viernes, 29 de enero de 2010

El poder de las palabras

Según la mitología, Eco, una ninfa, tenía la capacidad de expresar palabras que sonaban siempre nuevas; se expresaba con tal elegancia que parecía que ninguna boca las había pronunciado antes. Pero los dioses, al igual de los que se sienten poderosos, no toleran ni la independencia, ni la originalidad. Hera la esposa legítima de Zeus, atacada por los celos, la maldijo y la despojó de su propia voz. Eco privada de hablar sus propias palabras fue condenada a repetir las ajenas hasta fundirse con el silencio.
Lo que para Eco fue una tragedia, para algunas personas parece una virtud; la falta de criterio independiente se sustituye con pensamientos ajenos, aún de orígenes inciertos. En un intento de manipular las ideas se interpreta a escritores conocidos o personalidades influyentes. Muchos de estos plagios y comentarios fuera de contexto al repetirse como un eco convencen en primer lugar a quien los emite.
La falta de ideas propias, la incapacidad de expresarnos, de poder definirnos en palabras es en si una tragedia y, a la vez, origen de muchas. Michéle Petit asegura que “Cuando una persona no cuenta con las palabras para pensarse a si mismo, para expresar su angustia, su coraje, sus esperanzas, no queda más que el cuerpo para hablar: ya sea el cuerpo que grita con todos los síntomas, ya sea el enfrentamiento violento de un cuerpo con otro, la traducción en actos violentos”.
En otoño de 2004 Yang Huanyi falleció con casi 100 años de edad. Era la última mujer que sabía el código Nushu, el lenguaje secreto de las mujeres chinas. En su cultura la mujer estaba excluida del idioma masculino, nacía para ser analfabeta. Por eso crearon un código clandestino, su propio alfabeto compuesto de signos y símbolos que parecían adornos. Como mudo grito de libertad las palabras se dibujaban en las ropas y los accesorios. Al decir de E. Galeano “las manos que bordaban no eran libres. Los signos sí”.
Hace cinco mil años Thamus, rey de Egipto rechazó la oferta de Thot que consistía en el arte de escribir como remedio para la mala memoria y la poca sabiduría, alegando que no se puede recordar con memoria ajena.
Las relaciones humanas frecuentemente se reducen a la capacidad de expresarnos y de definirnos con palabras. En nuestro siglo las palabras no son un medio, sino un fin. Los medios de comunicación, que trafican verdades y fabrican incertidumbres, han dejado de serlo: ni nos leen, ni nos escuchan. La comunicación se corta ante la incapacidad, voluntaria o inconsciente, de escuchar y de comprender. Es que el día que no generamos recuerdos, es un día perdido.
Posesión de mendigos y reyes, de genios y tontos las palabras nos definen, gobiernan, absuelven o condenan. ¿No es extraordinario que una serie de palabras encadenadas en una sucesión de letras pueda tener tal poder? El estribillo de la canción “Words” (Palabras) del genial conjunto sueco The Real Group dice: “¡Palabras! Descúbrelas, las puedes utilizar. Exprésalas, las puedes escuchar
Escríbelas, las puedes leer. Ámalas, témelas”. ¿No será que en el histórico desencuentro político que vive nuestro pueblo nos quedamos sin palabras? ¿Podremos crecer si nos empeñamos en buscarlas juntos y usarlas responsablemente?

3 comentarios:

Lorena. dijo...

"El poder de las palabras"....la locura del desdoblamiento: la lengua es la que habla sobre los demas, el mundo, realidad, pero al mismo tiempo es la unica que habla de si misma...es la que descubre los enganios del mundo, pero a la mima vez es la que los fabrica.
Vale recordar que Eco , si bien hablaba elegantemente, segun la mitologia, llegado el momento y la circunstancias el poder de sus palabras la condenaron,
La lengua siendo gratis, sirve sin embargo para conseguir los mas grandes beneficios. ..

Anónimo dijo...

"Cuando una persona no cuenta con las palabras para pensarse en si mismo, no queda mas que el cuerpo para hablar"...muy bueno.

Nestor Zawadzki dijo...

La frase es de Michèle Petit, antropóloga francesa, ha realizado estudios en sociología, lenguas orientales y psicoanálisis. Es investigadora del Laboratorio "Dinámicas sociales y recomposición de los espacios", del Centro Nacional para la Investigación Científica y de la Universidad de París 1, en Francia.

Después de haber llevado a cabo investigaciones sobre las diásporas china y griega, desde 1992 trabaja sobre la lectura y la relación con los libros, privilegiando los métodos cualitativos y, en particular, el análisis de la experiencia de los lectores. Ha coordinado investigaciones sobre la lectura en el medio rural y sobre el papel de las bibliotecas públicas en la lucha contra los procesos de exclusión. En los últimos años, ha profundizado el análisis de la contribución de la lectura en la construcción o la reconstrucción del yo, particularmente en espacios en crisis.

En español, es autora de varios artículos y de dos libros publicados por el Fondo de Cultura Económica en México, en la colección "Espacios para la lectura".