso. No terminaba de sorprenderse de lo que veía. Los villaoscurinos comían sujetando un espejito sobre la cara con la izquierda mientras usaban la cuchara con la derecha, para no errar y meterse la comida por un ojo, y para beber, usaban un embudito. Algunos jóvenes habían adoptado una moda nueva: comían acostándose en la mesa apoyando la barbilla en el mantel. Para lavarse la cara se acostaban también en el suelo; y para leer las libros, los pegaban en el techo.

-Pero ¡qué incómodamente vivís! -dijo el viajero- ¿Por qué no usáis puertas y ventanas como todo el mundo?

-¿Qué cosa san ventanas y puertas? -pregunta-

-Si me dais un martillo, enseguida os lo muestro -dijo el viajero

Le trajeron un martillo. El la emprendió a martillazos con la pared y abrió un hueco cuadrado. Los villaoscurinos no podían verla, pero se dieron cuenta de que la habitación se hacia más clara y se respiraba mejor, y gritaron:

-¡Otra ventana!...

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