viernes, 8 de enero de 2010

De historias y vivencias

Si aspiro a una carrera metafísica, no puedo a ningún precio guardar mi identidad; debo liquidar hasta el menor residuo que me quede de ella; mas si, por el contrario, me aventuro en un papel histórico, la tarea que me incumbe es exasperar mis facultades hasta que estalle con ellas. Siempre se perece por el yo que se asume; llevar un nombre es reivindicar un modo exacto de hundimiento.
E.M.Cioran La tentation d'exister - 1972

La vida en el campo es singular. Para los que no saben donde vivo (entre los que me incluyo…) haré una breve descripción general. Toda generalización tiene el riesgo implícito de ser, sino equívoca, parcial y espero que podamos salvar este inconveniente con un desvarío entre la historia y la ficción.
Para describir el pueblo tendría que empezar por los argentinos e incluir un capitulo sobre el entrerriano (Entre Ríos es la provincia o departamento local). Sobre los argentinos se ha escrito tanto que evitaré la tediosa enunciación de sus características sin las cuales Borges y el psicoanálisis serían anécdotas.
El habitante telúrico y autóctono es interesante. Mezcla de la inmigración ruso-alemana de post guerra y la expulsión y del criollo receloso y traicionero.
El inmigrante local vino con lo puesto y con lo que más sabía hacer: plantar papas y alimentar chanchos ajenos en las interminables ondulaciones ucranianas. La miseria que les tocó vivir, el hambre y el instinto de supervivencia que se iba extinguiendo con cada invierno reforzaron los mecanismos de conservación ahogando el cultivo del espíritu, como forma de callar la conciencia; ese crítico espejo del alma.
Sin una cultura definida y mucho menos identidad y raíces familiares, vinieron a estas pródigas tierras. Tuvieron hijos porque Dios los mandaba para trabajar la tierra y custodiar la vejez. El azar seleccionó cual de ellos podía estudiar, porque había que ajustar el presupuesto o conformar a los paisanos… “no sea que les agarre la locura y se vayan todos p´al pueblo”.
El pueblo creció construido por cada minuto robado al sueño, con el fruto de la tierra y las glándulas bovinas. Por criaturas que para no dormirse a la hora del ordeñe, preferían quedar en el establo y para no helarse en el invierno se enredaban al perro o hundían los pies en las bostas humeantes…apenas hace no tantos años. En medio siglo los que no olvidaron su infancia, optaron por la condescendencia y la sobreprotección de su progenie como un intento fútil de blanquear la memoria. En fin, una historia de inmigrantes.

Pero ¿Cómo recuperar una identidad inexistente? ¿Cómo sacar recuerdos de un inconciente amnésico y renuente a recordar? El miedo a despertar los fantasmas del pasado, una vida destinada a contar ocasos con la certeza de la inconstancia de los amaneceres los dejó a la deriva, o peor, varados.
En medio de la nada, descubrieron el todo. Encontraron una fe diferente, factible, una ocasión para adquirir identidad. Las consecuencias inmediatas fueron el aislamiento y la crítica social. Rechazo corporativo: colectivo y orgánico. Al fin crecía la figura de lo propio con pretextos morales y recompensas etéreas. Surgía el protagonismo desde el poder y el miedo a las consecuencias eternas. Pero la acción exigía una reacción y la intolerancia fue recíproca; los intérpretes de Dios redactaban los argumentos.

El criollo encontró como colarse y mezcló la sangre y la piel. El era el autóctono, el propio y las gringas perdían la cabeza con mayor facilidad por las promesas que con las certezas. Mas indio que gaucho, mezcla de islas y pajonales, aprendió a sobrevivir con la muerte oculta en los senderos; la muerte como forma de vida. Ladino, sabía que no hay amigos cuando el alcohol manipula el puñal, y el alcohol era el mas constante de los amigos. El patrón o la ley, si la había, el enemigo. (Hay una opinión autorizada en: “Un viaje al país de los matreros” José Sixto Alvarez, Fray Mocho(1858-1903))

Bueno, ya estarán sacando conclusiones: un pueblo chico, con una religión predominante y diferente, con la necesidad de acumular por temor al futuro incierto, rumiando una actitud intolerante hacia el diferente y el desprecio a todo lo que huela a intelectual.

¿Ya descubrieron la inconsistencia primigenia?: futuro incierto y fe. Esta dualidad domina el estilo de vida, la doble cara, el cinismo agónico y denso; pastoso. Y volvemos al principio, a los tipos y definiciones con que se cataloga a un argentino. ¿Coincidencia? ¿Causa y efecto universal? Algo de Ulises y Penélope se huele en el aire.

Ante esta realidad la reflexión se impone como una advertencia: no hay peor orfandad que renegar las raíces, no hay peor atadura que inmovilizar la historia, no hay peor pobreza que exorcizar la cultura.

El conformismo inicia otro capitulo o un libro entero….

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Si no fuese que estoy de acuerdo a que mucha de las cosas que vemos es "relativo"...que no vemos las cosas tal y como son, las vemos tal y como somos nosotros. Esto vale tanto como para un bien o para un mal.. para pensar que estamos haciendo una montania de un grano de arena o un grano de arena un montania....yo diira que gracias al recurso de la relatividad, el sentido del humor que posee el don de hacer de lo absoluto una caratula del ridiculo y de lo mas pequenio un gozo sin proporcion!!...con tu descripcion, necesitaria vivir contiuamente mirando a traves de la ley de lo realtivo, para encontrar alegrias y motivaciones para continuar!!!!

Nestor Zawadzki dijo...

85Py
Saint Exupery escribió en El Principito: "Lo esencial es invisible a los ojos". Por cierto nada mas engañoso que los sentidos para percibir lo que nos rodea. Desde otro punto de vista lo relativo puede inte`pretarse como "relacional", y eso tambien me motiva. Gracias por comentar. Un abrazo, Nestor

Anónimo dijo...

...El Principito estaba cansado y se sento y yo me sente a su lado. El desierto es bello-aniadio el principito. Era verdad, siempre me ha gustado el desierto; puede uno sentarse en una duna, nada se ve, nada se oye...y sin embargo, algo resplandece en el silencio...
Lo que mas embellece al desierto- dijo el principito, es el pozo que oculta en algun sitio...
Tu comentario me trajo al recuerdo esta parte del cuento...suerte!

Nestor Zawadzki dijo...

Excelente aporte; todos tenemos algo de topos en esto de buscar los pozos en el desierto...

Ana Lopez Acosta dijo...

Piru, querido, me dejaste pensando, como siempre cuando te leo, desde hace tantos años. Mencionás al argentino, su mezcla o mistura . Complejo y entreverado renegar de las raíces, aunque parece ser que a veces “ se reniega temporalmente” como una etapa necesaria para revisar esa historia que – como muy bien marcás – es más que peligroso inmovilizar.
Por otro lado, rescatar nuestra cultura es una tarea cuasi arqueológica, y cuando digo “nuestra” te implico, por todo aquello que se nos fue filtrando y sedimentando a los que nos cuestionamos tan salvajemente, de algún modo creo que fuimos armando nuestra cultura y es riquísima “ Estamos rotos pero enteros diezmados por perdones y resabios un poco más gastados ( cansados) y más sabios, mas viejos y sinceros”
Un beso fuerte

Nestor Zawadzki dijo...

“Estamos rotos pero enteros diezmados por perdones y resabios un poco más gastados (cansados) y más sabios, mas viejos y sinceros”

Lo rescato y repito porque tiene un poder balsámico asombroso. Aunque dentro mío se estremece el verdugo que se niega perdonarme...